Pactar o ceder el sitio

Tengo para mí que, al final, habrá acuerdo para la formación de gobierno y para el acuerdo parlamentario. Puede que este pronóstico sea en parte el producto de un deseo, pero, como ahora diré, existen algunos factores que invitan a confiar en que, después de una inevitable escenificación de encuentros y desencuentros, tendremos gobierno y no habrá nuevas elecciones como apunta el pronóstico mayoritario.

Los escenarios que habitualmente se manejan son tres. El primero es que Pedro Sánchez logre la investidura. De no lograrlo, el segundo es que lo intente Mariano Rajoy. Si tampoco lo consigue, el tercero serían nuevas elecciones. Pero, a mi juicio, antes de que se planteen unas nuevas elecciones, surgirán dos escenarios adicionales. Uno sería que el Rey encargase a un independiente formar gobierno. Podríamos llamarlo la “solución a la italiana” con un tecnócrata al estilo de Mario Monti. Pero cabe una “solución a la española”, consistente en que aquellos que no han conseguido pactar dejen el sitio a otros líderes de sus partidos para que lo logren.

No sé cómo cotiza cada una de estas cinco opciones en los mercados de apuestas, pero la mía es 6 a 4 a que habrá investidura. Permítanme explicarme.

A la hora de jugar el partido para la formación de gobierno, Mariano Rajoy ha decidido reservarse para salir al campo en el segundo tiempo, una vez que vea que Pedro Sánchez renuncia o no lo consigue. Pero puede que no haya segundo tiempo. Pedro Sánchez tiene mucho que ganar por el solo hecho de haberse decidido a salir a la palestra. A su favor juegan varios factores que no se tienen en cuenta. Veamos algunos.

Por un lado, están los factores subjetivos relacionados con el liderazgo. Con su decisión, Pedro Sánchez ha mostrado una determinación que va más allá de la simple ambición personal de poder. El argumento de que no tiene más remedio que intentarlo porque si no los suyos lo echarán puede ser cierto; pero, si no me equivoco, en su determinación hay algo más. Existe un propósito de cambio que tiene que ver con el cambio generacional que se está produciendo en todos los ámbitos. Es curioso que los barones y las baronesas de su partido no lo vean, porque ya lo manifestó con su decisión de presentarse a la secretaría general del PSOE. Y ganó. Ahora podría ocurrir lo mismo.

Hace años, en una visita con mis hijas al museo de la ciencia CosmoCaixa el guía les mostró un experimento físico para comprobar el efecto de un imán. Sobre una mesa había esparcidas limaduras de hierro, dispersas y orientadas en todas las direcciones. Cuando el guía puso en medio de la mesa un imán, todas las limaduras se agruparon y se orientaron hacia el imán. De la misma forma, la decisión de Pedro Sánchez de situarse en medio del campo ha hecho que de inmediato todos los demás actores se orienten hacia él. Un ejemplo de cómo la naturaleza tiende al orden.

Además de ese factor subjetivo, hay otro de naturaleza objetiva. El escenario multipartido surgido del 20-D introdujo un elemento de incertidumbre que no existía en la anterior situación de bipartidismo. Ahora ningún partido sabe cuál será su cuota de poder en el futuro. Esta incertidumbre aparece también en las encuestas sobre los resultados de unas nuevas hipotéticas elecciones. Esa incertidumbre es como una neblina que les impide ver el futuro. A esa neblina los expertos en economía política la llaman velo de ignorancia. Es un velo que desincentiva conductas de todo o nada y favorece un acuerdo en el que todos ganan un poco. En las actuales circunstancias políticas, ese velo de ignorancia es un poderoso factor a favor del pacto y contra las líneas rojas.

Cuestión distinta es la escenografía del pacto. La nueva política tiene un fuerte componente de exhibicionismo propio de plató de televisión. Es un signo de los tiempos. Para un político, vale más su presencia en un programa de prime time que hacer una sesuda declaración en el Parlamento. Ese juego exhibicionista alargará el proceso de acuerdo; pero más vale que sea bueno que rápido.

En cualquier caso, el juego de líneas rojas favorece a Pedro Sánchez a la hora de decidir la forma de gobierno. La fórmula del ménage à trois parece complicada. La alternativa es un gobierno monocolor con un amplio acuerdo parlamentario, que vaya más allá de Ciudadanos y Podemos, sobre las grandes políticas y reformas de esta legislatura. Un acuerdo que debería incluir al Partido Popular, dado que las grandes reformas de Estado serían inviables o inestables de no contar con su concurso. En todo caso, los caminos del pacto son inescrutables.

Ahora es el momento de la política. No vale devolver la pelota a los votantes. Si los actuales líderes no son capaces de acordar la investidura, sea de Pedro Sánchez o de Mariano Rajoy, antes que reclamar nuevas elecciones, deberían ceder su lugar a otros líderes de sus partidos. El dilema no es pactar o nuevas elecciones, sino pactar o dimitir. Esa es la cuestión.

Antón Costas, catedrático de Economía de la Universitat de Barcelona.

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