Paisaje después de la Covid-19: una gestión que deshace la imagen internacional de España

Cada 9 de mayo celebramos el Día de Europa. En aquella fecha de 1950 el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, propuso en su Declaración una nueva era de paz entre naciones europeas, apoyada en nuestra cultura y proyectos comunes. Este año la celebración nos llega empañada por la Covid-19, responsable sólo en España del fallecimiento de más de 26.000 ciudadanos hasta el día de hoy.

Podrían haber sido muchos menos fallecidos si se hubieran atendido señales como la cancelación del Mobile World Congress. Los operadores barceloneses tomaron la decisión el 12 de febrero. No obstante, el 8 de marzo el Gobierno del señor Sánchez aún volcaba esfuerzos para atraer participantes a Madrid. Supuso un activísimo catalizador de contagios. Llueven las críticas por estos hechos, entre otros las del New York Times, que destaca la vacilante respuesta de Sánchez a la pandemia; mientras que la Fundación Konrad Adenauer denota que, aunque en febrero había notables alarmas de contagio, el Gobierno del PSOE decidió desoírlas.

Tiempo habrá para exigir responsabilidades por la gestión del Ejecutivo. Una gestión que ha llevado a España a ostentar dos récords insufribles: segundo país del mundo con mayor número de muertes de coronavirus por ratio de habitantes y primero en tasa de sanitarios contagiados. Ahora bien, hoy la prioridad es emplear con la mayor eficacia posible los instrumentos que tenemos a nuestro alcance para bajar la curva de fallecidos y nuevos contagios.

En el PP queremos que llegue cuanto antes la recuperación. Se han destruido casi un millón de empleos desde el comienzo del estado de alarma y la cifra total de parados supera los 3,8 millones. La Comisión Europea sitúa a España entre los países con peores previsiones económicas con una caída del PIB del 9,4%. Percibimos un futuro difícil para muchos ciudadanos que aún no se habían recuperado del shock económico de 2008.

Ante semejante escenario, la imagen exterior de España cobra importancia capital. Pensemos en el Programa de Recuperación de la Comisión Europea para combatir el impacto del COVID-19. Se han aprobado sus rasgos generales, aunque hasta otoño no se trabajará en los detalles. Nuestro país necesita inspirar la máxima confianza internacional para atraer los medios financieros que necesitamos. Pero escasa credibilidad comunicaremos a nuestros socios con engaños en las cifras e ineficiencias en la gestión.

Otro tanto podríamos decir en lo referente a nuestra industria turística. Los niveles de contagio que la pandemia ha alcanzado en España han hecho que otros países recomienden a sus ciudadanos no viajar este verano a nuestro país. La crisis de la Covid-19 tendrá un impacto devastador en el turismo, el sector que más aporta a la economía.

No me parece que la respuesta a semejante dificultad sea una mera campaña publicitaria lanzada para redes sociales por Turespaña, organismo dependiente del Ministerio de Industria. El sector turístico representa el 13% del PIB y 2,8 millones de empleos directos. Para fidelizar a 84 millones de turistas internacionales el Gobierno debería hacer algo más que un vídeo de 46 segundos. Con el PP en el Gobierno, desde la Dirección General de Estrategia, Prospectiva y Coherencia, que depende de la Secretaría de Estado de España Global -creada por Mariano Rajoy-, ya se habría puesto en marcha un plan para evaluar la imagen de España en los países de los turistas. Acto seguido, habríamos presentado soluciones eficaces.

En cuanto a la inversión extranjera, todos sabemos que requeriremos de la máxima posible para remontar. Si antes de la pandemia el atractivo de España se resentía, fruto de pactar con radicales e independentistas, pensemos qué confianza ofrecerá a los inversores un Gobierno que ha ocultado en sus cuentas públicas un agujero de 2.000 millones de euros. Lo acaba de advertir Eurostat en su reciente corrección al alza del déficit, que pasa del 2,6% al 2,8%.

Mejorar nuestra percepción exterior tras la pandemia es posible. No es ningún secreto la receta de cómo superamos la crisis de 2008: planes sólidos, apoyados en la excelencia de empresarios y trabajadores españoles. Pasamos de ser el décimo séptimo receptor de Inversión Extrajera Directa en 2017 al noveno en 2018.

Ayer y hoy disponemos de profesionales competitivos, que conocen la realidad internacional. Nos falta que la confianza que inspiren nuestras instituciones y la credibilidad de nuestro liderazgo político estén a la altura de los ciudadanos. De esta forma España volverá al corazón de Europa; a ese proyecto que tal día como hoy, hace setenta años, soñó Robert Schuman.

Valentina Martínez Ferro es secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Popular, portavoz de Exteriores en el Congreso y diputada nacional.

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