Palacio Atard, maestro universitacrio

Con la muerte de Vicente Palacio Atard perdemos a un gran historiador y también a un hombre que dedicó su vida a contribuir al buen entendimiento entre los españoles, tan difícil en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil. Él era vasco por su padre y su estirpe estuvo secularmente vinculada a las Encartaciones de Vizcaya, en los valle de Gordejuela y de Zalla, contiguos al de Ayala. El linaje de su madre era de origen maltés. Los Atard emigraron a Valencia por no soportar la dominación inglesa. Como vasco, y lo era de corazón, veía con tristeza la falta de comprensión que había en su tierra sobre los lazos seculares que unían a aquellas gentes con las del resto de España, aunque esperó siempre que, al final, acabara triunfante la razón sobre sentimientos que respetaba pero que no compartía.

Nacido en 1920, Vicente Palacio vio alterados sus estudios de Bachillerato por las circunstancias surgidas con la proclamación de la República en 1931. Al quedar disuelta la Compañía de Jesús por Decreto de 23 de enero de 1932, huérfano de padre, su madre pensó en lo conveniente de que se matriculase, como alumno interno, en el colegio que los jesuitas españoles habían organizado en Curia, Portugal. Pasó después al liceo vizcaíno de Deusto, cercano a su Bilbao natal, y allí terminó los estudios de enseñanza media. Su vocación de historiador le condujo a hacer la licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, en la que se matriculó en 1942. De los profesores que trató en aquella Universidad, influyó notablemente en él don Cayetano Alcázar, historiador que se adaptó, en las formas, a las circunstancias políticas de la España de la postguerra, sin renunciar por ello a sus actitudes conciliadoras y a sus convicciones liberales. Don Jesús Pabón, a quien trató Vicente Palacio en la Universidad de Madrid y con el que llegó a tener una gran amistad, le enseñó que el conocimiento de la historia debería conducir siempre a la concordia y nunca a fomentar el enfrentamiento, que las investigaciones sobre el pasado proporcionaban unos saberes que permitían comprender lo acontecido y, siempre que no respondiesen a planteamientos sectarios, entender la realidad y jamás fomentar el enfrentamiento.

Para doctorarse, Vicente Palacio decidió investigar los fundamentos del llamado Tercer Pacto de Familia, firmado entre las coronas de España y Francia para actuar acordes en la defensa mutua en caso de guerra. El pacto entre las Cortes de Madrid y de Versalles no fue el resultado del parentesco de los reyes, sino exigencia de la necesidad de contener el expansionismo inglés, tendente a apoderarse del comercio con América y a conquistar las plazas de Indias que facilitasen y consolidasen la preponderancia británica. Con los pactos de familia, y especialmente con este tercero, se pretendió conseguir la hegemonía francoespañola, aunque fuese compartida. Por la tesis El Tercer Pacto de Familia, Vicente Palacio obtuvo el Premio Extraordinario en el doctorado y vio enseguida publicada esta importante obra. Tres años después, opositó con éxito a la cátedra de Historia de España Moderna y Contemporánea de la Universidad de Barcelona, aunque sólo permaneció allí durante seis meses, pues pasó enseguida a la Universidad de Valladolid para enseñar en ella Historia Mundial Moderna y Contemporánea. En Valladolid, la proximidad del Archivo General de Simancas le permitió utilizar los riquísimos fondos documentales que custodia, lo que fue la base de nuevos libros, y dirigió tesis doctorales y formó un equipo de investigadores que luego se dedicaron también a la enseñanza. En octubre de 1957, tuvo la posibilidad de pasar a la cátedra de Historia Contemporánea de España en la Universidad de Madrid. Simultáneamente, se vinculó al Instituto Jerónimo Zurita, con lo que pudo favorecer e intensificar las investigaciones de historia en la España de los años 1950 a 1980. Al obtener en Madrid la cátedra de Historia Contemporánea de España, Vicente Palacio pudo dedicarse a investigar el pasado reciente y a dirigir a sus discípulos en las investigaciones sobre esta época cercana. Resultado de sus nuevos intereses

fue la publicación de la obra colectiva, dirigida por él, Cuadernosbibliográficosdelaguerrade España(1936-1939), cuyos seis volúmenes fueron publicados entre 1966 y 1978. En ese mismo año 1978, publicó la IntroducciónalahistoriacontemporáneadeEspaña. Obras como El Tercer Pacto de Familia, Losespañolesdelailustración, otros libros que dedicó al siglo de las luces y, muy especialmente, los de la historia contemporánea de España permitieron a Vicente Palacio, siempre mediante el estudio de las fuentes con independencia de criterio, difundir los resultados de sus investigaciones entre sus alumnos y discípulos, tanto en Valladolid como en Madrid, e influir en los lectores de sus obras, al informarles objetivamente de unas realidades cuyo estudio, por entonces, se prestaba al enfrentamiento y no a la concordia. Él trató siempre de favorecer el entendimiento entre los españoles. Su prestigio explica que, siendo Príncipe Don Juan Carlos, asistiese en la Universidad a las clases de Historia Contemporánea.

El Discurso de Vicente Palacio al ingresar en la Real Academia de la Historia, pronunciado el 24 de enero de 1988, versó sobre el tránsito a la democracia parlamentaria desde el régimen que, siguiendo al sociólogo Juan Linz, calificó de autoritario. Para Vicente Palacio, a ese tránsito respondían las palabras del solemne discurso que pronunció Su Majestad el Rey en la apertura de las Cortes de 22 de julio de 1977 al afirmar que presidía aquella histórica sesión como Monarca y que con ello veía hecho realidad un deseo que siempre había esperado ver cumplido. Su Majestad el Rey expresó así su compromiso de conseguir «el establecimiento pacífico de la convivencia democrática sobre la base del respeto a la ley, manifestación de la Soberanía del pueblo». Aquella sesión solemne tenía para nuestro Rey una significación histórica concreta: «El reconocimiento de la Soberanía del pueblo español». Vicente Palacio recordó en 1988 en la Academia esta alocución del Rey y siempre fue fiel a los principios expuestos en ella. Los difundió durante toda su vida y se nos fue cuando es más necesario recordar los fundamentos de nuestra convivencia a todos los españoles, en estos tiempos de confusión. Vicente Palacio esperaba que la falta de entendimiento fuese pasajera, transitoria, porque la realidad histórica común de todos los pueblos de España lo demostraba y lo exigía, a pesar de que algunos políticos fomentasen sentimientos que no se fundan en la razón.

Con sus libros, con sus enseñanzas en la Universidad y con sus publicaciones en revistas y en la prensa periódica, y muy especialmente en las Terceras de ABC, Vicente Palacio esperaba influir en los lectores para que propendieran al entendimiento y a la acción conjunta, tan necesaria para alcanzar el bienestar de todos los españoles.

Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia.

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