Papeles sobre los presupuestos para 2005

Por Juan Velarde Fuertes (ABC, 22/11/04):

Los debates parlamentarios son una cosa; otra, bien diferente, lo que sobre ellos se ha publicado por centros de reflexión, normalmente, prestigiosos. De ahí el interés de ofrecer en estos momentos resúmenes de lo que procede de dos: lo que se contiene en el folleto del Instituto de Estudios Económicos, «Los Presupuestos Generales del Estado para el 2005» (Serie Opinión, octubre 2004), y en el trabajo del Círculo de Empresarios, «Presupuestos Generales del Estado 2005 y ¿un cambio de modelo?» (Documentos Círculo, 21 octubre 2004).

La primera característica que se debería señalar es una visión conjunta negativa del conjunto de este proyecto de presupuestos par el año 2005.

Dice el Instituto de Estudios Económicos: «Por el lado del gasto, los Presupuestos son claramente expansivos y procíclicos, por lo que deben valorarse negativamente, en la medida en que aumenta la presencia del sector público en la economía, distorsionando la asignación de recursos y perjudicando el crecimiento económico a largo plazo. Asimismo, el aumento del gasto corriente por encima del de capital... no parece muy coherente con el principal objetivo de los Presupuestos, que no era otro que la mejora de la productividad.... Por tanto asistimos a aumentos del gasto público que no responden a la prioridad real de nuestra economía, que debe ser la competitividad como mecanismo para asegurar una creación de empleo sostenible...».

Añade que «en cuanto a los ingresos, la recaudación impositiva crecerá a un ritmo muy superior al aumento nominal del PIB, por lo que aumentará la presión fiscal de la Administración central, con el consiguiente impacto negativo sobre la estructura de incentivos y costes de los agentes económicos». Por su lado, el Círculo de Empresarios nos indica: «El balance de comparación con los presupuestos anteriores no es favorable a los Presupuestos del Estado 2005, por cuanto las mejoras se concentran en la filosofía, mientras que aquello que deriva a peor se concentra en las cifras».

Por ello, existe en estos Presupuestos «una cierta falta de correspondencia entre la filosofía y los objetivos, por un lado, y las cifras presupuestadas y los propios antecedentes de actuación del Gobierno por otro, de lo que se desprende la impresión de que... han terminado por dar acomodo a unas cifras de gasto más abultadas que las previstas al redactar su filosofía y sus objetivos. El hecho de que estos Presupuestos lleguen al Parlamento sin haber asegurado aun una mayoría suficiente para su aprobación tiende a reforzar esa impresión, a la vez que hace temer que se profundice».

Los Presupuestos se derivan de, y actúan sobre, el conjunto de la economía. De ahí que se deban presentar unidos al llamado cuadro macroeconómico. El análisis del que va adherido al actual proyecto presupuestario merece las siguientes calificaciones.

Por una parte, del Instituto de Estudios Económicos, al observar «si el cuadro macroeconómico, que ha servido de base para la elaboración de los Presupuestos es factible o no», contesta: «Consideramos que, dadas las circunstancias actuales y los escenarios del futuro más probables, coincidimos con las previsiones de los principales organismos internacionales y con el conjunto de los analistas en considerarlo optimista... Hubiera sido más prudente situar el horizonte de crecimiento para el próximo año en un intervalo entre 3 y 5 décimas por debajo, para minimizar el riesgo de que surjan desviaciones en las distintas partidas de ingresos y gastos por el mero juego de los estabilizadores automáticos que puedan cambiar el signo de cierre de las cuentas públicas».

Por lo que se refiere al Círculo de Empresarios, señala, sobre la previsión de crecimiento del 3% del PIB que «es de temer que ... no llegue a cumplirse en 2005, especialmente si se tiene en cuenta que las estimaciones... fueron elaboradas en el mes de julio en función de la información disponible de entonces, que arrojaba datos mejores, y unos precios del petróleo en el mercado de futuros notablemente inferiores a los vigentes actualmente, e incluso previsiones por parte de diversos organismos internacionales superiores a las que mantienen en la actualidad».

Además, «es probable que la contribución del sector exterior vuelva a ser bastante más negativa de lo previsto en el cuadro macroeconómico». Por lo que respecta a la demanda interna, «varios factores amenazan con reducir el ritmo de crecimiento previsto... Uno de esos factores es el precio del petróleo... Otro... es la posible alza de los tipos de interés en el área del euro... Los atroces asesinatos del 11 de marzo han contribuido, en el orden económico, a deteriorar la confianza de los agentes así como a frenar, en alguna medida, actividades como el turismo... El permanente cuestionamiento de la forma de Estado contribuye claramente a frenar iniciativas de inversión y a aumentar el grado de incertidumbre... Todos factores señalados... pesan especialmente a la hora de tomar decisiones de inversión».

El propio ministro de Hacienda, el vicepresidente Pedro Solbes, prevé para 2005 en sus interesantes declaraciones a «La Gaceta» de 13/14 de noviembre de 2004, «más inflación y por lo tanto, precios más altos, mayores desequilibrios y menos crecimiento... (por) el repunte inflacionista. Ahora creemos que no llegaremos al 2,7%». El que se haya disparado la inflación en octubre de 2004 al 3,6 en tasa interanual ratifica esto y, además, amenaza al gasto público por la compensación a los pensionistas.

Detrás de todo esto está la amenaza por parte español al Pacto de Estabilidad y Crecimiento con la consecuencia -derivada del teorema de la equivalencia de David Ricardo- que recuerda el Instituto de Estudios Económicos, de que de acuerdo con «la denominada nueva macroeconomía clásica... la consolidación fiscal puede generar efectos expansivos sobre la economía a través de su impacto sobre las expectativas y la confianza de los agentes económicos y, por tanto, sobre sus decisiones de consumo e inversión». ¿No sería, pues prudente, retirar valientemente este Presupuesto, prorrogar el de 2004, y rehacerlo a fondo?

Miguel Boyer hizo algo parecido, al abandonar el programa del PSOE nada más ocupar el poder, y mucho bien hizo. Es éste un momento importante, no de política ramplona.