Para comprender el presente

Es asombroso leer el libro recién publicado de Amadeu Hurtado que contiene su minucioso dietario en el periodo que va desde finales de mayo a mediados de septiembre de 1934 (Abans del sis d´octubre, Quaderns Crema, Barcelona, 2008). El asombro proviene de las muchas similitudes que existen entre la política catalana de aquella época y la actual. Se suele decir que hay que aprender de la historia para no repetir sus errores. Parece que en Catalunya no seguimos este sabio consejo: la política catalana no cambia, seguimos combatiendo los mismos fantasmas, encerrados con los mismos juguetes, obsesionados con los mismos problemas.

Un hilo conductor da unidad al libro: las vicisitudes parlamentarias de la llei de contractes de conreu (ley de contratos de cultivo), impugnada por el Gobierno central, declarada inconstitucional por el Tribunal de Garantías Constitucionales de la época y aprobada de nuevo con idéntica redacción por el Parlament de Catalunya, dando lugar al consiguiente conflicto de legitimidades. Amadeu Hurtado, abogado de gran prestigio, hombre culto, inteligente y sensato, republicano, catalanista y de talante independiente, es el encargado por el Govern de la Generalitat para defender la ley delante del citado tribunal.

Tras la sentencia que anula la ley, Hurtado busca una salida inteligente para adaptarla a la Constitución salvando sus aspectos sustanciales. Oficiosamente, pacta una solución jurídica al problema con Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República, y con Ricardo Samper, presidente del Gobierno. Después da a conocer esta solución a Companys, president de la Generalitat, que la rechaza inmediatamente, sin ni siquiera entenderla, alegando que no piensa modificar ni una coma del texto porque la dignidad de Catalunya está en juego. Sin embargo, dos meses después, la misma Generalitat acepta una nueva propuesta de reforma de la ley que supone un cambio mucho más profundo que el sugerido por Hurtado dos meses antes. Frívolamente, sin explicación razonable alguna, lo que suponía una afrenta a la dignidad catalana se acepta sin ninguna objeción a pesar de quedar mucho más desfigurada que en la propuesta de Hurtado. La prensa, con Rovira i Virgili a la cabeza, jalea esta solución como un gran triunfo de la Generalitat.

Hurtado, persona honrada y competente, contempla estupefacto la "comedia" - esta es la palabra que utiliza-de la que es testigo directo y sus anotaciones diarias, con detalles impagables que merecen que el libro sea leído con calma, son testimonio de la fantasmal política catalana de entonces, tan similar a la de ahora.

Pensemos, por ejemplo, además de en el Estatut, en la famosa fecha tope del 9 de agosto pasado en la que si no había acuerdo de financiación la crisis con el Gobierno central sería irreversible porque también la dignidad de Catalunya estaba en juego. Transcurridos seis meses, ahora ya no hay prisa alguna y el objetivo es, simplemente, lograr un buen acuerdo que, por cierto, no llega. ¿Cuándo nos engañaron? ¿Entonces, ahora o siempre?

Además de los problemas jurídicos, explicados con una claridad lineal por Hurtado, el interés principal del dietario lo encontramos en determinadas conversaciones mantenidas por Hurtado con relevantes personalidades de la época (Azaña, Alcalá Zamora, Samper, Companys, Gaziel, entre otros), todas ellas reproducidas con gran detalle, en la descripción de determinados episodios y en los juicios que el autor emite sobre el clima político de aquel periodo. Destaca Hurtado cómo la política catalana consiste más en una continua protesta motivada normalmente por razones sentimentales que en una clara y decidida acción de gobierno: "Fingen peligros que no existen y crean conflictos imaginarios", dice. Y añade: "Nuestros políticos necesitan estas agitaciones porque no saben hacer otra cosa".

También el autor insiste constantemente en que la actuación de la clase política resulta del todo indiferente al resto de la sociedad. El día que el Parlament aprueba por segunda vez la ley declarada inconstitucional, los políticos y la prensa sostienen que el pueblo de Catalunya en masa se congregó en el parque de la Ciutadella en apoyo de las posiciones catalanas. Él, que estaba presente, relata como los manifestantes eran cuatro gatos, mientras la realidad era que el pueblo se paseaba tranquilamente por las calles de Barcelona sin preocuparse de lo que sucedía en la Cámara.

Habla también Hurtado del constante victimismo de Catalunya frente a España ("pueblo el nuestro con el espíritu débil del perseguido"), del doble lenguaje político utilizado según se esté en Madrid o en Barcelona, de que los de Estat Català son nazis y de la mediocridad de los políticos catalanes. Así retrata a Macià, amigo suyo desde la infancia: "No sabía nada de nada y daba miedo escucharle hablar de los problemas de gobierno porque no tenía ni la más elemental noción; pero el arte de hacer agitación y de amenazar hasta el límite justo para poder retroceder a tiempo, lo conocía tan bien como Cambó y como los políticos de ahora". Curiosamente, Hurtado no distingue casi entre la Lliga y Esquerra, aunque en la comparación considera a estos últimos "un poco más chapuceros y mucho menos instruidos". También aquí podemos encontrar paralelismos con la situación actual.

El oportuno dietario de Amadeu Hurtado no sólo nos permite conocer el pasado, sino comprender mejor el presente, una vez han transcurrido casi 80 años.

Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.