Para comprender los atentados de Sharm el Sheij

Mario Vicenzino es director del Global Strategy Project, con sede en Washington (EL MUNDO, 26/07/05).

Los hechos perversos ocurridos en Sharm el Sheij suponen una continuación de los atentados yihadistas, caracterizados por una planificación metódica, una preparación meticulosa y una ejecución simultánea y eficaz contra objetivos simbólicos. Estos ataques producen resultados espectaculares, en lo que se refiere a pérdidas de vidas humanas, repercusiones económicas y generan sentimientos de angustia y terror. Aunque el recurso a terroristas suicidas pueda intensificar el impacto de un atentado, este dato no siempre es esencial para su más eficaz realización.

Uno de los factores principales de motivación sigue siendo el deseo de hacer desaparecer la influencia occidental de tierras musulmanas y de acabar con aquellos musulmanes que colaboran en la promoción y en la propagación de dicha influencia. Los yihadistas consideran que el Gobierno secular de Hosni Mubarak en Egipto es uno de los más heréticos y corruptos del mundo musulmán, muy en particular por su estrecha alianza con EEUU, por su reconocimiento del Estado de Israel y por su tendencia prooccidental. La creación de un estado teocrático fundamentalista (en Egipto) sigue siendo uno de sus objetivos.

Para los radicales, lugares como Sharm el Sheij o Taba representan focos de depravación occidental en su tierra. Los atentados de Sharm el Sheij y Taba sirven al propósito conjunto tanto de golpear a esos gobiernos como de desanimar a los visitantes extranjeros y expulsarlos de allí y, de paso, hacer que desaparezca también su influencia decadente.

Egipto no es ajeno a esta forma de extremismo político religioso.A lo largo de los siglos, el fundamentalismo ha adoptado formas muy variadas en muchas religiones. El fundamentalismo islámico contemporáneo de tendencia suní se ha apoyado de manera importante en los escritos de un pensador egipcio de mediados del siglo XX, Sayid Qutb, una voz destacada de los Hermanos Musulmanes de Egipto que ha servido de inspiración a otros movimientos político religiosos de corte similar de un extremo a otro del mundo musulmán.

Gamal Abdel Nasser, el dirigente secular y nacionalista de Egipto, consideró que esta tendencia suponía una amenaza para el sistema y la prohibió. Qutb fue ahorcado en 1966 y los elementos más radicales del movimiento acabaron abrazando la lucha armada.El asesinato del sucesor de Nasser, Anuar el Sadat, atrajo la atención del mundo entero.

Los servicios de seguridad egipcios, de una eficacia brutal, consiguieron derrotar finalmente a los extremistas o les obligaron a huir al extranjero. El más notorio de sus fugitivos, Ayman al Zauahiri, unió sus fuerzas a las de Osama bin Laden para formar lo que se conoce como Al Qaeda.

El debate ahora en los servicios de Inteligencia es si estos ataques están siendo ejecutados por células autosuficientes de yihadistas locales o por el liderazgo de Al Qaeda, escondido en las montañas de la frontera entre Afganistán y Pakistán o en centros urbanos paquistaníes.

La realidad puede estar en el punto medio, de modo que esté operando una coalición de aquellos que piensan de forma similar que se adecúa a las circunstancias de cada país que es un objetivo.Supone un gran desafío para las autoridades y los servicios de Inteligencia porque se trata de una nueva generación de jóvenes yihadistas desconocidos, sin antecedentes penales, que actúan en la clandestinidad y están dispuestos a todo por su causa.