¿Para cuándo una izquierda cívica en España?

Lo digo hoy del mismo modo que llevo diciéndolo desde antes de que Pedro Sánchez hubiera sido elegido Secretario General del PSOE… y del mismo modo que cabría decirlo en el caso de que Susana Díaz o Patxi López hubieran sido los elegidos por la militancia socialista para ocupar ese cargo: descartado el PSOE para tal encomienda, en España es necesaria una izquierda cívica moderna, progresista y universalista, sensible ante los problemas sociales que padecen millones de ciudadanos españoles, inequívocamente socialdemócrata y defensora de la ampliación de un Estado del Bienestar menguado por los recortadores sociales; una alternativa reformista e igualitaria, que se muestre contundente con los adversarios políticos pero a la vez sea dialogante y posibilista cuando del interés general se trata, defensora de las profundas reformas que España necesita.

Una izquierda centrada y constitucionalista, sensata y constructiva, dispuesta a impulsar las reformas constitucionales que los españoles necesitamos: atenta a los problemas reales de los ciudadanos, radical en las ideas pero institucional y exquisita en las formas y contundente con la corrupción política y la politización actual de la práctica totalidad de las instituciones. Un centro izquierda crítico y autocrítico que anteponga la igualdad a la identidad y vertebre el Estado, reclamador de las políticas sociales que han sido recortadas por los distintos gobiernos y, a la vez, contrario a los recortes del Estado que pretenden los nacionalistas que quieren romper España: al fin y al cabo, no hay nada más reaccionario que querer levantar fronteras entre conciudadanos.

Una izquierda, por tanto, defensora de los derechos de ciudadanía, de los principios de la Revolución Francesa (igualdad, legalidad, fraternidad), del republicanismo cívico, del Estado de Derecho frente a quienes pretenden saltárselo y del laicismo identitario. Un centro izquierda con un discurso audaz y propio, alejado de los nacionalistas que pretenden romper España y de los populismos que no resuelven nada y sacan partido, mientras tanto, de la comprensible indignación de la ciudadanía. Una izquierda reformista y europeísta, del tipo que existe en otros países y que falta en España. Un centro izquierda que defienda una España de ciudadanos libres e iguales, no un país constituido como un puzle de territorios enfrentados que se dan la espalda mutuamente. Una alternativa que defienda la igualdad ciudadana frente a derechos históricos, conciertos económicos o pactos fiscales.

Una alternativa que entienda que no basta con oponerse al PP o a la derecha genéricamente verbalizada sino que comprenda que es necesario ofrecer además un proyecto alternativo atractivo y atrayente, que defienda más y mejor democracia y más participación dentro de su propia organización política. Un centro izquierda no sectario ni dogmático pero con personalidad propia, que busque sin complejos el máximo consenso posible con otras fuerzas políticas, defensor de las conquistas sociales y los servicios públicos esenciales y firmemente opuesto a los recortes sociales, la precariedad laboral, las bajas pensiones, los sueldos de miseria, la austeridad indiscriminada, el liberalismo económico sin límites, los paraísos fiscales, la ley de la jungla o la ley del más fuerte.

Una izquierda moderna con un mismo discurso en cualquier parte de España y en Europa. Y es que cuando la izquierda se ve compelida a fantasear, elucubrar o divagar en torno a naciones étnicas o identitarias, el proyecto igualitario y universalista que debería conformar el elemento central de cualquier alternativa socialdemócrata salta, indefectiblemente, por los aires.

En España hay partidos conservadores, partidos más o menos liberales y partidos socialdemócratas. En España hay un amplio abanico de opciones políticas diversas y está bien que las haya: los hay de derechas, de izquierdas o mediopensionistas. Los hay nacionalistas y los hay supuestamente constitucionalistas. Lo que no hay en el Congreso de los Diputados es una izquierda cívica, universalista e igualitaria que defienda el bien común y la socialdemocracia y se oponga contundentemente a la fragmentación del Estado y a la desigualdad. Y es extraño que no la haya… porque a millones de ciudadanos les gustaría que la hubiera.

Gorka Maneiro es impulsor y portavoz de la Plataforma Ahora.

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