Partido resucitado

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sigue señalando una percepción negativa de la economía y la política en el conjunto de la ciudadanía. Sin embargo, del debate público se percibe que ha disminuido cierta ansiedad de la ciudadanía en relación a a algunos de los problemas políticos que teníamos hasta hace unas semanas. Uno de estos problemas, que no afectaba únicamente a sus partícipes directos, o sea sus militantes, era el de la elección de un secretario general del principal partido de la oposición. La importancia de este asunto, a mi modo de ver, trasciende el ámbito partidista de sus militantes o de sus simpatizantes más cercanos.

Se dice, muchas veces con los peores deseos, que un sistema democrático debe tener los contrapesos correspondientes, y en particular, se resalta la necesidad de un partido de oposición fuerte. En el caso del PSOE, su reciente crisis y el espectáculo de aquel comité federal se vivió con cierta angustia y pesar por amplios sectores de la población, por supuesto sus votantes actuales, sus exvotantes y también por muchos sectores ciudadanos. En el fondo se estaba reconociendo su contribución al desarrollo económico y social de la España de estos últimos 40 años.

Por tanto, el asunto del PSOE entiendo que es un tema de interés general. Desde este punto de vista, conviene hablar del propio partido y de su trabajo y organización.

No comentaré las cuestiones de qué políticas públicas hacer, de sus principios, de la ideología o la posible crisis de la socialdemocracia, si no del quién hace esas políticas y cómo. A mi modo de ver la crisis electoral del PSOE y su continuada perdida de influencia y alejamiento de la sociedad es más un problema de la organización que de las políticas, principios o ideología.

Una organización de gobierno, que ocupa muchas parcelas de poder, local, autonómico, central, tiene que tener una estructura orgánica permanente y profesionalizada, tiene que tener un aparato. El problema viene cuando el aparato se transforma en un fin en sí mismo y su primer objetivo es su supervivencia (o sobre-vivencia, si me permite), se encierra, aplica políticas clientelares y se aísla de la sociedad. Para mí el problema del PSOE, más que de principios, programas y políticas, que también, es fundamentalmente de organización. Un problema que desde sectores del propio partido se soslaya en sus análisis públicos.

se HABLA DEL ABANDONO del partido por las clases urbanas más dinámicas, que se ha convertido en rural, que los jóvenes ya no se acercan… pero no se habla de poner los remedios claros y efectivos: democratizar las agrupaciones o sustituirlas por organizaciones más dinámicas, no se habla de abrir el partido y aumentar la militancia.

Así el partido se ha ido convirtiendo en un reducto de gente que vive de la política y de otro círculo que quiere vivir de ella. Un reducto cada vez más reducido y aislado. Cuando Felipe González dejó la secretaria general, había una docena de dirigentes que podían relevarle con capacidad sobrada. En estos tiempos no se va nada sobrado de dirigentes capaces que sustituyan a los que por una causa u otra lo dejan.

El problema se extiende a todos los niveles de la organización: central, autonómica, provincial o local. Así, a la presencia de candidatos electorales desconocidos (o demasiado conocidos), que no se sabe de dónde, cómo y por qué han aparecido o se les ha puesto, de no demostrada valía o cualificación, el electorado, poco a poco, ha ido desentendiéndose. Se acabó de votar con la nariz tapada ya hace tiempo.

Sin embargo, la militancia del PSOE no se ha conformado con ese agónico suicidio en el que llevaba ya unos cuantos años la organización. El partido ha resucitado. Lo que se observa es que los militantes no han querido un partido muerto que sólo servía para dar empleo a los enterradores. Los pasos precongresuales van en la dirección de construir y de no confrontación.

La cuestión es si será capaz de hacer un partido vivo de nuevo: democratizar y unificar agrupaciones (la discordancia entre votos y avales en las pasadas primarias no puede ser más elocuente), abrir el partido e incrementar la militancia, elegir los cargos públicos y los dirigentes previa presentación a la militancia, donde se expongan quiénes son y qué saben... El tema transciende lo partidista y nos interesa a todos. Ojalá acierten.

José Manuel Lasierra, profesor de la Universidad de Zaragoza.Facultad de Sociales y del Trabajo.

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