Pedro Sánchez vacía al PSOE

Esta es la trampa en la que el sanchismo ha metido al PSOE: si el 28-A gana Pedro Sánchez, ganan con él Puigdemont y Junqueras. El riesgo de que la llave de la gobernabilidad de España esté en poder del independentismo no es una hipótesis de trabajo, es un hecho conocido. Cómo ignorar que ellos decidieron cuándo se disolvían las Cortes. La opción de la ministra Batet frente a Borrell para encabezar Barcelona, la de quien rompió en 2015 la disciplina socialista para votar a favor del “derecho a decidir” en lugar del que protagonizó la gran manifestación contra el procés, deja las intenciones de Sánchez al descubierto.

En Andalucía, 700.000 electores de la izquierda ya dieron la voz de alarma abandonando a PSOE y Podemos. Iván Redondo, el fichaje de Sánchez con mando en plaza en Moncloa, fabrica a destajo relatos contra esa amenaza, spins con los que alimenta las terminales mediáticas del sanchismo. Mark Thomson, presidente del The New York Times y durante años director de la BBC, define spin como una técnica de manipulación mediática, un truco que sirve para modificar la voluntad de los electores. El resultado es la destrucción de la credibilidad del lenguaje público. Me impresionó Sánchez cuando, para justificar la convocatoria de elecciones, dijo: “Llámenme clásico, pero sin presupuestos propios no se puede gobernar”. Tiene mérito, tras mantener durante meses lo contrario.

¿Quién es este constructor de spins, de cuentos? Hace unos años se presentó en Badalona como un spin doctor y se ofreció al candidato del PP, Albiol, para fabricarle la campaña más racista que se recuerda en España: “Limpiar Badalona”. Es el mismo que montó un espectáculo humanitario con el Aquarius a petición del Gobierno sanchista. El mismo que, posteriormente, fabricó mensajes para justificar “entregas en caliente” en la frontera con Marruecos. El que guía al PSOE y lo vacía de cualquier resto de valores de izquierda.

Cuando escribo, está enviado a todas las terminales del sanchismo, desde programas de humor a tertulias precocinadas, un relato cerrado sobre “las trampas de Cs” en Castilla y León. Su red de colaboradores convierte a Rivera, al que los militantes han obligado a cambiar una candidata, en un tramposo, y a Sánchez en el “líder de las bases”, tras cambiar las decisiones de los militantes en Sevilla, Córdoba, Cádiz, Almería, León, Palencia o Aragón. Y el spin de los spins: “No pienses en el procés”. Pero, con una secretaria de juzgado saliendo por el tejado y mandos de la Guardia Civil y de la Policía defendiendo al Estado frente a golpistas, con líderes de ERC como el presidente del Parlamet, Torra, declarando en sede judicial que “lo volveremos a hacer”, la tarea del gurú de Moncloa será algo más complicada que con “Limpiar Badalona”.

“Piensa en Vox”, “piensa en Franco”, mensajes que circulan a todo trapo hasta las terminales. A veces extrema el método para presentarnos a Pedro Sánchez como el héroe que derrotará a la extrema derecha. Mucho Vox para pararle los pies a Vox. Aunque, como nos enseña Umberto Eco en Construir el enemigo, hay que diferenciar entre el enemigo que te interesa y el que de verdad te amenaza. Donde el mago dice “que viene Vox”, póngase “que viene Ciudadanos”. En ese baile, Arrimadas, la que se ganó el derecho a ser escuchada con el pasaporte en la mano, en la tribuna del Parlament, y su “a mí no me vais a pedir esto para ir a Jerez a ver a mi familia”, es la que es señalada como el “anticristo”.

Habrá que ver si este guía del PSOE de Sánchez logra que los 700.000, más los correspondientes a toda España, dejan de pensar en los independentistas y se centran, como él quiere, en Vox y la momia de Franco; si consigue que olviden que Sánchez tendría que formar mayoría con Iglesias, Colau, PNV, Puigdemont, Junqueras, Iceta y los otros soberanistas del PSOE, Mareas, Compromís, y otros, para sacar a España de la situación, única en la eurozona, de “déficit excesivo” por un 3,1% de déficit estructural, lo que agravan con decretos sin respaldo presupuestarios.

El jefe de gabinete de Sánchez se está centrando en la reproducción del viejo bipartidismo, el que se ha reactivado en todas las tertulias y platós de TV, con sus “aquí los del PP, aquí los del PSOE”. ¿Responde a la España real? A principios de año Gallup publicó un estudio en el que demostraba que republicanos y demócratas perdían peso en la opinión pública en beneficio de los independientes. Desde los años ochenta, este último grupo, el que cambia de partido y decide, ha pasado, de representar un tercio de los electores, a la mitad. No es exclusivo de EEUU, como demuestra Moisés Naím en El fin del poder. En España se detecta en las masivas migraciones de los electores de unas ofertas políticas a otras, sin que las viejas técnicas sociométricas sean capaces de detectarlo con sus “entre 0 y 10, dígame cómo de derechas o de izquierdas se siente”.

En mi opinión, se va a abrir una gran autopista por el espacio de la centralidad política. No va a poder pararlo ningún comercial que ignore los hechos. Después del desconcierto que provocará el 28-A, será difícil detener la avalancha tras el 26-M y, desde esa centralidad, o se forma una nueva coalición PSOE-Cs o se abre paso un macronazo que liquide la rémora del bipartidismo convertido en un arca de Noé para dependientes de la vieja política.

¿El sanchismo? Un estorbo que vacía de ideología al PSOE, un tapón para el cambio político que no se puede posponer más en España y un riesgo de eternizar el problema independentista. Michael Ignatieff tuvo la oportunidad de ser presidente de Canadá con el voto de los separatistas, pero él no les entregó la llave de la gobernalidad. “El oportunismo puede ser una virtud en política, pero la explotación de una crisis de esta magnitud no nos iba a ganar más que desprecio”, escribió sobre su renuncia a la única oportunidad que tuvo de ser jefe del gobierno de su país. Y el gran Ignatieff se retiró y volvió a Harvard a seguir escribiendo libros de verdad.

Jesús Cuadrado Bausela es geógrafo y ha sido diputado nacional del PSOE en tres legislaturas.

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