Pelillos a la mar

Por Inocencio Arias, ex embajador de España en la ONU (EL PERIODICO, 24/02/05):

"Comemos patatas a la francesa", comentó Bush en la cena que ofreció, gran honor, a su encarnizado exoponente en Irak, Chirac. La frase era significativa porque siendo ése el nombre que en su país se da a las patatas fritas, es sabido que en la época del conflicto, cuando las puyas a Francia hacían furor en EEUU, abundantes restaurantes habían decidido llamarlas "patatas de la libertad". ¿Ha sido el periplo europeo un simple festival de frasecitas? No. Aunque algunas divergencias con Europa siguen ahí, el viaje ha remendado descosidos y, sobre todo, por la abundancia de gestos, ha mejorado el ambiente. La diplomacia se asienta en gestos y, como apuntó el embajador americano en Bruselas, no te metes de nuevo en la cama si no ha habido previamente unos besos.

Bush dejó en su patria el traje unilateral y ha repetido con rotundidad, miel para los europeos, que Washington quiere una Europa fuerte, no dividida, y que "éste era un viaje para escuchar" a sus aliados. Varios de éstos se han dado cuenta de que, aunque preferían a Kerry, hay Bush para cuatro vitales años y él sabe que hay cosas que EEUU no puede resolver solo. El presidente llegaba parcialmente reivindicado por dos importantes hechos. Las elecciones de Irak han resultado razonablemente bien (quien cuestione el nivel de participación en el mortífero Irak tras nuestro referendo está tocando el violón) y el corte de sus tratos con la OLP mientras estuviese Arafat, lo que fue criticado, le ha funcionado. Los contactos y el aliento a su sucesor Abú Mazen son constantes. Así, en Irak, se ha intentado pasar página. "Sé que aquí se disentía, pero miremos al futuro", ha dicho Bush.

Aunque modesto, el presidente ha arrancado un cambio: la OTAN formará a soldados y policías iraquís. Seis países, Francia, Alemania, España, Grecia, Bélgica y Luxemburgo, sólo lo harán fuera de Irak. En Oriente Próximo, Bush no ha escurrido el bulto. Aunque en el pasado repitió, causando irritación, que comprendía las reservas de Sharon hacia el retorno de los refugiados, en Bruselas habló de una Palestina viable afirmando, en referencia a los enclaves judíos, que "un Estado palestino con territorios desparramados no puede funcionar".

En lo tocante a Irán aflora la convergencia en el fondo --"estamos absolutamente de acuerdo en que no debe tener el arma nuclear", declaraba Schröder--, pero se disiente en cómo impedirlo. Bush, escéptico con el resultado, ha mostrado paciencia con la iniciativa diplomática europea que negocia con Teherán la renuncia verificable a dotarse del arma. No accede a darle todas las zanahorias que proponen los alemanes (venta de airbuses, entrada en la Organización Mundial del Comercio...). Para tranquilidad momentánea de sus interlocutores ha confesado "que es totalmente ridículo que tengamos ahora planes de atacar Irán". Pero ha añadido: "Dicho esto, todas las opciones están sobre la mesa".

Más descarnada ha sido la cuestión china. Los europeos desean eliminar el embargo de venta de armas establecido a raíz de Tiannamen. EEUU está profundamente preocupado. Alega que los derechos humanos siguen sin respetarse en China y, con más convicción, dos razones estratégicas de peso. Armar a China rompería el equilibrio entre Pekín y Taiwán y la capacitaría para poseer armamento de tercera generación, algo nocivo para la zona. Esto ha sido coreado por Japón, alarmado por el rearme chino. Bush ha añadido que el Congreso de su país no entendería el giro europeo. También hay disensiones en el Tratado de Kioto, que EEUU no firma y del que Europa es parte con un cumplimiento insatisfactorio, y en la Corte Penal Internacional. Los americanos, aterrorizados ante previsibles acusaciones a sus militares que ellos considerarían politizadas, no entran.

Las manifestaciones de que EEUU y Europa se han "reencontrado" han sido prolíficas. Los bien pensados coligen que hay un Bush I, que iba por libre, y un Bush II, aleccionado por la Rice, más dialogante y receptivo. Es posible, dentro de unos límites. En el fondo persiste una distonía, no alarmante aún, entre la concepción de la seguridad de Bush y la de Francia y Alemania que ha llevado al canciller germano a avanzar que la Alianza Atlántica "ya no es el lugar principal donde los aliados coordinan sus estrategias". Los dos europeos, en lo que no es seguro que sean seguidos por toda la OTAN, querrían que una parte del protagonismo de las relaciones de EEUU con Europa se trasladara a la UE en detrimento de la OTAN. Washington no es partidario.

Bush regresa moderadamente satisfecho, los europeos gestionaban frenéticamente un aparte y el hielo se ha roto. Volverá empapado, no obstante, de que la percepción de las posibles amenazas diverge. En EEUU preocupa el terrorismo en cualquiera de sus posibilidades. En Europa es algo menos acuciante y no menos preocupante que el Oriente Próximo, la debilidad del dólar o el cambio climático. Europa sabe, además, pensemos en Schöder, que ahora puede irse de copas sin la protección yanqui: los tanques soviéticos ya no están a 70 kilómetros de Alemania.

Bush ha visto a solas a un largo puñado de dirigentes (Chirac, Blair, Schröder, Berlusconi, Durao Barroso, Putin, Yushenko...). La Rice, días antes, a otros 11. El estricto protocolario apretón de manos con Zapatero, ni entrevista ni un aparte, es llamativo. Sabemos que las declaraciones de nuestro presidente sobre Irak no entusiasmaron a Washington pero dado que Chirac y Schröder fueron en el conflicto claramente opuestos a Bush cabe preguntarse por qué ellos pueden ya bailar casi cheek to cheek con el estadounidense ("siempre aprendo de Jacques") y el nuestro no puede ni tomar un frío té. ¿Qué, en concreto, le habrá repateado a Bush para que le siga dando achares a Zapatero y a nosotros?

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