Pensando contra ETA

Leo en la prensa vasca del grupo Vocento del día 17, en titulares, que «Francia no ve obstáculos a la presencia de la Ertzaintza en investigaciones en su territorio». El subtítulo es todavía mas explícito: «Un convenio del 2003 deja en manos del Gobierno español la incorporación de las policías autonómicas al trabajo en suelo galo. Jueces franceses verían con buenos ojos la colaboración». El cuerpo del artículo corrobora plenamente los titulares. La Ertzaintza no forma parte de los acuerdos de Schengen lisa y llanamente porque el Gobierno español no quiere.

Rodolfo Ares, consejero de Interior del nuevo Gobierno vasco, preguntado por Alberto Surio –recién nombrado director de la Radiotelevisión Vasca (EITB), pero ejerciendo aún de periodista– sobre por qué la Ertzaintza no ha desarticulado hace tiempo comandos de ETA, responde que está «seguro» de que «esa circunstancia cambiará en el futuro». Cuando el periodista le dice que «quizá el problema es la falta de conexión con el banco de datos de Schengen», le responde Ares que «hay que buscar fórmulas para resolverla, que la Ertzaintza como policía integral tenga toda la información para hacer el mejor trabajo en la lucha contra el terrorismo, reforzando la colaboración con la Policía y la Guardia Civil». Pero responde con vaguedades a la pregunta de si «es posible la presencia sobre el terreno de la Ertzaintza en Francia».

El viernes 18 leemos en los mismos medios que ERNE (sindicato independiente de la Ertzaintza al que nadie puede calificar de nacionalista) tildó de «vergüenza y escándalo» la no inclusión de la policía autonómica en los acuerdos de Schengen por parte del Ministerio del Interior. Más adelante, en cuanto a la disposición del ministerio a dar información al instante en materia antiterrorista a las otras policías del Estado, ERNE cree que es «una auténtica tomadura de pelo» porque esa colaboración ya se producía. Por ello, exige al Parlamento vasco que vuelva a pronunciarse «a favor de que la Ertzaintza, como policía integral, participe en Schengen».

Pero lo más grave, a mi juicio, está en la afirmación del sindicato de que «no se ponen todos los medios para la lucha contra el terrorismo y eso lo paga toda la sociedad». «Todos somos víctimas del terrorismo de ETA», dice, y la falta de acuerdo en esta materia es una «dejación absoluta», ya que supone «no poner todos los medios para la lucha contra el terrorismo» y deja a la Ertzaintza «sin una herramienta de trabajo esencial y prioritaria». Aquí también vale aquello de que se puede hablar más alto, pero no más claro.

Escribo estas líneas a las pocas horas del último asesinato de ETA, en la figura, esta vez, de un policía nacional, Eduardo Puelles García, un vasco, luchador infatigable contra ETA como su hermano, miembro de la Ertzaintza. Mis condolencias más sinceras a su familia y mi gratitud a la labor de la Policía Nacional por su labor en Euskadi.

No voy a trasladar aquí las declaraciones de los dirigentes políticos diciendo lo de siempre: que vamos a acabar con ETA, que aplicaremos todo el peso de la ley, que reforzaremos la colaboración internacional y que a estos asesinos solo les espera la cárcel. No porque no esté de acuerdo con lo que se dice. Menos aún quiero criticar, lo mas mínimo, las declaraciones de los políticos en estas circunstancias. Sé muy bien, incluso lo he vivido muy cerca en el entorno familiar, que estos días son los peores, para un político en Euskadi en el ejercicio de su cargo. Pero mi obligación como analista es añadir que hace ya muchos años que esto no basta.

Llevamos demasiados años oyendo lo mismo. Hemos mejorado, sí. Hoy estamos mejor que ayer. También. Pero la derrota de ETA exige, de verdad, otra política antiterrorista que asocie, sin ambages, a la mayoría nacionalista vasca a la lucha contra ETA. Todavía hay muchos vascos que entienden muchas manifestaciones antiterroristas como manifestaciones antinacionalistas, cuando no manifestaciones antivascas. Las reticencias por parte del Ministerio del Interior español a incorporar, de pleno derecho, a la Ertzaintza a los acuerdos de Schengen son un indicador de lo que quiero decir. Obviamente, no hubiéramos acabado con ETA si la Ertzaintza llevara 10 años en el espacio Schengen, pero habría sido una medida antiterrorista tomada en el buen sentido.

ETA surgió hace cincuenta años. Algunos señalan el 31 de agosto de 1959 como la fecha fatídica en la que nace ETA en el seno de la sociedad vasca. En el seno del nacionalismo vasco. No hay que olvidar que uno de sus objetivos, si no el objetivo máximo, es suplantar al PNV como representante máximo del nacionalismo vasco. Por eso también incumbe al nacionalismo vasco luchar contra ETA. En primera fila. La historia dirá hasta qué punto el nacionalismo vasco ha sido suficientemente contundente o excesivamente complaciente con el mundo de ETA estos 50 años pasados. Pero lo que me parece evidente es que no se podrá terminar con ETA mientras haya confusión entre lucha antiterrorista y lucha antinacionalista. Porque entonces, en lo más recóndito de la mente –y sobre todo del corazón– de muchos nacionalistas, se inscribe la idea de que el enemigo que hay que abatir no es ETA, sino el nacionalismo vasco. Y aquí tocamos en hueso. Duro.

Javier Elzo, catedrático emérito de Deusto.