Peor un ‘héroe’ que un ‘mártir’

Se temió crear un “mártir’ y se ha creado un ‘héroe’. Lo cual es mucho peor. Y es que el miedo siempre es un mal consejero, como reza la sabiduría popular.

Se comprende la difícil tesitura con que se encontraba el Gobierno. El dilema, políticamente, era espantoso. O dejar morir a De Juana en la cárcel, cumpliendo estrictamente la condena impuesta por la justicia, o atenuar su situación penitenciaria, como primer paso de mandarle a casa, para ver si dejando su voluntaria huelga de hambre de protesta, lograba salvar la vida, que él mismo se había jugado en la apuesta de su desafío al Estado de Derecho. La dificultad enorme de la decisión que había que tomar, sin embargo, no puede legitimar que un Estado ceda ante un puro chantaje de un asesino.

La propia vicepresidenta Fernández de La Vega, ha tenido que reconocer que si bien el Gobierno la asume, esta decisión “política” (de conceder esa prisión atenuada) es “difícil de entender” y que el Ejecutivo “comparte el rechazo” que conlleva, asegurando que no se ha no se ha “cedido al chantaje”. ¿A qué se ha cedido, entonces? Parece claro que al miedo de crear un “mártir” para la causa abertzale, y a las posibles consecuencias de violencia que podía desencadenar.

Pero, seguramente, no se valoró bien qué podía significar la creación de un “héroe” de la causa etarra, y de sus posibles repercusiones tanto políticas –ya que fue una decisión “política”- como jurídicas, pues viene a desprestigiar y humillar, por obra y desgracia de una decisión gubernamental, el Estado de derecho y democrático que nos permite una convivencia razonablemente digna, civilizada y próspera. Convivencia democrática a la que una decisión “política”, cuyo “rechazo” comparte (asustado) el propio Gobierno que la ha tomado, ha dado un nuevo ‘héroe’ para combatirla; seguramente un ‘héroe’ nuevo capaz de desplazar al propio Otegi.

Todas las atenuantes y comprensiones de dificultad que se apliquen para explicar esta decisión, no llegarán a justificarla. Y las sospechas de manejos o negociaciones ocultas con los etarras, incluso con objetivos gubernamentales nobles pero con estrategias seguramente equivocadas a la vista de la marcha del “proceso”, no pararán sino que aumentarán el rechazo frontal de la oposición y la crispación ciudadana.

Lo cual, seguramente, llevará a muchos a tomarse muy en serio aquello de que detrás del famoso “talante”, se esconde no poca falta de “talento” para gobernar.

Wifredo Espina, periodista y ex director del Centre d’Investigació de la Comunicació.