Perdiendo diversidad, la trastienda del olivo

Un reciente informe de las Naciones Unidas alerta de que hasta un millón de especies podrían extinguirse en el planeta en las próximas décadas. Nos enfrentamos a un reto global que exige acciones políticas, sociales y económicas decididas. Pero si creemos que el quebranto se produce en lugares remotos y con especies desconocidas, nos equivocamos.

Los medios de comunicación se hacen eco de la investigación que ha puesto en marcha el Defensor del Pueblo de Cataluña, para investigar el «arranque indiscriminado» de olivos centenarios para venderlos. Pedirá «medidas rápidas y firmes para parar con la máxima rapidez el expolio de este patrimonio natural». En su desesperación, agricultores y ecologistas del sur Tarragona reclaman una ley de protección como la de la Comunidad Valenciana. La que se está tramitando en el Parlamento catalán no cubre ni mucho menos sus expectativas «solo serviría para proteger algunos olivos, sin tener en cuenta su valor como elementos paisajísticos y de sostenibilidad ambiental y económica del territorio».

El expolio que sufren los olivos monumentales en Cataluña no es una novedad, viene produciéndose desde hace más de cuatro décadas. Y tampoco es algo exclusivo de Cataluña, se produce en toda España: Extremadura, Murcia, Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha... Es una consecuencia de la España vacía, y vaciada. En nuestro país, las competencias para proteger los árboles monumentales están transferidas a las Comunidades. Cataluña dispone de un marco jurídico específico que se remonta al año 1987, pero solo tres olivos forman parte del Catálogo de Árboles Monumentales de Cataluña: «Lo Parot» (el padre de los olivos), y las «Fargues de l’Arion I y II», ambos en la provincia de Tarragona. Pero lo que más llama la atención, y explica la situación, es el contenido de la ficha técnica oficial de «Les Fargues», consultable en internet, que señala que solo «en la comarca del Montsià se han registrado 1.668 ejemplares singulares milenarios».

Los informes científicos realizados al amparo de la Naciones Unidas advierten de la urgencia de tomar medidas inmediatas, eficaces y firmes, con los que afrontar la pérdida de biodiversidad, el avance de la desertización, el calentamiento global, la despoblación del medio rural, los grandes incendios forestales, el cambio climático… Tal vez, nunca se hablado tanto de todo ello como en los últimos tiempos, pero sin lugar a duda es el árbol el elemento natural más diezmado y marginado de las leyes que se dictan para proteger el medio ambiente.

Para hacernos una idea de la dimensión del problema hay que consultar la tesis doctoral «Prospección, diversidad genética y conservación de ejemplares monumentales y poblaciones silvestres del olivo en Andalucía» presentada en la Universidad de Córdoba en junio de 2008. En Andalucía, que cuenta con más de 300 millones de olivos en cultivo y una tradición olivarera de más de 2.000 años de antigüedad, solo pudieron inventariar 35 olivos, 56 olivares, 18 acebuches y 5 acebuchales monumentales. Los resultados genéticos fueron aún más reveladores, ya que el 83 por ciento de los genotipos estudiados correspondieron a variedades de olivos desconocidas para la ciencia. La tesis alerta de lo limitado de su número, urge a la conservación inmediata y recomienda proteger jurídicamente los olivos monumentales siguiendo el ejemplo a la Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental valenciana. Desafortunadamente, ni esos pocos olivos tan valiosos están protegidos como Monumentos Naturales en Andalucía.

La Comunidad Valenciana sufrió el expolio de olivos monumentales de forma aún más intensa si cabe que el resto de España, pero la movilización social conseguida gracias a la apuesta decidida de los medios de comunicación en su denuncia y defensa hizo el resto. Con la ley en la mano están protegidos los olivos que alcancen 350 años y los que superen los 6 metros de perímetro de tronco. Según las organizaciones agrarias del norte de Castellón hay más de 4.500 olivos que reúnen los requisitos legalmente establecidos. Desde entonces tomó nuevos aires la comercialización de aceite milenario…

La conclusión parece evidente, proteger un puñado de olivos, los más gordos, no es muy eficaz si lo que se quiere es contribuir a la sostenibilidad ambiental y económica de un territorio y a la conservación de la biodiversidad. La Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental valenciana fue aprobaba por unanimidad en el parlamento valenciano en 2006. Y aunque a fecha de hoy los olivos valencianos siguen sin recibir los cuidados que necesitan, al menos tienen a la Ley de su parte. Llegados a este punto cabria recordar la rápida y eficaz actuación del Seprona, que consiguió acabar con el expolio de olivos valencianos en tan solo una semana.

Bernabé Moya, botánico.

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