Periodismo con mayúsculas

Nos alegramos mucho la Reina y yo de que finalmente, con lo que todos hemos vivido estos meses, sea posible reunirnos aquí esta noche para celebrar esta cita clásica de nuestro periodismo: los premios Cavia de ABC. Y no es tan solo una edición más, puesto que con esta son nada menos que 100.

Os agradecemos el esfuerzo; es un placer acompañaros y un honor entregar vuestros premios. Enhorabuena por este aniversario que cumplís cuando, ciertamente, España -como tantos países en todo el mundo- atraviesa por unas circunstancias realmente muy difíciles.

La pandemia del Covid-19 supone un inmenso reto sanitario, de salud pública, y también económico y social. Pero aun siendo muy consciente de las dificultades que afrontamos, quiero invitar a la esperanza. Los españoles hemos dado pruebas reiteradas de nuestra voluntad de superación en las circunstancias más adversas. Estoy seguro de que esta vez también lo lograremos. Unidos; con confianza, solidaridad y esfuerzo. Tenemos, además, la oportunidad de responder a este envite con un impulso modernizador, que nos permita seguir avanzando en la indudable historia de éxito que ha sido la España democrática.

Se lo debemos a una generación sobresaliente, especialmente afectada por el virus, que hizo de la convivencia y el progreso un compromiso con su país. Se lo debemos también a nuestros jóvenes, muchos de los cuales ven cómo la epidemia, aún sin afectarles tanto directamente a su salud, dificulta seriamente su proyecto de vida personal y profesional.

Nuestro país ha sufrido mucho, sí. Y es evidente que el mundo entero está padeciendo un enorme impacto. Pero aquí la crisis también ha puesto de relieve los mejores valores personales y colectivos. Nuestros sanitarios han sido la imagen, la expresión, de una enorme labor ejemplar y solidaria. Ellos encabezan una larga lista de empleados públicos y ciudadanos que se merecen todo nuestro respeto, nuestra gratitud y nuestra admiración.

Hoy nos reúne el Periodismo. Lo hace en esta nueva Casa de ABC -el periódico que fundó Torcuato Luca de Tena hace 117 años- y no debemos dejar de ensalzar la labor de la prensa durante esta crisis. Las redacciones se vaciaron y fue necesario implantar nuevos sistemas de teletrabajo, asumiendo un desafío tecnológico y organizativo inédito.

Los periódicos siguieron llegando a los lectores, se reforzaron las ediciones digitales, que han alcanzado audiencias extraordinarias. En las jornadas más duras de la pandemia, la información, en suma, no dejó nunca de fluir. Al mismo tiempo, la prensa siguió ejerciendo su labor como la conciencia crítica de una sociedad diversa y plural, característica fundamental del periodismo ejercido en libertad y democracia.

Porque el periodismo no es un oficio más. La libertad de prensa aporta un oxígeno que vivifica las democracias. Mi enhorabuena por su esfuerzo en unos meses muy complicados para la redacción de ABC y su director, Bieito Rubido, que hago extensiva a todos los medios de Vocento y al conjunto de la profesión y de las empresas periodísticas por su trabajo siempre valioso, pero más aún en estas circunstancias tan difíciles para nuestra sociedad.

Y periodistas son -o lo fueron- los ganadores de esta edición centenaria de los Cavia, porque nuestros premiados han sabido mantener el inexcusable compromiso con la verdad incluso inmersos en los lances más duros.

Presentar a Arturo Pérez-Reverte, cartagenero de 1951, es un ejercicio casi ocioso, pues es uno de los periodistas y literatos más conocidos del país. Durante 21 años de su andadura, el nuevo premio Cavia fue reportero en la línea de fuego de los conflictos más amargos del globo, desde la guerra de Beirut a la de los Balcanes, pasando por Las Malvinas, El Salvador, Chad o Eritrea. «Me pateaba el mundo para mis lectores», ha resumido él mismo. En 1986, inició con «El húsar» una fructífera y triunfal carrera literaria, que lo ha llevado también a velar por el esplendor del idioma español como académico.

Arturo no se presenta a premios. «A mí me los dan a traición», suele bromear. Esta vez ha sido «traicionado» por un evocador artículo titulado «La Posada de Dickens», publicado en la revista «XL Semanal». Allí, degustando con calma una cerveza a orillas del Támesis, comparte impresiones con uno de sus héroes, Joseph Conrad, el único escritor del que ha colgado un retrato en su estudio de trabajo. Arturo sabe, y lo proclama, que «la mirada solo se educa con la vida y las lecturas». Nuestro premio Cavia ha explicado que «el pasado, digerido como compañía y no como nostalgia, y menos con rencor, le da al presente una riqueza extraordinaria».

Maruja Torres, premio Luca de Tena, se ha dedicado durante el confinamiento a una de las cosas que mejor sabe hacer: periodismo. Lo ha hecho con una columna diaria en «El País», que sin prejuicios y con sentido del humor, tituló «Vieja, amortizada y en casa». Maruja también conoció los frentes de combate, vivencias que recopiló en 1999 con su libro «Mujer en guerra». Su carrera profesional es una historia de verdadero mérito y admirable perseverancia.

Nacida en el barrio del Raval de Barcelona en 1943, en el seno de una familia humilde de inmigrantes, es una autodidacta que ha construido a pulso una extraordinaria carrera, tanto en periodismo como en literatura. Como periodista, nunca ha perdido el pulso de lo popular, de la vida a pie de calle. Sus novelas le han valido los premios Planeta y Nadal. Maruja Torres sostiene que «el periodismo es ante todo una cuestión moral». Ella nos ha divertido, nos ha conmovido y nos ha contado el mundo. No se puede pedir más a una periodista. Su receta es clara: «Hay que contar la verdad, aunque no te guste».

Catalán -de Girona- es también el nuevo premio Mingote, el fotógrafo Dani Duch. Comenzó a trastear con la cámara en su pueblo, Cassà de la Selva, y la fotografía lo enganchó. Primero se fogueó en la prensa local, cubriendo, entre otras situaciones, incontables partidos de fútbol de categoría Regional. En 1989 se incorporó a «La Vanguardia» y allí publicó el año pasado la fotografía que le ha valido este premio, tomada en la investidura de la presidenta de la CAM, Isabel Díaz Ayuso. Es una imagen sorprendente, distinta, porque Dani Duch tiene el don de poseer una mirada propia.

Explica que el secreto para hacer una buena fotografía pasa «por estar allí en el momento clave e intentar explicar desde tu punto de vista lo que está pasando». Nuestro premiado ha trabajado muy duro para retratar el drama de la epidemia. Ha contado que salía de su casa «todos los días a las seis o siete de la mañana» y no retornaba hasta entrada la noche. Mientras la población confinada anhelaba poder salir, él confiesa que de lo que tenía ganas tras unas jornadas agotadoras era «de poder llegar a casa».

Enhorabuena a los tres premiados, y a ABC por el centenario de sus premios Cavia. Es muy difícil perdurar tanto tiempo sin apearse del compromiso con la excelencia, y este periódico y nuestros galardonados sin duda han sabido hacerlo. Periodismo con mayúsculas. Siempre imprescindible.

Felipe VI, Rey de España.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *