Pero ¿vuelve ya el crédito?

Estamos escuchando últimamente que ya vuelve el crédito y que aumentan las nuevas operaciones que se formalizan. Desde luego, todo apunta a que, en la medida en que se vaya consolidando la reactivación de la economía española, irá recuperándose también el crédito, pero los datos disponibles por ahora están lejos de mostrarlo todavía y existen algunas dosis de voluntarismo en las aseveraciones que lo certifican. Porque todavía predomina claramente el efecto del desapalancamiento.

Hay dos variables principales donde observar la evolución: el saldo vivo (el stock) del crédito a residentes del sector privado, empresas y familias, y las nuevas operaciones (el “flujo”) que se otorgan en cada periodo. Empezando por el saldo vivo, es verdad que su retroceso se ha moderado, desde que en julio de 2013 llegó al -13%, hasta el -8,5% del último dato disponible (mayo). Pero ese importe se mueve no sólo por las nuevas operaciones realizadas, sino también por la cancelación de las antiguas. Pues bien, la mejora de la tasa interanual se debe precisamente a la menor cancelación, sobre todo porque este año no hay venta a la Sareb a diferencia de lo ocurrido hace algo más de un año. En todo caso, la tasa actual todavía es bastante peor que el promedio de 2012 (-4,6%) o el de 2011 (-1,4%).

Pero ¿crece realmente el flujo de nuevas operaciones? La respuesta es: no, en la cifra total; sí, en algunas modalidades. Crecen en crédito vivienda y consumo (19% y 20%, respectivamente en enero-mayo) y en las pólizas de préstamo de menos de un millón (+5%), que se suelen asimilar a pymes, pero influye bastante que se compara con una base reducida, lo que es especialmente relevante en las operaciones hipotecarias (ya que se anticiparon muchas a finales de 2012, por la subida del IVA y final de la desgravación, mientras en los primeros meses de 2013 hubo pocas). Sin embargo, en el resto de segmentos, sigue habiendo descensos, en lo que influyen las mayores exigencias de capital a los bancos, al agotamiento de los límites de riesgo y la falta de solvencia de la demanda. Además, las grandes empresas emiten deuda y recurren menos al crédito bancario. Por ello, la cifra total de nuevas operaciones, lejos de crecer, muestra un descenso del 18%.

¿Cuándo puede empezar a crecer el saldo vivo de crédito? ¿Cabe confiar en las medidas recién anunciadas por el BCE para que el crédito se recupere? Mi opinión es que la falta de crecimiento del crédito se debe, en mayor medida, a la preocupación que tienen las entidades por la suficiencia de su capital y a la falta de demanda de crédito suficientemente solvente, que a la ausencia de liquidez. En realidad, la liquidez ya sobra en el sistema como lo prueba el que las entidades han dejado de competir con agresividad por los depósitos y desvían la clientela a fondos. O que la emplean en comprar deuda. Si a ello unimos que las subastas de liquidez TLTRO no empezarán hasta después del verano, puede concluirse que el efecto sobre el crédito de las medidas del BCE será poco relevante en nuestro país, sobre todo a corto plazo. Sin duda, será más bien la recuperación de la economía española la que irá tirando del crédito al mejorar la demanda.

Otros dos hitos importantes serán el conocimiento de los resultados en las pruebas de estrés y el inicio del nuevo supervisor único europeo, ambos en el último trimestre de 2014, porque despejarán incertidumbres que penden sobre las entidades y sobre su nivel de saneamiento. Así, cabe prever que la tasa de descenso interanual del crédito se vaya reduciendo mes a mes, de manera lenta pero continuada, y, probablemente, en el transcurso del próximo ejercicio 2015 entre en el terreno positivo.

En cualquier caso, cuando ocurra, no cabe esperar que el crédito vaya a crecer mucho más que el PIB nominal y se puede afirmar que la era del crédito fácil se ha acabado. Para las empresas españolas, porque no va a ser posible ya volver a los tiempos en que un número elevado de ellas abusaban de un exceso de financiación con crédito, barato y además deducible de impuestos, mientras mantenían unos fondos propios excesivamente reducidos. Y para las familias, porque su endeudamiento no volverá a ser independiente de su renta ni de las perspectivas de estabilidad futura de la misma, y lo que toca ahora es aumentar el ahorro.

Los comités de riesgos de las entidades financieras están siendo más conservadores que antes de la crisis y las primas de riesgo más altas que en el pasado. Más vale que sea así, para que los bancos sean sólidos. El necesario desapalancamiento general no va a impedir que los demandantes con una situación financiera adecuada o con proyectos solventes tengan un acceso adecuado al flujo de crédito. Serán los segmentos y empresas más maduros, más endeudados o con peores perspectivas los que apechugarán con el grueso del ajuste sufriendo una reducción de su cuota de mercado en el total de crédito.

Carmelo Tajadura es subdirector del Instituto de Macroeconomía y Finanzas de la Universidad Camilo José Cela.

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