Petróleo y gas: una oportunidad

El mercado del gas y del petróleo está esencialmente abierto y fluctúa de precio en función de la oferta y la demanda. Pero las recientes experiencias, incluida la especulación que en el 2008 hizo aumentar el precio de 50 a 140 dólares el barril, y, sobre todo, la subida ininterrumpida de precio desde el 2002 al 2007, es improbable que se reproduzcan. Los productores y los consumidores han aprendido la lección.

Antes de la primera crisis del petróleo, en 1973, el crecimiento mundial del consumo era del 7% anual. En los años 80, una vez asimilada por Occidente la experiencia traumática de esa crisis, el consumo crecía un 4% anual; a partir de los años 90, al 2%, y bajó hasta el 1% actual. Los grandes consumidores se han estabilizado, Japón consume lo mismo que en 1973 y en Estados Unidos no crecen las importaciones por un uso más eficiente de la energía y la creciente producción de energías renovables. En realidad, los países de la OCDE reducen su consumo un 2% anual. China, que hasta el 2007 registró un incremento constante de exportaciones consumidoras de energía –cemento, aluminio y acero– y un crecimiento económico de dos dígitos, ha moderado su alza del consumo, que se ha reducido del 8% al 5% anual. Es previsible, pues, que el consumo mundial de gas y petróleo se estabilice en el futuro una vez finalizada la crisis.

Las reservas de petróleo han crecido ininterrumpidamente desde 1950, pero especialmente en estos últimos años. Hoy las nuevas tecnologías, especialmente la explotación de yacimientos marítimos de gran profundidad (México, Brasil y el Ártico), son áreas de nuevas reservas que pueden ser explotadas de forma rentable con precios a partir de 60 dólares el barril. Existe capacidad de barcos exploradores y explotadores de estas reservas, cuyo número se ha cuadruplicado en los últimos 10 años; es decir, hay reservas y capacidad para explotarlas en un futuro inmediato. Lo mismo puede decirse del petróleo encontrado en Alberta (Canadá), procedente de arenas bituminosas que pueden llegar a producciones de medio millón de barriles al día.
Por lo que respecta al gas, se han descubierto grandes yacimientos en Luisiana y Pensilvania, que van a permitir a EEUU convertirse pronto en un exportador de gas.

Así pues, la situación del mercado del petróleo y del gas parece a medio plazo estable: un incremento de consumo moderado, grandes reservas y una tecnología que permite extraer rentablemente el petróleo con precios de 50-60 dólares el barril.
Pero la experiencia del pasado es que, si no existe una capacidad de producción excedentaria, el mercado puede entrar en desequilibrio, y los precios, crecer de manera repentina. La capacidad de producción en exceso era en 1985 de 12 millones de barriles al día y se fue reduciendo hasta desaparecer en 2002-2003, no por la carencia de reservas, sino por dificultades políticas coincidentes en el tiempo, aunque sin relación, en cuatro importantes productores de la OPEC: Venezuela, Nigeria, Irán e Irak.
Tradicionalmente, la capacidad excedentaria de producción ha sido proporcionada en gran parte por Arabia Saudí, que, cuando los precios han subido, ha incrementado la producción con el efecto de moderarlos. Pero desde el 2002 esto no había sido posible por la pérdida de esta capacidad excedente. Ahora el país del Golfo ha incrementado su capacidad y de los 7 millones de barriles diarios del 2002 ha pasado a 11 en el 2009. Esto traerá probablemente una situación de exceso de capacidad en los próximos años, y, por lo tanto, de estabilidad de precios.
La política exterior de Arabia Saudí ha estado caracterizada por mantener una capacidad de producción suficiente para evitar incrementos bruscos del precio del petróleo, y es esta política la que ha fraguado una relación sólida entre Riad, Washington y la UE pese a la diferencia radical de sus regímenes políticos. Esta situación ha conferido a Arabia Saudí una estabilidad económica y una relevancia política que de otro modo le hubiera sido imposible alcanzar.
El mundo necesita unos precios de petróleo estables entre los 40 y los 80 dólares el barril, no solo para salir de la crisis, sino para un desarrollo futuro sostenible. Sin duda, unos precios a este nivel dificultarán las políticas hipernacionalistas y agresivas de países que utilizan su capacidad productiva para hacer política y ganar influencia y notoriedad internacional, como es el caso de Rusia, Venezuela e Irán. Esto hace doblemente útil la estabilidad de los precios del petróleo y del gas.

Este equilibrio depende en gran manera del mantenimiento de la capacidad excedentaria y de reserva que pueden aportar Arabia Saudí a corto plazo y Brasil a medio. Parece, pues, que EEUU y la UE deberán promover el mantenimiento de esta sobrecapacidad de producción. Sin duda, la transformación hacia energías renovables es necesaria, pero en los próximos años la perdurabilidad de los precios del petróleo es uno de los factores más importantes de estabilidad política internacional. Parece que ahora que vuelven a darse las circunstancias para esta estabilidad, Occidente debería alentarla. No hay que confundir los objetivos a largo plazo de independencia energética del exterior para EEUU y de menor dependencia de la UE respecto del consumo de gas ruso con los de corto y medio plazo, en los que estos objetivos son inalcanzables y aconsejan desarrollar políticas para asegurar la estabilidad y neutralidad de un mercado estratégico.

Joaquim Coello, ingeniero.