Pinochet, Allende y Maduro

La compleja crisis de Venezuela ha generado comentarios y comparaciones de distinta naturaleza. El exvicepresidente del Gobierno español Alfonso Guerra tuvo la mala ocurrencia de comparar al tirano Nicolás Maduro con el expresidente de Chile Augusto Pinochet. Aunque Guerra reconoció que bajo Pinochet, «al menos la economía no se cayó», la sola idea de comparar a Maduro con Pinochet revela un desconocimiento total de la historia. El general Augusto Pinochet tomó el poder en Chile, liderando primero una Junta de Gobierno y asumiendo más tarde la presidencia del país. En 1973 Chile estaba sumido, al igual que Venezuela hoy, en una crisis gravísima. La inmensa mayoría de los chilenos quería que Allende dejara el poder. En efecto, Allende en tres años usurpó a sus legítimos dueños más de seis millones de hectáreas agrícolas, estatizó las seiscientas empresas más importantes del país e inició acciones tendientes a tomar el poder total. Todo lo anterior, con el apoyo de la Unión Soviética y sus satélites, incluyendo a Cuba.

Allende no respetó la Constitución chilena en innumerables ocasiones, lo que llevó al Congreso Nacional con fecha 23 de agosto de 1973 a emitir una declaración de acuerdo que incluyó, entre otras materias, lo siguiente: «Que es un hecho que el actual Gobierno de la República, desde sus inicios, se ha ido empeñando en conquistar el poder total, con el evidente propósito de someter a todas las personas al más estricto control económico y político por parte del Estado y lograr de ese modo la instauración de un sistema totalitario, absolutamente opuesto al sistema democrática representativo que la Constitución establece; que para lograr ese fin, el Gobierno no ha incurrido en violaciones aisladas de la Constitución y de la ley, sino que ha hecho de ellas un sistema permanente de conducta, llegando a los extremos de desconocer y atropellar sistemáticamente las atribuciones de los demás Poderes del Estado, violando habitualmente las garantías que la Constitución asegura a todos los habitantes de la República y permitiendo y amparando la creación de poderes paralelos, ilegítimos, que constituyen un gravísimo peligro para la nación, con todo lo cual ha destruido elementos esenciales de la institucionalidad y del Estado de Derecho».

Lo correcto es comparar a Allende con Maduro. Uno antes y otro después, se cobijaron bajo la tutela de Cuba y de Rusia y destruyeron la economía de sus países. Ambos restringieron la libertad de prensa y manipularon la educación de su pueblo de manera grosera. Ambos ingresaron a su territorio, armamento y agentes militares para preparar una lucha interna. Por su parte y es bueno que se entienda claramente, el gobierno militar chileno fue capaz de reconstruir el país, abrir la economía, desarrollar un nuevo sistema privado de pensiones que es ejemplo en muchos países y recuperar el prestigio de Chile en el concierto latinoamericano y mundial.

Augusto Pinochet fue capaz de llamar a elecciones, perder en ellas y entregar el Gobierno a Patricio Aylwin en completa paz y respeto al Estado de Derecho. La izquierda chilena se ha encargado de difundir por el mundo una imagen sesgada del presidente Pinochet, concentrando sus ataques en las violaciones a los derechos humanos acaecidas bajo su mandato. Es efectivo que hubo violaciones durante un proceso complejo de lucha interna, en que terroristas de izquierda lideraron diversos ataques a personas y bienes, incluyendo un atentado al mismo general Pinochet, en el que murieron cinco de sus escoltas. El derrocamiento de Allende no estuvo libre de errores o casos policiales desafortunados, los que mirados en perspectiva, llaman la atención y producen un rechazo justificado.

No obstante, es bueno destacar que Pinochet debió enfrentar bastante solo al comunismo soviético, e incluso al Gobierno norteamericano, que presionado por Edward Kennedy logró una enmienda que le impedía a Chile abastecerse de armas, en un momento complejo en sus relaciones con Perú y Argentina. Lo real y lo indesmentible es que Chile con Pinochet recuperó su democracia destruida bajo Allende.

Muchos en Venezuela hoy quisieran que existiesen las Fuerzas Armadas que tiene Chile o tener en sus filas a algún general con la valentía y la capacidad de Pinochet para definitivamente sacar del poder a Nicolas Maduro, un energúmeno incontrolable y peligrosamente apoyado por algunos países poderosos que no buscan otra cosa que tomar una porción de las riquezas naturales de Venezuela.

Con Pinochet, Chile se transformó en un mejor país y la mayoría de las reformas estructurales impulsadas bajo su Gobierno se mantienen, aunque ya han pasado casi treinta años desde que dejara el poder. Lo que hoy corresponde es escribir bien la historia y condenar a los verdaderos dictadores como los Castro, Chavez, Maduro, Ortega y Evo Morales que intentan aferrarse al poder con toda clase de artilugios.

Andrés Montero J. es empresario y columnista chileno.

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