Políticos a prueba en Cataluña

Desde que se decretó la pandemia, han tenido lugar más de 100 elecciones en todo el mundo, en países tan diversos como Estados Unidos, Portugal o Polonia. Pese al coronavirus, en todas partes se celebraron sin problemas y con resultados normales. Ello cuestiona los motivos de los políticos catalanes que se opusieron a que los comicios autonómicos en Cataluña mantuvieran la convocatoria del 14-F. La realidad es que la verdadera razón era que las encuestas no les acompañaban.

¿Había otro motivo secreto para oponerse a las elecciones de este domingo? En mayo habrían coincidido con los comicios parlamentarios que el SNP (Partido Nacional Escocés) ha decidido celebrar en Escocia. La formación ya ha manifestado que quiere exigir la independencia. Las elecciones simultáneas en Escocia y en Cataluña habrían proporcionado una plataforma de propaganda internacional perfecta para los movimientos separatistas.

En Cataluña, donde el programa nacionalista parece en gran medida irrelevante cara a los problemas reales que amenazan a la raza humana, muchos políticos han dado la impresión de que su interés real no es el bienestar de los catalanes sino su propia supervivencia como especie. Por el impacto del Covid durante un año, la economía y el bienestar social se han resentido notablemente, pero el Govern se ha mostrado incapaz de ofrecer soluciones.

Los dirigentes de la Generalitat se han mostrado en todo momento mucho más preocupados por otros asuntos de carácter identitario. Y, en los últimos tiempos, su principal inquietud han sido las encuestas electorales. La independencia de Cataluña, como ha dicho uno de sus portavoces, es la «única esperanza» para la región.

¿Va a conseguir el movimiento separatista el 50% de los votos? ¿Obtendrá el 51%? Los políticos están sufriendo por la volatilidad de estas cifras, que inciden en la vigencia de la mayor ilusión que tienen en sus vidas y carreras: la idea de independencia.

¿Es ese realmente el único tema político en el que creen? ¿Alguien puede imaginar seriamente que en las profundidades más oscuras de esta crisis para la raza humana, cuando millones de personas han muerto y millones más han perdido sus trabajos, casas e ingresos, un pequeño grupo de fanáticos ideológicos siga dedicando sus energías no a ayudar a sus conciudadanos, sino a preparar planes para separarse del resto del planeta? ¿Es por eso que existe la democracia? ¿Para que todos podamos separarnos, precisamente en el momento en que más nos necesitamos? Es absolutamente increíble que la gente utilice el proceso democrático de elecciones para destruir la solidaridad humana entre ciudadanos.

Cataluña, sin embargo, no es el único caso. No menos escandaloso es lo que ocurre en Escocia. Esta región, cuyos habitantes votaron de forma masiva en contra del Brexit, se ha convertido en víctima directa de la separación del Reino Unido de la Unión Europea. Muchos sectores cruciales de la economía escocesa se han visto seriamente afectados. El desastre del Brexit lógicamente ha suscitado fuertes críticas al Gobierno inglés y ha dado un nuevo vigor al tradicional descontento de los escoceses con el dominio inglés. El SNP cree que la situación favorece presionar por la independencia, aunque la opinión pública no necesariamente apoye esta reivindicación. Las encuestas sugieren que, si bien es muy probable que el SNP gane las elecciones de mayo, todavía está lejos de tener suficiente apoyo para lograr la independencia.

En Escocia, como en Cataluña, los políticos separatistas parecen haber perdido la perspectiva. En Barcelona, un político independentista ha pedido el boicot y la ruina de todos los bancos, empresas o entidades que no apoyan la secesión. Otro ha pedido una declaración de independencia incluso si después de las elecciones no cuentan con el apoyo de la mayoría. Y hay quien incluso ha reclamado la expulsión de todos los «españoles» de Cataluña. En ninguna de estas declaraciones se observa preocupación por las vidas y el bienestar del pueblo.

¿Ha torcido el coronavirus las mentes de algunos de nuestros políticos? ¿Es realmente un buen momento para tener elecciones democráticas, cuando nuestros líderes políticos revelan que no están pensando correctamente? Un votante escocés escribía hace poco en The Scotsman que es el momento equivocado para unas elecciones cuando la economía está de rodillas, la educación es un caos, las perspectivas de desempleo son dramáticas, las muertes aumentan sin cesar y la salud mental de las personas se ve afectada a diario, mientras la pandemia continúa.

Yo creo que el proceso democrático, por supuesto, debe mantenerse, pero sería mucho mejor para todos nosotros si el grupo que más se beneficia de las elecciones, los políticos, hiciera un esfuerzo por anteponer los intereses de la población en general a sus propios intereses. Los catalanes que acudan a votar este domingo deberían hacerlo porque quieren expresar sus preferencias sobre la mejora de nuestras condiciones de vida. Su obligación no es la de participar en un referéndum, sino en unas elecciones democráticas.

Henry Kamen es historiador británico; su último libro es La invención de España (Espasa, 2020).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *