Políticos inútiles e irresponsables

Esa pregunta se la hice a Alfonso Guerra en 2012, mientras conmemorábamos en Cádiz el bicentenario de la Constitución de 1812. Su respuesta fue muy gráfica, mas o menos me vino a decir que comparase uno por uno a los del 78 con los actuales y vería la degradación pasmosa de nuestra clase política.

Por mi edad, 81 cumplidos, he vivido la posguerra civil, recuerdo los años del maquis en levante, donde yo vivía, y a mi padre, que lo nombraban defensor de oficio de muchos de ellos, y a sus familias, que venían a casa a agradecerle que había intentado evitar lo inevitable. Años de cartilla de racionamiento y mucha penuria en un país destrozado por una guerra fratricida, en el más estricto sentido de la palabra.

Recuerdo los años sesenta con el despegue económico y social de España hasta convertirse en la octava potencia industrial del mundo. No sé si con la nueva Ley de Memoria Democrática me costará la cárcel decir ahora que, en esos años, los años del gobierno de tecnócratas, de los López, se construyeron en España la inmensa mayoría de los pantanos que tenemos, se inauguraban con tanta frecuencia que a Franco le pusieron el mote de «Paco el rana» porque iba de pantano en pantano.

Se construyeron los astilleros más grandes que tenemos, en Ferrol y Cádiz, para petroleros de hasta 300.000 Tns. Aquí en Cádiz se ganó terreno al mar (hoy los ecologistas no lo consentirían, habría un espacio mayor para navegar, pero los ciudadanos no tendrían casas) y se construyó la barriada más grande de la ciudad, la barriada de La Paz, por los veinticinco de paz tras la guerra; y la Obra Sindical del Hogar construyó en toda España miles de viviendas, aquí el sindicato vertical construyó toda la barriada de astilleros.

Multitud de pueblos enteros construidos en zonas rurales, eso sí, como era una dictadura siempre con el apellido «del caudillo», pero ahí están todavía, solo que ahora sin apellido.

Un artículo no da para extenderse mucho en explicaciones, pero ¿hemos vuelto a tener o tenemos ahora universidades laborales como aquellas? Muchos de los grandes hospitales que tenemos son también obra de la dictadura. Y de leyes sociales, ni hablemos, y todo con un nivel impositivo muy bajo y a veces hasta inexistente.

Llegó la democracia y con ella la Constitución del 78 y los Pactos de la Moncloa y una luz al final del túnel de las libertades democráticas, los partidos políticos, la libertad de prensa, el ingreso en la Unión Europea y la OTAN… todo pintaba bien, había un consenso entre partidos tan dispares como el comunista de Carrillo, el nacionalista catalán de Tarradellas o el derechista de Fraga, políticos a los que sumar los socialistas de González, Guerra, Vázquez, Leguina, Diez…

El sueño democrático, la paz social, solo perturbada por el terrorismo de ETA, se fue consolidando y progresando, con luces y sombras, en mejoras en la enseñanza pública, la sanidad y otros aspectos importantes, sin embargo, y aquí viene el reproche, los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, no han sido capaces, ni cuando tenían mayoría absoluta, de promover un consenso sobre cuestiones que han quedado pendientes para siempre.

–Una nueva ley electoral que estableciera circunscripción única para romper el desequilibrio favorable a los partidos que solo se presentan en su circunscripción y les sale mucho más «barato» el escaño. Se trata de legislar para toda España, no solo su comunidad y quien aspira a ser diputado o senador así debe entenderlo y asumirlo.

–Un pacto de Estado por la enseñanza, absolutamente imprescindible para que no se den mas bandazos en esta importante materia, donde la ley Celaá es la octava en cuarenta años. Así, nuestro sistema educativo presenta los índices de abandono temprano y las notas de conocimiento tan deficientes.

–Pacto de Estado por la sanidad, convertida ahora en una guerra de cifras entre comunidades y de estas con el Gobierno, huelgas sin fin que perjudican sobre todo a los pacientes, escasez de médicos y personal de enfermería que prefieren emigrar, por miles, a otros países de Europa.

–Pacto de Estado por la Justicia. No es de recibo la lentitud de nuestra justicia y hablo por experiencia propia. Estuve once años y medio de instrucción para llegar a un fallido intento de juicio, resuelto por la insolvencia del acusado, que aceptó una pena de cárcel que para nada me resarce de las pérdidas, y me temo que el dinero estafado a mí y a otros, hasta cerca de seis millones de euros, según el informe de la UDYCO, estará a buen recaudo, esperando su liberación. O los ocho años que tuve que esperar para que se resolviera un expediente administrativo menor, retenido en un cajón de la juez y resuelto en quince días ante mi amenaza de denuncia ante el CGPJ.

–Equiparación, en sueldos y prestaciones sociales, a los componentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y sus familias con las de las policías autonómicas y locales. No es de recibo que haya guardias civiles viviendo con sus familias en furgonetas, que no tengan chalecos antibalas, que les compren pistolas defectuosas y tantas humillaciones constantes en determinadas zonas de España.

–El dos por ciento del presupuesto del Estado en modernización y equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas.

Y a todo esto los índices de paro que duplican la media europea y no digamos del paro juvenil, con unos sindicatos subvencionados a los que parece no importarles esta lamentable situación. Compare usted mismo, amable lector, los índices de paro de la dictadura.

Hace unos años publicaba yo en La Razón un articulo con el esclarecedor título: «Contigo empezó todo, ZP» y quizás entonces no era consciente de lo que se nos venía encima. Se decía de ZP que era el peor presidente de la democracia, ingenuos de nosotros, españoles de buena voluntad, «otro vendrá que bueno me hará» podría decir ahora ZP.

Jaime Rocha es capitán de navío (R) y escritor.

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