Por fin sabemos (más o menos) qué significa 'brexit'

Brexit significa brexit, y haremos un éxito de él”, dijo Theresa May al poco de tomar posesión como primera ministra. El problema en aquel momento es que nadie tenía ni la más remota idea de lo que significaba el brexit, porque iba a depender de la negociación que se abriría después de activar el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea. Este es el motivo por el que nunca se debió celebrar el referéndum de junio de 2016: los electores no podían saber lo que había en juego.

Bien, ahora May y Michel Barnier, el negociador de la UE, han cerrado un principio de acuerdo y ya podemos empezar a intuir lo que significa el brexit, a falta de muchos detalles y teniendo en cuenta que algunos asuntos muy importantes como la futura relación comercial entre Reino Unido y la Unión se dejan para negociaciones posteriores.

No pretendo aquí analizar el acuerdo, pero sí quiero señalar su enorme complejidad y valorar el esfuerzo negociador del equipo de Barnier. Recibirá críticas, seguro, porque es muy fácil criticar desde fuera y encontrar puntos mejorables. En mi opinión, Barnier está cumpliendo correctamente su mandato y lo está haciendo, además, con tacto. Digan lo que digan los peores tabloides británicos, Reino Unido no puede sentirse humillado. Otra cosa es que descubran que la superioridad política que vendían los brexiteros no estaba justificada.

La primera ministra afronta ahora el momento de la verdad. Dando por supuesto que las instituciones europeas apoyarán el acuerdo, que éste llegue a ser efectivo dependerá de dos procesos de alto riesgo. En primer lugar, May tendrá que lograr el apoyo de su propio gabinete (algo que no se sabe en el momento de redactar estas líneas). Si pasa esta pantalla, la siguiente -y la más complicada- será lograr la aprobación del Parlamento británico.

No lo voy a negar: espero que no lo consiga. No porque crea que el acuerdo es malo, sino porque creo que no hay brexit bueno. Espero que el proceso se revierta y que Reino Unido continúe dentro de la Unión Europea. El documento tiene ya muchos críticos por distintas razones. Los tories más duros porque creen que no permite recuperar la soberanía británica, en especial en Irlanda del Norte. Los europeístas, tories, liberales o laboristas, porque entienden las muy negativas consecuencias económicas, políticas y sociales.

Si Westminster tumba el acuerdo (o incluso antes de que esto suceda si resulta evidente que va a suceder), May no tendrá muchas opciones. Una sería dimitir y convocar nuevas elecciones, cuyo resultado es casi imposible predecir a día de hoy. Otra, más sensata, sería proponer someter el acuerdo a un nuevo referéndum. Sería labor de las fuerzas europeístas lograr que en la papeleta la alternativa al acuerdo fuera revertir el proceso y continuar en la Unión.

Si hay algún momento adecuado para una consulta es precisamente éste, cuando por fin sabemos -hasta cierto punto- qué significa brexit. Confío en que las fuerzas europeístas del Reino Unido sepan tejer las alianzas necesarias para lograr un nuevo referéndum en el que la permanencia sea una opción. Y en que, llegado el momento, sepan hacer la campaña que no hicieron en 2016.

Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). Acaba de publicar 'Eres liberal y no lo sabes' (Deusto).

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