Por más espíritu empresarial en el mundo árabe

En la región de Medio Oriente y el norte de África están surgiendo numerosos centros tecnológicos. En lugares como el Distrito Digital de Beirut o el GrEEK Campus en El Cairo, algunas de las mentes más brillantes del Gran Medio Oriente convierten ideas innovadoras en productos comercializables.

Hace dos meses visité el Distrito Digital de Beirut, y poco antes de eso la usina de emprendimientos GrEEK Campus, y encontré un optimismo palpable y justificado. Las ideas empresariales que se refinan en incubadoras como estas poseen la clave del futuro de una región que desde la Primavera Árabe lucha por estabilizar su economía.

En todas partes, las startups generan empleo, competitividad, mejoras de productividad y crecimiento económico, a la vez que ayudan a reducir la pobreza y combatir el cambio climático. Cuando estas vigorosas empresas emergentes llevan productos y servicios innovadores a mercados vírgenes, contribuyen positivamente al desarrollo del sector privado.

En la región ya hay varias startups exitosas haciendo esto y mucho más. Un ejemplo es Souq.com, una tienda electrónica minorista con sede en los Emiratos Árabes Unidos, que en marzo fue comprada por Amazon. Souq lideró una revolución del comercio electrónico en la región, que impulsó el comercio transfronterizo y amplió el campo de elección de los consumidores.

En Egipto, Fawry desarrolló un revolucionario sistema de pago electrónico que libera de usar efectivo a consumidores y empresas. Más de veinte millones de egipcios, incluidos muchos pequeños empresarios, han adoptado el servicio, que procesa 1,5 millones de pagos al día.

La región necesita más emprendedores privados como estos. Pero por desgracia, el ecosistema de empresas emergentes todavía lucha contra un entorno comercial y regulatorio poco propicio.

Pese al valor que las empresas de menor tamaño aportan a clientes y economías de la región, los empresarios novicios suelen hallarse librados a su suerte. Por ejemplo, la mayoría de las empresas nuevas en el área carecen de acceso al crédito que necesitan para ampliarse o contratar trabajadores. La región tiene 23 millones de pequeñas y medianas empresas, que equivalen a cerca del 90% del sector privado, pero sólo reciben el 8% del crédito bancario total. Y a los emprendedores necesitados de capital les quedan muy pocas opciones; pese al aumento de la cantidad de fondos semilla y aceleradores en la región, el mercado de capitales de riesgo todavía no está desarrollado.

Hasta los emprendedores bien financiados tienen problemas para crecer, a menudo por falta de experiencia. Hay poca educación formal para nuevos emprendedores, y las redes de apoyo a empresas nuevas son escasas. Otro factor limitante es el sexismo: casi ninguna de las economías regionales da un trato plenamente igualitario a sus empleadas y ejecutivas.

Pero hay muchas formas de lograr que más startups en la región puedan hacer el salto que va de una buena idea a un éxito comercial. Para empezar, es necesaria una reforma de las leyes nacionales de quiebra. Los emprendimientos nuevos implican riesgos, pero las normativas vigentes dificultan la liquidación de empresas, lo que ahuyenta a potenciales inversores y aumenta el costo del crédito. También es importante abolir el castigo de prisión para la quiebra no fraudulenta, que todavía es una amenaza real para los pequeños empresarios de toda la región.

Además, muchos países tienen leyes laborales que dificultan la contratación y el despido de personal. La movilidad laboral también se ve impedida por la burocracia y el costo del papeleo. Resolver ambos problemas ayudaría a las empresas a aprovechar al máximo sus limitados fondos.

Por último, hay que revisar las restricciones contra la propiedad extranjera de empresas y fortalecer las leyes de propiedad intelectual para proteger las innovaciones que los emprendedores crean con mucho esfuerzo. Esto alentaría un mayor flujo de inversiones a la región.

El aporte de los emprendedores al crecimiento económico va mucho más allá del cibercomercio y las soluciones de pago electrónico. Una de sus contribuciones más fundamentales es la creación de empleo. Casi un tercio de los jóvenes de la región están desempleados, y muchos de los que tienen empleo trabajan en el sector público, el principal empleador en todo el mundo árabe. En los estados del Golfo, Egipto, Irak, Jordania y Túnez, el empleo público supone entre el 60 y el 80% del empleo formal, una cifra insostenible.

Es necesario que los gobiernos reevalúen estos porcentajes e implementen reformas que liberen el potencial de las empresas privadas para crecer y contratar más empleados. Organismos internacionales de desarrollo como el Grupo Banco Mundial (al que pertenece la institución para la que trabajo, la Corporación Financiera Internacional, IFC) pueden hacer de puente entre los gobiernos y el sector privado.

La estrategia de la IFC se basa en ayudar a desarrollar nuevos mercados en países de ingresos bajos y medios, mediante el estímulo a la participación privada en economías que a menudo están dominadas por el sector estatal. En mayo, la IFC y el Foro Económico Mundial reunieron a cien de las startups más prometedoras del mundo árabe, con el objetivo de empezar a resolver los principales obstáculos al emprendedorismo. Llegado el momento, serán empresas como estas las que traerán crecimiento económico sostenible a la región y crearán oportunidades de empleo para millones de personas.

Es la clase de futuro que los innovadores árabes, como los que conocí en la reunión del Foro Económico Mundial en Jordania, saben que es posible. Nuestra tarea, como asesores en desarrollo internacional, es ayudarlos a hacerlo realidad.

Philippe Le Houérou is the CEO of the International Finance Corporation, the private-sector arm of the World Bank Group. Traducción: Esteban Flamini

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *