Por qué Aznar fue buen presidente

Para una parte de la ciudadanía, José María Aznar fue un buen presidente del Gobierno de España y su opinión es valor para muchos ciudadanos.

Es conveniente recordar que lograr el objetivo, ampliamente compartido con muchos, de gobernar España fue un largo camino desde 1982 a 1996, años de compromiso con la ciudadanía, trabajo profundo y continuado además de solvente. Todo ello cuidando al máximo la coherencia, tanto en el análisis de los problemas que afectaban a los españoles como en las soluciones. Nunca se usaba la negativa sin razones, y siempre se buscaba una propuesta alternativa. El conjunto de las propuestas conformó la alternativa que hizo posible llegar al Gobierno en 1996. Hoy también es oportuno recordar que para lograr un pacto que diera estabilidad a la legislatura se buscaron ejes compartidos de actuación política con CiU, PNV y Coalición Canaria, dejando fuera aquellos asuntos en los que había distancia. Sin cuestionar principios fundamentales, la gestión de aquella legislatura fue merecedora de una mayoría absoluta en la siguiente.

Este largo camino de años se hizo sobre principios de amplia aceptación en el seno del Partido y con evidente apoyo de la opinión pública. Tenía como centro al individuo, ofreciéndole un marco de libertad y derechos, que con su esfuerzo pudiera lograr un buen nivel de progreso, preservaba y fortalecía la economía social de mercado buscando un crecimiento económico imprescindible y todo ello en beneficio de un país fuerte con proyección internacional.

Para el desarrollo de este trabajo Aznar se rodeó de un amplio número de colaboradores, con responsabilidades de distinto nivel y espacios de competencias diferentes. El diálogo entre todos era fluido y había la percepción de que todos aportaban en el ámbito de sus responsabilidades. La autoridad de cada uno en la materia era reconocida dejando espacio para su proyección ante la opinión pública.

Durante el desarrollo de esta labor, se generó equipo, con un resultado de unión entre las distintas corrientes políticas que formaban el centroderecha en España. Era posición general la vocación de servicio público dejando fuera en muchas ocasiones el protagonismo personal en beneficio del conjunto.

De esta manera se logró generar comunión en el objetivo, buscado aportación plural y de calidad y todo con una gran cercanía personal.

Hoy, cuando el Partido Popular está en convulsión generando preocupación a nivel país, alarma entre los votantes que han apoyado esa opción, y estupor entre los militantes, sería conveniente se repasara la historia de la casa.

En política, la historia y la experiencia vivida en ocasiones evitan los conflictos y, en su caso, pueden aportar ideas para la mejor solución.

La obra de un colectivo solo logra el éxito en su objetivo cuando todas las voluntades suman, aportan, tienen su lugar en el proyecto común. Encerrarse en círculos no permeables empobrece y hace perder la realidad con daño grave en el desarrollo del proyecto. La crisis actual, gravísima, no es buena para el país. El Partido Popular es la primera fuerza de la oposición y por ello pieza clave en un hipotético cambio de Gobierno.

Este caos no lo merece España y menos los votantes y afiliados del Partido Popular. No cabe más que unidad, responsabilidad y generosidad. Todo el mundo cabe. Así se abordó por Aznar el trabajo previo al triunfo en 1996.

Teófilo de Luis fue diputado en el Congreso.

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