Por qué Barcelona debería ser sede de la EMA

La vida de los españoles cambió el 12 de junio de 1985. Aquel día España, conjuntamente con Portugal, firmó el Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas. Y en aquel mismo momento se abrió ante nosotros un horizonte de prosperidad que, 32 años después, se ha materializado en una profunda transformación social, cultural y económica que ha superado plenamente todos los anhelos e ilusiones de los españoles.

La realidad de Europa y el hecho de sentirse miembro de pleno derecho de la Unión Europea ha representado un antes y un después para España —y puedo decir que para mí mismo— porque nos ha permitido vivir la época de mayor progreso de nuestra historia.

Mis destinos como secretario general del Consejo y como Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea no hicieron más que confirmarme que la unión de Europa, pese a las dificultades, es uno de los mayores logros sociales de la historia. Aunar a tantos ciudadanos de tantos países bajo una bandera común sigue siendo un reto por el que vale la pena trabajar.

La Unión Europea no es un organismo con una estructura inmóvil. Crece y se transforma constantemente con la pretensión de que mejore su eficacia en beneficio de sus ciudadanos, amparados por el Tratado de la Unión Europea de 1993.

La UE está afrontando retos únicos en su historia, pero estoy más convencido que nunca de que la estabilidad y prosperidad de Europa se garantiza mejor dentro de una unión fuerte. Tenemos que poner los intereses puramente nacionales en segundo plano para poder luchar para la continuidad de este magnífico proyecto.

Este próximo lunes está previsto que los jefes de gobierno de los miembros de la UE elijan la ciudad que deberá albergar la nueva sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que evalúa y regula los fármacos que pueden comercializarse para uso humano y veterinario. La EMA debe garantizar que esos medicamentos sean seguros, eficaces y que contribuyan a la mejora de la calidad de la vida y salud pública y animal.

El Gobierno de España respaldó el pasado mes de mayo la candidatura de la ciudad de Barcelona como nueva sede de la EMA, una vez ésta abandone Londres, su actual enclave.

Nada puedo decir sobre Barcelona que no sea conocido, pero quisiera recalcar que pocas ciudades de nuestro entorno tienen la vitalidad, las infraestructuras, el entorno científico, las instalaciones y la ilusión ciudadana de Barcelona, que hoy representa una de las auténticas ciudades de vanguardia de Europa.

Poder presentar una candidatura tan completa en el momento en que Europa sale de una crisis económica es un elemento que hay que tener en cuenta y valorarlo en la medida en que esta ciudad, protagonista de uno de los Juegos Olímpicos más maravillosos e integradores de la historia, merece ser el nuevo hogar de la EMA.

Barcelona es, sin duda, una de las candidaturas más potentes para recibir a esta estratégica agencia europea. En Barcelona trabajan miles de profesionales procedentes de los cinco continentes que avalan el espíritu emprendedor, internacional y multicultural de esta ciudad. Barcelona tiene el mejor plan de continuidad científica para la EMA, más allá de su extraordinaria calidad de vida, que enamoraría a cualquier funcionario de cualquier agencia europea y a sus familias.

No puedo dejar de referirme a los acontecimientos de las últimas semanas, que para muchos supondrán un alejamiento de las opciones que la ciudad tiene para albergar la EMA. Pienso justamente lo contrario: la situación política en Cataluña se está resolviendo de la manera que mejor sabemos los europeos: aplicando el Estado de derecho y convocando unas elecciones democráticas. Y es en momentos como éstos en los que Europa debe dar todo su apoyo a una España unida y diversa, que tiene vocación de contribuir decisivamente en la construcción de una Europa igualmente unida y fuerte.

Apoyando a Barcelona, daremos una señal al continente de nuestra vocación de permanecer unidos y de mirar al futuro de Europa con mayor confianza. La ciudadanía nos lo agradecerá.

Este proyecto, esta candidatura que ha unido a todos los niveles de gobierno de España, debería contar ahora más que nunca con un respaldo de la Unión claro, confiado e ilusionado. Barcelona, una de las capitales más activas de la Unión Europea necesita ahora, más que nunca, el apoyo de sus numerosos amigos en todo el continente.

La Agencia Europea de Medicamentos no encontrará una nueva mejor sede que esta ciudad, Barcelona, capital de Cataluña y uno de los motores del Reino de España.

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