Por qué la restitución de bienes culturales a África es importante

Por qué la restitución de bienes culturales a África es importante

Hace poco, en el palacio presidencial en Dakar, el primer ministro francés Édouard Philippe entregó al presidente senegalés Macky Sall un sable antiguo. Pero no era un regalo: el sable volvía a casa, más de un siglo después de haber sido robado.

La repatriación de un artículo dotado de un profundo significado histórico, espiritual y cultural puede parecer un mero gesto de reparación colonial. Pero esta ceremonia fue diferente; no se trataba solamente de un objeto físico aislado. De hecho, es un punto de inflexión en el reconocimiento por parte de Occidente del daño cultural infligido por el colonialismo.

El sable en cuestión perteneció a El Hadj Umar Tall, fundador del Imperio Tukulor, que en otros tiempos se extendió desde lo que hoy es Senegal hasta Mali y Guinea. Tall fue un respetado líder religioso y combatiente de la resistencia anticolonial. Su arma, junto con decenas de miles de piezas saqueadas del patrimonio africano, había estado en manos francesas desde la década de 1890. Exhibido en museos franceses, el sable ya no simbolizaba las hazañas militares de una dinastía otrora poderosa, sino la historia de destrucción de un imperio africano; de tal modo, legitimaba el racismo y el prejuicio inherentes al período colonial.

La familia de Tall hizo campaña por la restitución del sable desde 1944, y finalmente ganó la pelea el mes pasado. Descendientes de Tall viajaron a Dakar desde distintas ciudades de Guinea, Mali y Senegal para ser testigos del regreso del sable, que permanecerá en Senegal por cinco años mientras el parlamento francés toma una decisión respecto de la restitución permanente de este y otros objetos.

Este momento hubiera sido inimaginable hace unos pocos años. Los gobiernos, ministerios de cultura, museos y universidades europeos siempre se habían negado a reconocer la inmoralidad de las circunstancias en las que el patrimonio cultural de África se sacó del continente. De modo que la entrega del sable fue sumamente simbólica, al augurar un cambio en la dinámica de poder y un renovado respeto a la vibrante historia africana. También es testimonio de la perseverancia con que muchos africanos (jóvenes y viejos, en el continente y en la diáspora) se movilizaron en demanda de que los gobiernos de las ex potencias coloniales reparen abusos históricos.

El colonialismo se basó en la negación del arte, la música y la arquitectura de África. Gobernantes brutales como Ian Smith, primer ministro de Rodesia (hoy Zimbabue) en los años sesenta y setenta, legitimaron abusos e injusticias horrendos al menoscabar la cultura del pueblo africano y de tal modo borrar su humanidad.

Las Open Society Foundations llevan décadas apoyando a los líderes de la transformación social. Somos conscientes del poder del arte y de la cultura para cuestionar desigualdades estructurales, desafiar prejuicios y fomentar la imaginación en una nueva generación de líderes. La herencia cultural es base de los relatos que compartimos para comprender nuestro lugar en la historia y en el mundo. Y en el centro de esa herencia, la creación de objetos culturales es fundamentalmente una manifestación de la esperanza humana.

Por eso las Open Society Foundations han lanzado una iniciativa con un presupuesto de 15 millones de dólares para apoyar esfuerzos para la restitución y reapropiación de objetos culturales robados al continente africano. En los próximos cuatro años, daremos apoyo a ciudadanos, artistas, educadores, comunidades indígenas, organizaciones de la sociedad civil, museos, universidades y otras instituciones que trabajan para llevar el legado africano de regreso al lugar que le corresponde y para cultivar en futuras generaciones de africanos un sentido de posesión sobre su historia, cultura e identidad.

Los jóvenes africanos, en particular, están exigiendo el control de su destino, y hace poco impulsaron grandes cambios en Etiopía y Sudán. Son conscientes de la importancia de su herencia cultural, y se han movilizado para lograr el regreso de objetos culturales africanos. Tras comprender que los jóvenes son una fuerza crucial en un continente cuya población está previsto que crezca en más de mil millones de personas (hasta llegar a 2500 millones) de aquí a 2050, muchas ex potencias coloniales han comenzado a escuchar.

En un discurso pronunciado en 2017 a sala llena en una universidad de Burkina Faso, el presidente francés Emmanuel Macron se comprometió a priorizar la devolución de objetos culturales africanos; según declaró, “el patrimonio cultural africano no puede seguir estando cautivo en museos europeos”. Después de eso, el revolucionario Informe Sarr-Savoy encargado por el gobierno francés ha iniciado un debate global sobre la devolución de artículos robados a África. Sus autores, la historiadora del arte francesa Bénédicte Savoy y el escritor senegalés Felwine Sarr, recomendaron la devolución inmediata e incondicional de todos los objetos culturales obtenidos a través de robo, saqueo, pillaje, expoliación o intercambio desigual en tiempos coloniales.

Desde la publicación del informe en noviembre de 2018, el movimiento mundial por la restitución de objetos de arte ha cobrado notable impulso. Se han presentado reclamos oficiales para la restitución de objetos históricos y restos humanos a Etiopía, Senegal, Benín y Nigeria. Pero para hacer realidad las esperanzas de restitución cultural hay mucho trabajo que hacer.

La cantidad de objetos culturales que faltan de África es asombrosa. El Museo Real de África Central en Bélgica posee 180 000 artículos del patrimonio de África subsahariana. El British Museum en Londres y el Musée du Quai Branly en París poseen cada uno alrededor de 70 000 objetos históricos africanos. Esto está en marcado contraste con las tenencias de los museos africanos. Alain Godonou, un historiador y curador de Benín, calcula que los inventarios de la mayoría de los museos nacionales en África no superan los 3000 objetos. En las Open Society Foundations estamos trabajando para cambiar esa realidad, en colaboración con nuestros socios africanos y de otras partes del mundo.

La restitución de objetos es más que confrontar el legado violento del colonialismo, un legado que sigue afectando la dinámica del poder en África y en todo el mundo. Se trata de apoyar el trabajo que jóvenes africanos están haciendo para cambiar las obsoletas narrativas racistas en relación con su variada herencia cultural y su rica historia. Se trata de dar a las generaciones actuales medios para labrarse un futuro mejor. Se trata, en esencia, de restituir poder de acción a un continente que hoy está decidiendo su camino.

Patrick Gaspard, former United States Ambassador to South Africa, is President of the Open Society Foundations. Traducción: Esteban Flamini.

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