Por qué Paraguay puede ser un “país imán” sobre la gestión de los bosques

Un bosque de Piribebuy, en Paraguay. Unsplash
Un bosque de Piribebuy, en Paraguay. Unsplash

Imagine un bosque que cubra la mitad de su país, uno que da sustento a miles de especies, desde osos hormigueros gigantes hasta armadillos y jaguares; uno que alberga a alguno de los últimos grupos indígenas no contactados del mundo. Ese bosque existe, es una realidad en Paraguay, un país de siete millones de personas, sin litoral, ubicado entre Argentina, Brasil y Bolivia. Es el hogar de gran parte del bosque del Gran Chaco, considerado el segundo paisaje forestal más extenso de América del Sur, solo superado por la selva amazónica.

Al igual que otros países que albergan las grandes selvas de América del Sur, Paraguay también luchó contra los incendios forestales en 2019. Sin embargo, los bosques y otros ecosistemas del Chaco en Paraguay afrotan un desafío existencial aún mayor. Estos, caracterizados por la presencia de bosques secos, húmedos, matorrales, pastizales, lagunas y pantanos, se ven amenazados por la expansión agrícola, impulsada por la producción de ganado y soja.

La región tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo. Los satélites de la NASA han mostrado que, entre 1987 y 2012, los bosques paraguayos perdieron casi 44.000 kilómetros cuadrados debido a la conversión a tierras de cultivo y pastoreo. Esa área es equivalente al tamaño de Honduras, aproximadamente. La magnitud de esa destrucción es aterradora e insostenible a la vez.

Paraguay necesitaba apoyo para reducir la deforestación. En parte como consecuencia de esta destrucción forestal, el país no se había percatado plenamente del enorme potencial que ellos poseen para mitigar el cambio climático. De esta manera, se involucró en REDD+, un proceso voluntario que alienta a los Estados en desarrollo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de la deforestación y la degradación.

Este proceso también ayuda a eliminar los GEI de la atmósfera terrestre a través de la conservación, manejo y expansión de los bosques. Desde 2011, los socios del sistema de las Naciones Unidas han colaborado estrechamente para apoyar el proceso nacional REDD+ de Paraguay a través de una gama de iniciativas ajustadas a la realidad nacional. Estas incluyen el programa ONU-REDD en el que participaron la Agencia de la ONU para la alimentación (FAO), ONU Medio Ambiente y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Esta colaboración también dio como resultado la creación y consolidación del Sistema Nacional de Monitoreo Forestal que permite reportar datos de carbono forestal con información confiable sobre el área boscosa, los cambios en ella y sus variaciones en el contenido de carbono.

Gracias al apoyo desde 2016 del Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques del Banco Mundial, Paraguay avanzó hacia el cumplimiento de los elementos del Marco de Varsovia, que incluyen ciertos requisitos técnicos e institucionales que hacen que las reducciones de emisiones del sector forestal en un país sean elegibles para acceder a pagos por resultados.

Las agencias de la ONU ahora están colaborando conjuntamente para asesorar al país sobre el acceso y la gestión de pagos por resultados de una variedad de fuentes públicas y privadas, asegurando así una gestión fiduciaria sólida y el cumplimiento de las salvaguardas sociales y ambientales. El primer ejemplo de esta colaboración es la propuesta de Paraguay al programa piloto del Fondo Verde para el Clima.

Trabajando juntos durante casi una década, las agencias de la ONU han demostrado el poder de trabajar como uno solo para abrir las puertas para que Paraguay acceda a importantes recursos internacionales para implementar su Estrategia Nacional sobre Bosques para el Crecimiento Sostenible. Los resultados de estas asociaciones de gran alcance están produciendo dividendos. En 2019, Paraguay reportó reducciones de emisiones de casi el 50% del sector forestal, para los años 2016 al 2018.

Esperamos que el país pueda servir como un imán que impulse a los de todo el mundo a una acción positiva adicional, cuando se trata de la gestión de sus bosques como una solución al cambio climático basada en la naturaleza, al tiempo que los ayuda a impulsar una gran parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Achim Steiner es administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Inger Andersen es director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Qu Dongyu es director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

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