Por una educación de excelencia en España

España se enfrenta con una larga lista de retos. Entre los más importantes: una demografía desfavorable, agudos desequilibrios territoriales, un alto endeudamiento público, una preocupante tasa de desempleo, un nulo crecimiento de la productividad y la necesidad de descarbonizar nuestra economía.

Todos estos retos comparten un hilo común: necesitamos de un alto capital humano para afrontarlos. Solo con una educación de excelencia podremos aumentar nuestra productividad para crecer económicamente de manera equilibrada y, con ello, generar los recursos para cuidar de nuestros mayores, ayudar a todas las regiones, reducir nuestra deuda, crear suficiente empleo y movernos a unas emisiones netas cero de CO2.

El problema es que nuestro sistema educativo no ofrece una educación de excelencia. Nuestras universidades languidecen en puestos mediocres en las clasificaciones internacionales. Nuestros institutos producen estudiantes con malas capacidades de lectura, matemáticas, científicas y de análisis crítico. Y, casi más grave, el sistema educativo ha dejado de ser el "ascensor" social que fue en el pasado reciente. Hay que decirlo alto y claro: España suspende en excelencia y equidad educativa.

¿Qué podemos hacer ante este preocupante panorama? Una posibilidad es pedir a nuestros políticos que arreglen la situación. Pero hemos visto, por décadas, que estas peticiones no llegan a ningún sitio. Nuestros políticos sabrán la razón. Una alternativa es movilizarnos desde la sociedad civil para, con nuestras iniciativas, mejorar muchas cosas que están al alcance de la mano. Por eso un grupo de profesores universitarios, profesionales y emprendedores hemos decido crear la Fundación Audeo. Venimos de experiencias personales muy diferentes y tenemos posiciones ideológicas muy diversas, pero a todos nos une una meta común: crear una España más rica, más justa y más sostenible a través de un sistema educativo que pueda ser algún día la envidia del mundo. Yo he tenido el privilegio (y la responsabilidad) de ser invitado a ser el coordinador del consejo académico de la fundación, del que son miembros algunos de los profesores universitarios españoles de mayor prestigio internacional en los campos de la economía, la empresa y las finanzas. Desde mi atalaya de haber sido profesor en universidades de Estados Unidos y el Reino Unido durante más de 20 años espero poder aportar nuevas perspectivas y aunar los esfuerzos de todos los grandes investigadores que me acompañan.

¿Qué iniciativas concretas tenemos planeadas? Primero, reflexionar sobre cómo adaptar nuestro sistema educativo a las nuevas tecnologías. La mayoría de las clases en la universidad hasta principios de 2020 eran, básicamente, iguales que en el siglo XII, cuando las universidades europeas medievales se consolidaron. Un docente daba una clase magistral y los estudiantes escuchaban. A veces, las clases magistrales eran complementadas con clases de prácticas. Algunos profesores, más aventurados, habían ya intentado nuevos esquemas, pero estos eran la excepción, no la norma. Yo mismo enseñaba unas clases magistrales bastante convencionales en su formato.

De repente, llegó la Covid-19 y todos los profesores nos encontramos con la necesidad de enseñar a distancia de la noche a la mañana. Algunas cosas fueron bien, otras menos bien. Los estudiantes sobrevivieron lo mejor que pudieron, aunque la evidencia señala que, de media, aprendieron menos que con las antiguas clases presenciales. ¿Significa esto que debemos olvidarnos de las nuevas tecnologías en la enseñanza? ¿O qué hay que afrontarlas de una manera diferente?

Para responder a estas preguntas, la Fundación Audeo ha organizado, los días 28 y 29 de octubre, el Seminario 2021: Nuevos enfoques y desafíos para la educación universitaria. Uno de los miembros de nuestro consejo académico, Antonio Cabrales, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid y reconocido experto internacional en el tema, ha reunido a los "primeros espadas" mundiales de economía de la educación para que nos cuenten qué sabemos y qué desconocemos de la interacción entre nuevas tecnologías y educación. ¿Cómo medimos el aprendizaje de los alumnos? ¿Cómo conseguimos que los alumnos aprendan en el largo plazo y no solo para el examen? ¿Cómo organizamos la educación no presencial? ¿Cómo incentivamos a que todos los estudiantes aprendan matemáticas y ciencias y borrar ese nefasto casticismo del "es que yo soy de letras"?

Pero este seminario será solo el principio. Ya estamos trabajando en programas concretos para el apoyo a jóvenes talentos, para fomentar la igualdad de oportunidades y para difundir la integración de la ciencia de datos en los programas académicos. Estas iniciativas se explican casi solas. Queremos ayudar a que los jóvenes españoles más capaces, vengan de donde vengan, tengan las puertas abiertas a la excelencia académica. Nos preocupa, en concreto, asegurar la igualdad de oportunidades de los estudiantes que vienen de la "España vacía" y de los hijos de inmigrantes. Ya vemos, a diario, en el mundo del deporte que los "nuevos españoles" contribuyen a nuestra vida nacional de manera notable para beneficio de todos. Lo mismo tiene que pasar en la universidad, los altos cuerpos del estado y el mundo de la empresa y las finanzas.

Queremos, también, que nuestros jóvenes estén familiarizados con la ciencia de datos. Los datos son el petróleo del siglo XXI. La naturaleza no nos regaló petróleo, una losa que pesó mucho durante todo el siglo XX a la economía española. Pero los datos son diferentes: los tiene quien se esfuerza por conseguirlos y analizarlos. Y preocupa mucho que no nos estamos esforzando en ello. Un ejemplo claro lo hemos visto con la COVID-19. Los países que tenían buenos datos pudieron controlar el crecimiento de sus casos más rápidamente y sufrir menos costes económicos. España, tristemente, demostró durante todo 2020 tener una infraestructura de datos decimonónica, quizás la peor de toda Europa.

Como no podemos esperar más a los devenires de la vida política, desde la Fundación Audeo preferimos concentrarnos en estas iniciativas concretas y factibles que he descrito. Nuestro objetivo es doble. Primero, cambiar lo que podamos directamente. Segundo, animar a que la sociedad civil se movilice por toda España a favor de la educación de excelencia. Algunos querrán ayudarnos, otros quizás comenzar sus propias iniciativas. Todo lo que sea mejorar nuestra educación será bienvenido.

Jesús Fernández-Villaverde es catedrático de Economía de la University of Pennsylvania y miembro de la Fundación Audeo.

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