Por una mayor integración regional

Por Javier Solana, alto representante de la UE para la Políticia Exterior y de Seguridad Común (ABC, 13/05/06):

Los jefes de Estado y de Gobierno de los países de Europa y de América Latina, y representantes de la Unión Europea, nos reunimos ayer en Viena para celebrar la IV cumbre birregional. Al echar la vista atrás a los ocho años transcurridos desde el inicio de estas cumbres, comprobamos con satisfacción que hemos recorrido juntos un buen trecho. Pero nos queda mucho trabajo por hacer.

Tres pilares sustentan nuestra asociación estratégica: el diálogo político; las relaciones económicas, comerciales y financieras, y la cooperación. Hemos logrado considerables avances en los dos últimos pero no hemos desplegado todas las posibilidades del primero. Y, sin embargo, la definitiva consolidación de dicha asociación exigiría que trasladásemos a la escena internacional nuestro peso específico, que no es poco, mediante: la potenciación de nuestra interlocución política, la identificación conjunta de temas clave de la agenda internacional de interés mutuo, el diseño de estrategias y actuaciones concretas tanto en el ámbito birregional como en el seno de foros y organismos internacionales (especialmente en el sistema de Naciones Unidas), y la articulación de mecanismos permanentes de concertación de voluntades y de seguimiento.

Compartimos principios, valores, convicciones e intereses. Esa es la mejor base para actuar juntos. Pero es condición necesaria profundizar nuestros respectivos procesos regionales de integración política y económica. La integración regional contribuye decisivamente al crecimiento económico y a la modernización del aparato productivo; a la expansión de los intercambios comerciales y a la inserción en los mercados internacionales; a la cohesión social y a la estabilidad política. En suma, aumenta la riqueza de nuestros países y el bienestar de nuestros ciudadanos.

Desde esas bases sólidas de integración podremos acometer con garantías de éxito la inexcusable tarea de convertir nuestra privilegiada relación birregional en una verdadera instancia global impulsora de paz, seguridad y estabilidad; de los derechos humanos y la democracia; así como de la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Europeos y latinoamericanos compartimos la convicción de que la mejor estrategia de paz y el más poderoso sistema colectivo de seguridad internacional sólo puede estar basado en el multilateralismo eficaz, con Naciones Unidas como centro de gravedad. Convencimiento que, si hemos de ser coherentes, implica una firme disponibilidad a asumir responsabilidades y compromisos internacionales así como decididos liderazgos.

Y en este punto me felicito por los pasos concretos dados por algunos países latinoamericanos y por su creciente protagonismo internacional, puesto de manifiesto en su liderazgo de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) y en su activa participación en la Misión de la Unión Europea en Bosnia-Herzegovina (Althea).

Pero hemos de ser más ambiciosos. Debemos explorar ámbitos apropiados para una colaboración birregional más estrecha en temas de seguridad y defensa, tales como: gestión de crisis y prevención de conflictos, lucha contra el tráfico ilícito de armas ligeras, medidas de fomento de la confianza y la seguridad, fortalecimiento de los regímenes de no proliferación de armas de destrucción masiva, lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, adopción de códigos de conducta comunes, colaboración en labores humanitarias y en misiones de mantenimiento e imposición de la paz de Naciones Unidas.

Algunos de estos temas han sido objeto de debate y acuerdo en Viena; otros requerirán más tiempo, análisis, discusiones y renovados compromisos. No tenemos tiempo que perder. Desde el día siguiente a la cumbre en la capital austriaca, redoblaremos nuestros esfuerzos. Nuestros ciudadanos así lo exigen.