Este artículo forma parte de la serie

Postales del coronavirus #34. La cuarentena es como la maternidad

SANTIAGO, Chile — Hace treinta años yacía yo en el pecho de mi madre en un eterno vaivén envuelta entre sus brazos. Hoy, después de tres décadas, he vuelto al vientre materno. La vida nos ha regalado una pausa sin prisa, sin presión y sin excusas. Son 55 los días que llevamos encerradas en un espacio confinado. Hoy el mundo está parado y en esta casa estamos mi madre, mi hijo Ikal y yo: tres generaciones en un mismo sitio.

Siento que la cuarentena es un poco como la maternidad: miles de emociones de soledad, aislamiento, preguntas sin respuestas, ansiedad, reflexiones, ilusiones. Estas emociones no tienen un matiz ni negativo ni positivo… simplemente son nuevas.

Pero ahora estoy acompañada de mi madre. Juntas hacemos el ejercicio cotidiano de acompañarnos, guiarnos y cuidarnos. Retratar mi maternidad durante este periodo de tiempo sin tiempo, me ha llevado también a sanar a mi madre. Es un círculo sin fin: ella es el comienzo de mi propia maternidad. Estamos compartiendo unas experiencias que jamás habríamos vivido juntas.

Al inicio, la consigna era que no nos podíamos tocar, pero nos podíamos sentir. Pero a los catorce días de encierro y aislamiento social dejé que mi madre abrazara con fuerza y se duchara con mi hijo.

En nuestro mundo de tres hay días buenos y días que no lo son. Hay momentos en que me inunda la ansiedad, la incertidumbre y la desesperación. Hay momentos en que sueño despierta con mundos extraños y, cuando llega la noche, no puedo conciliar el sueño. Y a veces me sumerjo en un mundo de historias fantásticas como las que le cuento a mi hijo. Me quedo ahí por unos momentos disfrutando de una realidad paralela, como una especie de refugio para mi mente loca.

La primera vez que salimos de la casa fue el día treinta de nuestro aislamiento total. Toda la preparación para salir fue tan absurda que en un momento casi desisto de respirar aire fresco y sentir el sol sobre la piel. Pero unos minutos después ahí estábamos, las tres generaciones entre los árboles, con un cielo nublado y aire frío por la llegada del otoño. Hoy somos nosotros los que tenemos que habitar el mundo de una manera diferente.

Autorretrato con mi hijo durante los primeros rayos de sol de la mañana. Esta es la primera fotografía que hice desde que empezó la cuarentena. Credit Tamara Merino
Autorretrato con mi hijo durante los primeros rayos de sol de la mañana. Esta es la primera fotografía que hice desde que empezó la cuarentena. Credit Tamara Merino
Mi madre y yo con máscaras faciales durante un día cualquiera de cuarentena. Estas máscaras las compré hace un año atrás para su cumpleaños, como excusa para pasar un tiempo juntas. Nunca las usamos, ya que seguramente no alcanzó el tiempo entre tantos otros compromisos.
Mi madre y yo con máscaras faciales durante un día cualquiera de cuarentena. Estas máscaras las compré hace un año atrás para su cumpleaños, como excusa para pasar un tiempo juntas. Nunca las usamos, ya que seguramente no alcanzó el tiempo entre tantos otros compromisos.
Mi madre y mi hijo en la ducha durante la mañana del día catorce de cuarentena.
Mi madre y mi hijo en la ducha durante la mañana del día catorce de cuarentena.
Las estrías de mi madre junto a las mías como símbolo de orgullo, recordando el poder que adquirimos al parir.
Las estrías de mi madre junto a las mías como símbolo de orgullo, recordando el poder que adquirimos al parir.
Mi hijo recorre los pasillos de la casa gateando y descubriendo.
Mi hijo recorre los pasillos de la casa gateando y descubriendo.
01. Autorretrato sumergida en el agua. La tina es el único lugar de la casa en el que puedo disfrutar el silencio.
01. Autorretrato sumergida en el agua. La tina es el único lugar de la casa en el que puedo disfrutar el silencio.
Autorretrato con mi hijo disfrutando el sol de la tarde que entra por la ventana de la habitación.
Autorretrato con mi hijo disfrutando el sol de la tarde que entra por la ventana de la habitación.
Autorretrato con mi hijo jugando en una carpa hechiza con sábanas viejas, una lámpara de sal y algunos juguetes.
Autorretrato con mi hijo jugando en una carpa hechiza con sábanas viejas, una lámpara de sal y algunos juguetes.

Tamara Merino es fotógrafa documental independiente y narradora visual enfocada en temas socio-culturales, identidad y género.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *