Pozos de esperanza

Como espectadores, encontramos muchas referencias cinematográficas al tema petrolero, creador de personajes míticos como Jett Rink (James Dean) en Gigante, o Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) en Pozos de Ambición. A primera vista, en estas películas se exalta el modelo de éxito personal, donde se desarrolla un negocio sin alma en beneficio de un solo personaje. Sin embargo, la realidad es que una población mundial en continuo crecimiento consume 90 millones de barriles de petróleo diarios, mientras que el gas vive una incipiente edad de oro gracias a las nuevas tecnologías que permiten obtener, de manera segura y efectiva, este recurso en nuevas zonas del planeta. Con el petróleo, el gas y sus derivados, miles de millones de personas calientan, cocinan, transportan, visten y pintan sus vidas, entre otros muchos verbos y acciones que son posibles gracias a los hidrocarburos.

En España, quizá por pesimismo o tal vez por desconocimiento, siempre hemos creído que los hidrocarburos eran un recurso ajeno y lejano. Resignados a la idea de tener que importarlo de tierras distantes y a la creencia de que nuestro subsuelo era pobre, ¿para qué íbamos a dedicarle tiempo a investigarlo? A pesar de que los hidrocarburos suponen casi el 70% de la energía primaria consumida en España, según datos del Ministerio de Industria, en vez de afrontar con ilusión la búsqueda de nuevas fuentes, nos hemos conformado con importar en cantidades estratosféricas este recurso. Reducir estas proporciones llevará décadas, y aunque la apuesta –necesaria y acertada– por las energías renovables ha sido muy fuerte en nuestro país, durante al menos medio siglo más, según datos de la Agencia Internacional de la Energía, los hidrocarburos seguirán siendo la principal fuente de energía primaria en España.

La sed energética de España nos está ahogando. Paradójico, ¿verdad? Pero lo cierto es que los datos son poco alentadores. Según cifras de 2012, importamos a otros países más del 99% de los recursos que consumimos, una factura que nos cuesta a los españoles más de 45.000 millones de euros al año, el 4% de nuestro PIB. Este dato invitaría al desánimo si no fuera porque hoy sabemos que pueden existir soluciones si se buscan: España posee suficientes hidrocarburos en su subsuelo como para corregir, en gran medida, este desequilibrio.

¿Y a qué se debe este cambio en la percepción de nuestra realidad energética? Fundamentalmente, a dos factores: por una parte, el desarrollo de la técnica, de la tecnología, que ha facilitado el acceso a recursos antes inexplorables. Y, por otra, a que hoy contamos con estimaciones más precisas. Estudios rigurosos cifran los recursos prospectivos potenciales en hasta 70 años de consumo en España para el gas –gracias al no convencional – y el 20% del consumo nacional de petróleo durante 20 años. Son datos para la esperanza, que albergan un futuro prometedor. Si estas cifras se confirmaran, el impacto positivo sobre nuestra balanza comercial sería digno de mención internacional. Se reduciría nuestra dependencia energética y nos beneficiaríamos de unos precios energéticos más competitivos, tal y como ha sucedido en otros países como Estados Unidos o Canadá, con el extenso desarrollo de técnicas extractivas, que permiten producir gas y petróleo en zonas en las que hasta hace poco no se podía realizar.

Que hemos cambiado un escenario de resignación por otro de grandes expectativas lo demuestra el hecho de que desde los años 70 no había tanto interés exploratorio en España: unas 30 empresas tienen intereses exploratorios y ha aumentado un 80% el número de solicitudes de permisos de investigación tanto en tierra como en mar.

Ante esta situación, las compañías que nos dedicamos a la exploración y producción de hidrocarburos, y que aglutina la ACIEP, tenemos una responsabilidad con la sociedad. Ésta empieza por informar a los ciudadanos de las dificultades de nuestra realidad energética, y también de las soluciones que puede traer consigo el desarrollo de un sector industrial tecnológico, siempre bajo el cumplimiento absolutamente riguroso de la legislación medioambiental europea y española.

También las Administraciones tienen una responsabilidad, ya que son las promotoras de traer inversiones a España, gestionar las tramitaciones pertinentes de una manera eficiente y hacer cumplir la ley a todos. El panorama energético internacional está cambiando a un ritmo vertiginoso, y produciendo una gran transformación en el mapa económico y geopolítico mundial. España no puede desaprovechar la oportunidad de investigar el potencial de nuestros recursos energéticos propios y transformarlos en beneficios económicos y empleo para la sociedad. España reúne todas las condiciones para aprovechar esta oportunidad histórica: hay recursos, hay tecnología, hay conocimiento, hay empresas con experiencia y finanzas saneadas, hay un marco regulatorio sólido y una normativa medioambiental de las más exigentes del mundo… En definitiva, se dan todas las circunstancias para investigar y explorar nuestras riquezas, con la esperanza de encontrar esos hidrocarburos que protagonizan nuestras vidas, y no solo las de Jett o Daniel en sus películas.

Antonio Martín Pascual, presidente de ACIEP (Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración y Producción de Hidrocarburos y Almacenamiento Subterráneo)

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