Pre-golpe, golpe y contra-golpe en Turquía

El intento de golpe de estado en Turquía fue el foco mediático de la comunidad internacional a principios de este verano de 2016. Lo que sucede en este país es de capital importancia para la estabilidad en Oriente Medio debido a  su posición estratégica entre Oriente y Occidente y con una población de casi ochenta millones, mayoritariamente musulmana, hacen de Turquía un actor fundamental en el complicado entramado de esa región. Este país es además un miembro de la OTAN y aspira a pertenecer a la Unión Europea. En el terreno económico las inversiones extranjeras son cuantiosísimas, ascendían a 1.800 millones de dólares en enero de 2015, el mayor receptor de ese capital ha sido el sector de la energía.

Los acontecimientos políticos turcos anteriores al golpe planteaban la duda de si Turquía se alejaba de Europa con la política del actual presidente de la república Tayyip Erdogan, duda que se incrementa con todo lo acaecido tras el 15 de julio de este año tras el fracasado golpe militar. La inestabilidad, con su deterioro político y económico, puede incrementar todavía más la ya convulsa situación en Oriente Medio, con repercusiones dramáticas para la paz en la región y en el mundo entero.

La política de “cero problemas con los vecinos” iniciada en 2002 con el dimitido primer ministro Ahmet Davutoglu navega a la deriva ahora, no sólo por los problemas internos consecuencia de las posturas más autoritarias de Erdogan, sino por las repercusiones de la guerra en Siria, la desconfianza de la OTAN y la Unión Europea, la emergencia de Irán tras la firma de los tratados nucleares, las difíciles relaciones con otras potencias regionales como Arabia Saudí e Irán y las relaciones dubitativas con Rusia e Israel.

El golpe de julio tiene unos antecedentes y unas consecuencias que se relatan a continuación.

PRE-GOLPE

En el periodo anterior al intento de golpe de julio, Erdogan ya había trabajado para eliminar opositores, no solo con el cierre de los medios hostiles hacia su política, sino con la persecución, destitución y hasta encarcelamiento de políticos, jueces, profesores y estudiantes, con especial atención a los disidentes kurdos.

Previamente al golpe, Erdogan ya había iniciado una profunda reforma ideológica de las fuerzas armadas, promocionando poco a poco a los puestos de mayor responsabilidad a militares afines a posiciones islamistas. Hay que tener en cuenta que los militares turcos se habían presentado siempre como garantes del kemalismo republicano laico (ideología del fundador de la república turca tras la derrota y caída del Imperio Otomano, Kemal Atatürk).

El proceso de islamización turco se ha incrementado desde principio de este siglo con la construcción de más de 20.000 mezquitas en todo su territorio, desde donde generalmente se predica una versión conservadora del islam, con el beneplácito de las autoridades actuales que encuentran en estas poblaciones un gran vivero de votos para los partidos conservadores, como lo es el Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) que lidera Erdogan.

GOLPE

El ejército turco lo compone un total aproximado de unos 600.000 efectivos, el mayor de la OTAN, después del norteamericano, y dispone de un presupuesto anual de 18.000 millones de dólares. En el frustrado golpe no se han involucrado los principales líderes militares, posiblemente porque estos ya habían sido seleccionados previamente entre los más fieles al presidente Erdogan.

Otra de las causas del fracaso es que los golpistas no fueron capaces de hacerse con los principales medios de comunicación; hay que tener en cuenta que algunos de los que podían haber sido afines a los golpistas ya estaban clausurados siguiendo instrucciones del gobierno.

Además, los golpistas no tuvieron éxito, sobre todo, porque la sociedad turca mayoritariamente no secundó el golpe, incluso los partidos más progresistas y de izquierdas condenaron la intentona militar. Los militares ya han sido protagonistas en sucesivos golpes desde 1960 y casi siempre esos partidos han sido los más represaliados, así que ante la disyuntiva Erdogan o militares han optado por condenar el golpe.

Otra de las razones del fracaso se debe al escaso o nulo apoyo exterior, a pesar de que desde las proximidades del poder turco no han cesado de acusar a los Estados Unidos e incluso a la OTAN de ser cómplices de los golpistas. En Incirlik la OTAN tiene una de sus principales bases aéreas, incluso con almacenamiento de armas nucleares. La base también ha estado bajo sospecha porque ha sido considerada centro de planificación y operaciones de los golpistas. Se ha llegado a afirmar que los servicios de inteligencia rusos detectaron el golpe interceptando comunicaciones desde su cercana base de Hmeymim en Siria. ¿Erdogan conocía el golpe y lo dejo seguir para obtener rédito de su fracaso?

Algunos mandos militares presionaban para recuperar las relaciones con Israel y la confianza de Estados Unidos por considerarlas fundamentales para la lucha contra los kurdos y la obtención de inteligencia para la seguridad antiterrorista. Sin embargo, la opinión pública turca considera a Israel como uno de sus principales enemigos, aunque esta percepción parece haber disminuido en el último año. Los norteamericanos tampoco han sido muy bien vistos en Turquía por parte de los sectores más conservadores ya que los consideran poco afines al islam, y también por parte de los sectores más a la izquierda por achacarles la responsabilidad de la economía capitalista.

El golpe propiciado por un sector de los militares, al parecer minoritario, se efectuó con la excusa de recuperar el orden constitucional que, según los golpistas, Erdogan había vulnerado, y de volver a la senda de una Turquía laica y democrática, que también el presidente estaba derivando hacia otra islámica y autoritaria.

Sin embargo, esas excusas pueden ser solo el pretexto formal porque detrás del golpe estaban también los intereses de algunas élites militares que veían como su poder iba en disminución a favor de los partidarios del islamismo de Erdogan. Este ha tratado de eliminar todo vestigio de kemalismo y laicismo republicano en el seno de las fuerzas armadas para sustituirlo por representantes de posiciones más acordes con el islamismo, como también ha intentado acabar con todos los seguidores de Fethullah Gülen dentro del ejército.

En un principio, hasta el 2013, mantuvo una alianza con el movimiento islamista liderado por el clérigo, residente en Estados Unidos, Fethullah Gülen, ahora acusado de promover el golpe a través del movimiento denominado Hizmet, que disponía de una amplia red de seguidores que ocupaban importantes cargos en todos los ministerios, incluido el de defensa, y en la enseñanza.

El gobierno turco considera principal instigador y promotor del golpe a los gulenistas. Según las autoridades turcas estos actúan como una secta y que, a pesar de ser islamistas, se presentan ante la opinión pública como laicos que no observan los preceptos del islam. Esas fuentes también afirman que los gulenistas son pro israelíes y pro norteamericanos. Precisamente Erdogan rompió sus relaciones con Gülen en 2013 al acusarlo de promover un golpe contra él.

Si con Gülen acabó mal, también lo hizo con otro de sus principales colaboradores, el primer ministro Davutoglu al que obligó a dimitir en mayo de este año (2016) por criticar el devenir autoritario presidencialista de Erdogan. Puede que Erdogan haya tratado de eliminar a todo aquel que pudiera hacerle sombra en su afán de controlar la vida política en Turquía.

Desde 1960, el golpe de julio ha sido el primero que ha fallado de los cinco que se han sucedido. El último fue en 1997 cuando se forzó la dimisión del Primer Ministro Necmettin Erbakan, precursor de las políticas islamistas de Erdogan.

Al parecer, esta vez el golpe ha sido capitaneado principalmente por miembros de las fuerzas aéreas, consideradas como las más aperturistas y liberales en Turquía, como ya se han mencionado oficialmente pretendían la vuelta al orden constitucional, la democracia, los derechos humanos y las libertades.

Un intento golpista sangriento, murieron casi 250 personas ese día, de los cuales más de la mitad eran civiles, también más de 1.500 personas resultaron heridas. Esto también provocó una reacción popular contraria a los militares golpistas.

El golpe ha tenido tres efectos inmediatos: desestabilizar con la polarización social y el incremento del terrorismo, y el impacto negativo para la economía, principalmente en el sector turístico.

CONTRA-GOLPE

Pocos días después del golpe ya había 55.000 destituidos y 11.000 detenidos entre policías, jueces y militares. En el Ministerio de Educación despidieron a casi 22.000 funcionarios. Retiraron la licencia a millares de profesores y cerraron 600 centros educativos, todos ellos sospechosos de ser seguidores de Gülen. A todo ello hay que sumar la prohibición de los funcionarios de abandonar el país.

La rapidez en las destituciones y detenciones de supuestos implicados con el golpe o de apoyarlo hace sospechar de si el gobierno ya disponía de “listas negras” de opositores a la política de Erdogan. El líder turco ha aprovechado el golpe para incrementar las medidas represivas al amparo del estado de emergencia declarado tras el golpe. Mientras tanto la comunidad internacional en general y la UE muy en particular no expresan, más allá de la retórica diplomática, una firme condena de la deriva autoritaria del gobierno de Erdogan.

Para las medidas represivas el gobierno cuenta con el apoyo del partido lo sustenta el AKP y del ultranacionalista MHP que es firme partidario de restaurar la pena de muerte. La pena de muerte fue abolida en Turquía en el año 2002, en una votación parlamentaria con 265 votos a favor de la abolición y 162 en contra; esta abolición era una de las exigencias previas de la UE para tratar el ingreso de Turquía. Erdogan ha declarado que la restaurará si lo aprueba el parlamento y lo justifica diciendo que también la tienen Estados Unidos, Arabia Saudí e Irán.

Erdogán, en su afán por controlar a los militares reacios a las derivas islamistas ha creado la Universidad Nacional de Defensa dependiente del Ministerio de Defensa. Del mismo modo los Jefes de las armas militares, tierra, mar y aire, responderán ante el Gobierno, así mismo los el Jefe de estado Mayor de la Defensa y del servicio de inteligencia pasarán a depender de la Presidencia del Estado. Al Consejo Militar Supremo, hasta ahora exclusivo de los militares, ha incorporado a los Ministros de Justicia, Interior y Exteriores, este Consejo entre otras funciones designa a los altos cargos militares.

Todo ello en un intento de recortar ese poder tradicional de los militares turcos que actuaban de una manera independiente. Esta subordinación de los militares al poder civil es la situación normal en los países democráticos, sin embargo, en Turquía, en las actuales circunstancias puede también entenderse como un intento de depuración para poner al frente a los militares más acordes con doctrina Erdogan.

TORTURAS Y VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

En el contragolpe el gobierno turco ha suspendido la Convención Europea de Derechos Humanos, y amplia a 30 días el plazo de detención sin control judicial. Amnistía Internacional ha denunciado abusos por la aplicación del estado de emergencia. Esta organización recuerda que “la tortura está siempre prohibida” y ha instado al Comité Europeo para la Violación de la Tortura (CPT) a inspeccionar lo que está sucediendo en Turquía tras el fallido golpe. Hay que recordar que este país es miembro del Consejo de Europa y como tal tiene la obligación de cooperar con el CPT.

Erdogan y su partido AKP han sabido tomar ventaja de la situación social provocada por el golpe y han convocaron una gran manifestación el domingo 24 de julio para condenar el golpe de estado a la que asistieron todos los partidos políticos, incluso los progresistas y de izquierdas, con la única excepción del pro kurdo HDP. Una manifestación patriótica en la que se escucharon voces contra el enemigo común Fetullah Gülen, acusado de propiciar el golpe. Desde el golpe no cesa de aumentar la popularidad de Erdogan. A finales de julio era ya del 67% frente al 47% que tenía en junio.

CAMBIOS ESTRATÉGICOS

Rusia

Las columnas fundamentales de la política de los gobiernos desde que Erdogan llegó al poder han sido la estabilidad basada en las buenas relaciones de vecindad y el progreso económico. Ambas están en peligro, por eso ha recurrido a Rusia. Una muestra simbólica de ese acercamiento está en la condena de los dos pilotos que derribaron al avión ruso después del golpe de estado, acusándoles de provocar el incidente para deteriorar las relaciones con Rusia y favorecer los intereses del Gülen y los norteamericanos. El gobierno turco está especialmente receloso con el apoyo estadounidense a los kurdos que luchan contra el Estado Islámico.

Los rusos, aprovechando la sospecha de implicación norteamericana en el golpe tratan de sacar partido. Erdogan hace lo propio y parece acercarse a Rusia para presionar a sus aliados occidentales y americanos. Los turcos conseguirán también ser una parte importante en la Organización de Cooperación Económica del Mar Negro (BSEC) e ingresar en la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) que lideran Rusia y China.

Tras el derribo de avión ruso, que efectuaba una misión de combate contra fuerzas de oposición al régimen sirio de al Asad en territorio sirio, el 26 de noviembre de 2015 por una presunta violación de su espacio aéreo, por un avión de la fuerza aérea turca, el presidente ruso Putin decidió aplicar sanciones en represalia por el derribo. Sanciones que afectaron a la agricultura y al turismo, provocando unas pérdidas en este último sector, tan importante para la economía turca, de unos 2.500 millones de dólares, el 0,15 del PIB. Además la aviación turca comenzó a bombardear las rutas del mercado negro de petróleo proveniente de Siria, bombardeos que al parecer provocaron grandes pérdidas económicas a algunos dirigentes turcos ligados a ese mercado negro.

El acercamiento a Rusia se materializó en la cumbre de San Petersburgo celebrada el 9 de agosto con la asistencia de los dos máximos mandatarios de Rusia y Turquía. En ella se llegaron a acuerdos sobre economía, levantamiento de las sanciones como consecuencia del derribo del avión ruso en noviembre del 2015, continuar el proyecto de ayuda rusa para construir una planta nuclear en Turquía y la construcción del gaseoducto Turk Stream; acuerdos sobre los kurdos, la promesa por parte rusa de no apoyar a los kurdos a cambio de no contribuir al cerco OTAN a Rusia; en cuanto a la guerra de Siria se acordaron acuerdos de cooperación entre los que se incluían cerrarlas fronteras a los terroristas, apoyar la permanencia de al Asad durante un periodo de transición y la laicidad del régimen, así como proporcionar el regreso a los refugiados.

Israel

Otra relación que Erdogan intenta recuperar es con Israel, deteriorada a raíz del incidente del buque Mavi Marmara, interceptado por la marina israelí cuando pretendía llegar con ayuda humanitaria a Gaza. Murieron 9 tripulantes turcos, aunque Tel Aviv se justificó diciendo que el barco portaba material de guerra para ayudar a los combatientes de Hamas, considerados por Israel terroristas.

El 27 de junio de este año (2016) gobiernos turco e israelí acordaron normalizar las relaciones. Turquía consiguió la disculpa oficial del asalto e indemnizaciones millonarias para las familias de las víctimas del asalto al barco, la modernización de material de guerra (carros de combate y aviones) y la compra de los sofisticados drones de fabricación israelí. Israel recupera así un gran cliente en la compra de armamento, recupera zonas del espacio aéreo turco para el entrenamiento de sus pilotos de combate. Ambos países ganan al compartir inteligencia en lo que respecta a Irán y los kurdos.

OTAN

Turquía es miembro de la OTAN desde 1952, pero en los últimos tiempos las relaciones con la Organización Atlántica están llenas de lagunas debido a las posiciones turcas respecto la guerra de Irak (no permitió el uso de sus bases para la invasión de 2003) y la de Siria (donde su posición de lucha contra el Estado Islámico es controvertida ya que centra su prioridad en combatir a los kurdos que a su vez están apoyados por EE. UU.).

Pero Turquía es estratégicamente demasiado importante como para dejarla en manos de otros y a la OTAN (léase EEUU) poco le importó los golpes militares de 1960, 1971, 1980 y 1997, si seguía manteniendo su influencia en la zona. Erdogan se ha mostrado más hostil con la Alianza en los últimos tiempos lo que puede haber propiciado inquietud en la OTAN. No obstante las fuentes autorizadas de la Organización siguen considerando a Turquía un aliado en el que confían plenamente. Lo cierto es que la OTAN no quiere perder a Turquía, entre otras razones porque no quiere verla caer en manos de Rusia.

Países árabes

La política de Erdogan encuentra opositores entre algunos países musulmanes y aliados en otros. Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Egipto no la apoyan porque la consideran próxima e influenciada por los “hermanos musulmanes” a los que consideran enemigos de sus respectivos regímenes. Sin embargo, Erdogan sí encuentra apoyo en Qatar cuyos dirigentes son uno de los mayores sustentadores de la cofradía.

CONCLUSIONES

Las consecuencias de la política de Erdogan antes y después del golpe repercuten directamente sobre:
- El turismo, que ve decrecer los ingresos de este sector tan importante para la economía del país que hasta ahora supone el 10% de su PIB, lo que implicará un crecimiento del déficit. El deterioro de la economía repercutirá directamente sobre la sociedad, con lo que se incrementará la polarización y el descontento que puede conducir a episodios violentos

- Las relaciones internacionales especialmente con la OTAN y la UE, Rusia y sus próximos, tanto Israel, los países árabes e Irán. Su aptitud poco clara en la guerra de Siria tampoco contribuye a apaciguar estas relaciones. Hasta ahora su prioridad ha sido combatir a los independentistas turcos aún a costa de enfrentarse con su aliado norteamericano y de enconar las relaciones con Rusia.

Una vez más se demuestra que las relaciones internacionales priman los intereses nadie quiere enemistarse con Erdogan, y los derechos humanos solo se mencionan en actos protocolarios con la retórica habitual. Los Estados Unidos no quieren perder sus bases militares en Turquía, la UE teme que se agudice la crisis de los refugiados si Turquía abre la puerta hacia Europa. Rusia trata de acercarse para tomar ventaja estratégica y económica. A ninguna le importan los derechos humanos. No digamos a Israel y la mayoría de los países musulmanes de la región.

La deriva de Turquía puede conducir a una situación todavía más inestable de Oriente Medio. Las consecuencias para la paz pueden ser dramáticas.

Javier Jiménez Olmos, Doctor en “Paz y Seguridad Internacional” por la UNED. Miembro de la Fundación “Seminario de Investigación para la Paz” de Zaragoza

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