Preocupación y expectación en Italia

La pasada semana he estado en Italia por razones académicas. He seguido sus vicisitudes políticas ilustrado por el parecer de mis amigos, colegas de altura intelectual y calidad humana. Todos están muy preocupados. Ninguno apoyaba la «solución» Conte. Tomemos las aguas desde arriba para entender cómo se ha llegado hasta aquí. Lo primero a subrayar es que no estamos ante un problema italiano sino ante una nueva manifestación de una situación generalizada. La ola populista es ya un tsunami en ambos lados del Atlántico y amenaza con destruir los cimientos de nuestra democracia y civilización occidental. Los populismos del viejo continente contradiciendo el principio romano «cuius commoda, eius et incommoda», aceptan ser europeos solo para recibir beneficios. Identifican a Europa con «sudor y lágrimas», como una madrastra que exige sacrificios sin ventajas.

La corrupción interna de los partidos y la decepción popular con la «vieja clase política», más atenta a sus privilegios que a las necesidades ciudadanas, ha provocado el nacimiento de una nueva «casta» que alumbra formaciones sin programa, ontológicamente demagógicas. Usando una retórica tan superficial como eficaz, ha hecho presa fácil en un electorado cada vez menos formado.

Vayamos a Italia. Tres causas provocan el resultado electoral. Primero, desconfianza en sus partidos tradicionales. Segundo, grave crisis con: descomunal déficit público, recortes en servicios sociales, empobrecimiento de la población, desempleo juvenil del 40% en el sur. Tercero, percepción, y es cierta, de que la UE abandona a Italia a su suerte, en el acogimiento de una desmesurada inmigración. Muchos arriban a sus costas como tierra de tránsito, pero deben permanecer allí por el Tratado de Dublín.

Preocupación y expectación en ItaliaRenzi ha sido una gran decepción. Había ganado las elecciones europeas en 2014, superando el 40%. A partir de ahí, no enfrenta con acierto los problemas de desarrollo y empleo. Su programa se percibe, con razón o sin ella, al dictado de Alemania y del BCE. No es capaz de unir a las corrientes de su partido, el PD. Practica el diletantismo. Convoca un referéndum de reforma constitucional pero lo convierte en un plebiscito sobre su persona: Renzi contra todos. Obviamente, pierde.

La Liga tenía su electorado en el Norte, cuando propiciaba la confrontación con la Italia meridional. Ahora se desprende de su denominación «Lega Nord» y se convierte en el partido de la soberanía italiana contra las «potencias europeas». Propone políticas contra la inmigración, expulsión y control de fronteras, y así consigue votos en el sur. Su reforma fiscal, contra el principio de proporcionalidad en el impuesto de la renta, logra el voto de la clase media y alta.

5 Estrellas redobla su discurso contra políticos, banqueros, periodistas, todos llamados «clase dominante». Conecta con los problemas sociales al encontrarse con el vacío del PD. Sus promesas de proteger el trabajo de los italianos y un salario de 750 euros para los desempleados hacen fortuna. En el sur alcanza un 60% de los votos.

La triada que ha hecho ganar a las dos fuerzas políticas es explosiva: bajada de impuestos, sueldo ciudadano y adelanto de la edad para la pensión. Aumentar más el déficit público sería llevar a Italia al «rescate». ¿Cómo es posible que un 60 % de italianos que apoyaban el pacto de gobierno, no se preguntase: dónde está la cobertura presupuestaria para cubrir esos gastos?

5 Estrellas más demagógico y la Liga más racista, representan un pensamiento político débil y polimórfico. Cambian de opinión según las circunstancias lo requieran. Durante la campaña se detestaban. No obstante, han logrado convencer y juntos han vencido. Sin embargo, su alianza –mera conveniencia por gobernar– es débil. Así, las enormes dificultades que tuvieron para el acuerdo causa un dilatado impasse que provoca graves daños al país.

La batalla Salvini vs. Di Maio termina con el ultimátum de Mattarella. La nómina de Conte es consecuencia del veto, intercessio, recíproco. Ambos requieren un tercero obsequioso con su «duumvirato». De prosperar el Gobierno Conte habría sido el primer caso en la historia, no solo en Italia, en el que un tecnócrata liderase un «gobierno político». ¿Cómo podría un técnico dirigir un Consejo de Ministros formado por políticos?

A pesar de su perplejidad, Mattarella lo acepta, o mejor, lo tolera. Pero, con tanto acierto como prudencia, veta al Ministro de Economía, Savona, antieuropeísta, que hubiera propiciado gran inestabilidad, como manifestaban ya los mercados y las agencias de calificación. El presidente de la República ejerce su papel de garante de la Constitución. No consiente ser manipulado. Encarna la defensa del interés nacional y designa a Cottarelli –prestigioso economista y exfuncionario del FMI– para que forme un Gobierno tecnócrata. Aprobar una nueva ley electoral debería ser prioridad nacional, pues la actual propicia una dispersión que problematiza la gobernanza. No será fácil lograrlo. Cada partido pensará en sus intereses. Además, se da por cierto que Cottarelli no obtendrá la confianza de la Cámara, lo que abocará a nuevas elecciones para después del verano.

Los pronósticos son difíciles. El PD para recomponerse necesitaría más tiempo. 5 Estrellas –con el doble de los parlamentarios que la Liga– ha tenido ya caída en nuevas encuestas. El pacto inicial entre la Liga, Forza Italia y Fratelli d`Italia pudiera estar en condiciones de ganar. Como novedad, Berlusconi antes inhabilitado puede ya presentarse. Si Salvini moderase su mensaje podría convertirse en líder del centroderecha.

Expectación pero también esperanza. Italia es grande. El pueblo de más genio del mundo. Italia no «está» en Europa, «es» Europa. No puede ser sin ella. Tampoco ésta puede concebirse sin aquella. Sucede lo mismo con España. Ambas han hecho gran parte de la historia europea. Para una y otra es un suicidio combatirla y aun distanciarse. Las dos naciones han hecho una política propia con la UE. Es un error. Lo que es bueno para una, lo es para la otra. Representamos la latinidad. Francia siempre va por su cuenta y Grecia responde a realidad distinta. Somos el mediterráneo. Juntos podemos mucho en las negociaciones europeas. Lo que no nos guste de la UE podemos intentar cambiarlo. Las elecciones italianas pueden reducirse a un referéndum pro o contra Europa. Deseo que la clarividencia y la prudencia iluminen a ese querido pueblo, más similar al nuestro que ningún otro.

Federico Fernández de Buján, catedrático de Derecho Romano de la UNED y académico electo de la Real Academia de Doctores de España.

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