El periódico inglés The Guardian se ha hecho eco de una carta que el jefe de comunicación de la Royal Society inglesa dirigió el mes pasado a la compañía petrolífera Exxon. La sociedad científica se queja de la confusión que la compañía puede estar creando en torno a las opiniones sobre la existencia y posibles consecuencias del cambio climático que se observa a escala global. Pide a la empresa que deje de divulgar informaciones que tienden a confundir a la opinión pública sobre este tema y deje de financiar a grupos que desacreditan los informes científicos. Es muy significativo que la histórica sociedad (fundada en 1660 y con una larga reputación de seriedad y rigor) se haya sentido obligada a una acción de esta índole.
Saber lo que ocurre con el clima de nuestro planeta es una de las cuestiones que más preocupa a los ciudadanos de muchos países. Vemos a menudo fenómenos climáticos, tormentas, sequías, etcétera, que nos preocupan, pero es difícil distinguir los que se han dado siempre de aquellos que serían la consecuencia de un cambio climático acelerado que estamos produciendo nosotros mismos. Cara a las acciones que debemos emprender si queremos actuar sobre estos cambios, es importante tener datos lo más sólidos posible, y para ello nos dirijimos a aquellos que estudian el clima y les preguntamos lo que piensan. Para quedarnos bien convencidos, queremos saber si todos ellos están de acuerdo con los datos, las interpretaciones que se hacen y las predicciones que resultan de ello.
Cuando se trata de temas que afectan a nuestras vidas y nuestra forma de pensar o que tienen efectos sobre la actividad de algún sector de empresas, las presiones por destacar que ciertos fenómenos no están bien demostrados son frecuentes. La industria tabaquera, por ejemplo, estuvo financiando durante años estudios que tendían a minimizar los efectos de fumar sobre el cáncer de pulmón. La industria petrolífera (Exxon, pero también en cierta medida Shell y BP) podría estar haciendo lo mismo con el cambio climático, y esto preocupa a la Royal Society.
Cuando pedimos una opinión sobre una cuestión científica a profesionales que trabajan en el tema, encontramos a menudo puntos de vista diferentes. Este es un hecho que es consecuencia de la libertad de pensamiento del trabajo científico. En la pregunta sobre el cambio climático ocurre también, pero a diferentes niveles. Que la temperatura de la superficie de la Tierra aumenta es un hecho en el que la enorme mayoría de los científicos está de acuerdo. Basta revisar las medidas que se han realizado en los últimos 200 años. Que sea un fenómeno natural o provocado por la actividad humana ha sido objeto de discusión con opiniones divergentes.
Por esta razón, el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas nombró un panel internacional de científicos (IPCC) que busca los datos existentes y trata de sacar consecuencias. Este Panel ha ido produciendo informes que demuestran que el aumento de la temperatura del planeta coincide con el incremento en el uso de combustibles fósiles. Hay quienes todavía no están convencidos de ello y son a estos a los que las compañías petrolíferas podrían estar subvencionando.
Más difícil es saber cuáles son las consecuencias del cambio climático y lo que tenemos que hacer para corregirlo. Los modelos para analizar y predecir la evolución del clima a nivel global aún están siendo perfeccionados. De todas formas, las conclusiones del IPCC son claras sobre, por ejemplo, el aumento del nivel del mar, de las superficies desérticas y las dificultades para mantener el actual nivel de producción de alimentos. Saber qué efecto exacto tendrá el cambio sobre las especies y en particular sobre la nuestra es difícil y las exageraciones pueden ser fáciles. Los equilibrios ecológicos pueden ser diversos y nuestra especie ha demostrado que se adapta a cualquier situación, pero parece claro que nuestro actual estilo de vida no podría mantenerse. Es probable que los efectos relativos sobre diferentes partes del mundo sean diferentes creando más conflictos a nivel mundial. Aquí sí existe un peligro real para nuestra especie dado que el nivel de armamento atómico no disminuye, sino que más bien aumenta. Pero en este tipo de apreciaciones nos alejamos de los datos exactos y es difícil llegar a un acuerdo entre todos.
En cualquier caso, los responsables políticos y la sociedad en su conjunto necesitan tener los mejores datos posibles para que se tomen y se apoyen las decisiones apropiadas y que pueden no ser populares. Cómo queremos generar nuestra energía, dónde tenemos que ponernos a ahorrarla o si debemos buscar sistemas que secuestren los gases que producen efecto invernadero son decisiones que no pueden tomarse sin afectar formas de vida, intereses o concepciones del mundo de grupos importantes. Es aquí donde la acción de grupos de presión poderosos en un sentido o en otro confunden a la opinión y pueden impedir que se tomen las medidas adecuadas. Los problemas para aceptar unas medidas relativamente parciales como el Protocolo de Kioto han demostrado esta dificultad. Por esta razón, la Royal Society pide que se deje oír la voz más bien informada posible que formulen aquellos que, en medio de graves incertidumbres, tienen acceso a los datos y a las reflexiones, que pueden digerir esta información y proporcionarla a la sociedad para que tome sus decisiones.
Pere Puigdomènech, director del Laboratori de Genètica Molecular Vegetal CSIC-IRTA.