Prestando en la oscuridad

La proliferación del opaco y poco regulado (o desregulado) sistema de la banca en la sombra ha aumentado el temor a una posible inestabilidad financiera. ¿Pero cuán extensa ­–y cuán riesgosa– es la banca en la sombra en China?

Según la Comisión Reguladora Bancaria China, la banca en la sombra (todos los créditos no regulados según los mismo estándares que los créditos bancarios convencionales) aumentó desde ¥800 mil millones ($130 mil millones) en 2008 a ¥7,6 billones en 2012 (aproximadamente el 14,6% del PBI). El total de la actividad bancaria china no incluida en los balances ­–compuesta por créditos a desarrolladores inmobiliarios (30-40 %), a entidades de gobierno locales (20-30 %), y a las pequeñas y medianas empresas (pymes), personas y prestatarios de créditos puente– se estimó en valores que llegan a ¥17 billones para 2012, aproximadamente un tercio del PBI.

El término “banca en la sombra” ganó protagonismo durante la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos como referencia a los activos no bancarios en el mercado de capitales: fondos de inversión en mercados de dinero, valores respaldados con activos y productos derivados apalancados, habitualmente financiados por bancos de inversión y grandes inversores institucionales. En 2007, el volumen de transacciones de la banca en la sombra estadounidense superó al de los activos bancarios convencionales.

La Junta para la Estabilidad Financiera ha estimado que el total mundial de activos de la banca en la sombra en 2011 ascendía a $67 billones, de los cuales EE. UU. aportaba $23 billones; la zona del euro, $22 billones; y el Reino Unido, $9 billones. La banca en la sombra china tan solo representa cerca de $2,2 billones.

La banca en la sombra en China está dominada por créditos a prestatarios de mayor riesgo, como los gobiernos locales, los desarrolladores inmobiliarios, y las pyme. En última instancia, está financiada a través de depósitos de la banca minorista, productos bancarios de gestión patrimonial y títulos de capital privado. Por lo tanto, el problema real en China no es el volumen del crédito en la sombra, sino su calidad, y la capacidad del sistema bancario para absorber potenciales pérdidas.

Las fuerzas de mercado y los conflictos políticos dispararon el surgimiento de la banca en la sombra en China. Como el Banco Popular Chino (BPC) mantiene las tasas de interés artificialmente bajas, los depositantes minoristas comenzaron a aprovechar las mayores tasas de rendimiento que ofrecen los gobiernos locales, los desarrolladores inmobiliarios y las pyme, que necesitan financiamiento para mantener su inversión y ajustarse a un nuevo entorno de mercado.

Desde 2008, la banca en la sombra ha estallado, debido cuestiones de precios y regulatorias. En un entorno dominado por los controles cuantitativos directos, como cuotas de crédito cada vez más estrictas, la banca en la sombra está encontrándose con una demanda de mercado genuina y las tasas de interés que los prestatarios están dispuestos a pagar proporcionan un útil mecanismo para el descubrimiento de precios. China simplemente necesita un sistema mejor para evaluar la calidad de esos créditos (y para proporcionar a los depositantes rendimientos que puedan compensar la inflación).

Los responsables de políticas chinos deberían ver al temor a la banca en la sombra como una oportunidad impulsada por el mercado para transformar al sistema bancario en un motor de crecimiento eficiente, equilibrado, inclusivo y productivo. Deberían comenzar por la reforma del régimen de derechos de propiedad para permitir que las fuerzas de mercado equilibren la oferta y la demanda de ahorro e inversiones de manera que mantenga la disciplina y la transparencia del crédito.

Esto exige, en primer lugar, determinar quién –si el inversor o el banco– asume el riesgo subyacente de cesación de pagos de los productos de gestión patrimonial con alto rendimiento. Dado que esta es una cuestión legal de definición y cumplimiento de contratos, debería solucionarse en las cortes o los tribunales de arbitraje, no quedar en manos de los reguladores. Clarificar la responsabilidad última por la calidad del crédito y el riesgo también reduciría los costos de intermediación al eliminar la necesidad de recurrir a canales informales, como sociedades fiduciarias y de garantías de créditos.

Además, reducir la exposición de los vehículos de financiamiento de los gobiernos locales es esencial. China necesita construir su mercado municipal de bonos para generar financiamiento más sostenible para proyectos de infraestructura. Los gobiernos locales podrían entonces privatizar la enorme cantidad de activos que han acumulado durante años de rápido crecimiento y utilizar los resultados para pagar su deuda.

Los esfuerzos de reforma deben ser apoyados por medidas –como el estricto cumplimiento de los requisitos de transparencia de los balances– para mejorar la administración de riesgos. De hecho, los riesgos existentes de la banca en la sombra son manejables, debido al relativamente robusto crecimiento del PBI y a la solidez de los aspectos macroeconómicos centrales. A fines de 2012, los bancos comerciales chinos mantuvieron ¥6,4 billones en capital primario y ¥1,5 billones en previsiones por créditos en mora, para constituir un amortiguador de riesgos de aproximadamente ¥8 billones.

Los bonos de bajo riesgo del gobierno central y los requisitos de reservas del banco central –la mayoría de los cuales están respaldados por sustanciales reservas en moneda extranjera– representan ¥31 billones de los ¥95 billones del total de los activos comerciales bancarios. Otros ¥8 billones son hipotecas, también de bajo riesgo, dados los reducidos coeficientes de préstamo a valor. La exposición a obligaciones locales soberanas –por empresas estatales y gobiernos locales– explica aproximadamente ¥32 billones; las obligaciones de empresas privadas alcanzan aproximadamente a ¥24 billones.

Este desglose sugiere que el amortiguador de ¥8 billones sería suficiente para compensar posibles pérdidas debidas a créditos con mayor riesgo en el sector bancario comercial chino. Los elevados márgenes de tasa de interés fijados por el BPC brindan un apoyo adicional.

Pero, si el riesgo aumenta por una continua expansión del crédito en la sombra, el amortiguador puede tornarse inadecuado. Por lo tanto, los responsables de políticas chinos deben centrarse en limitar el crecimiento de la banca en la sombra y garantizar simultáneamente que todos los riesgos actuales y futuros que surjan del sistema queden completamente expuestos. La introducción de medidas para enfriar el mercado inmobiliario y de nuevos controles regulatorios directos sobre los créditos de la banca en la sombra representan un paso en la dirección correcta.

Tal vez los mayores desafíos que enfrenta China sean los de aumentar los rendimientos reales de los pasivos financieros (depósitos y productos de gestión patrimonial) y la promoción de créditos más equilibrados. Los mayores costos de inversión en activos reales ayudarían a mantener bajo control los precios de la propiedad y a reducir el exceso de capacidad en infraestructura y manufacturera.

En última instancia, ocuparse de la banca en la sombra en China requerirá mecanismos que definan, asignen y adjudiquen claramente los riesgos financieros entre las principales partes involucradas. Esto incluye garantizar que los prestatarios sean responsables y que sus créditos sean transparentes; desapalancar la deuda municipal mediante ventas de activos y financiamiento más transparentes; y transferir el peso de la resolución de disputas por derechos de propiedad de los reguladores a árbitros y, eventualmente, al sistema judicial. Esas reformas institucionales constituirían un gran avance para eliminar el riesgo de cesación de pagos (o de rescate) y crearían un sistema financiero orientado al mercado, con incentivos equilibrados que apoyen el crecimiento y la innovación.

Xiao Geng is Director of Research at the Fung Global Institute. Andrew Sheng, President of the Fung Global Institute, is a former chairman of the Hong Kong Securities and Futures Commission, and is currently an adjunct professor at Tsinghua University in Beijing. His latest book is From Asian to Global Financial Crisis. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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