Con la verdad por delante, lo esencial para el futuro inmediato de los españoles de lo acaecido la semana pasada es la aprobación por el Parlamento Nacional de los Presupuestos Generales del Estado para 2023 (PGE). Con ello queremos disculparnos por no perder tiempo y neuronas con el tema “novedoso” de la “violencia política” ejercida en el mismo Parlamento. Hace mucho tiempo que el Parlamento se ha convertido en un albañal de bajísimo nivel en el debate y las barbaridades más soeces son moneda corriente desde hace años. Pero eso sólo la espuma de la ola. Lo único “curioso” es que ahora resucite el concepto de “violencia política”, es decir la violencia no cruenta, cuando lleva asolando Vascongadas y la Cataluña hispana desde hace lustros, destruyendo la convivencia, y la democracia, en esas regiones españolas. Y creciendo.
Pero a lo que vamos. La aprobación de los PGE y la manera de conseguirlo ha sido una jugada maestra del Presidente de Gobierno, sin vuelta de hoja. Ha sido un triunfo político, no económico, eso es lo esencial. Los Presupuestos en sí no tienen muchas virtudes económicas, salvo la de ser aceptados por nuestros financiadores: la UE y el BCE. Tampoco son una calamidad y, como siempre, no se cumplirán, y se irán ajustando a una coyuntura económica más cambiante e imprevisible que nunca. Pero, desde el principio, el gran envite ha sido político y el objetivo ha sido doble. Por un lado reforzar a futuro el Gobierno Frankestein y el poder de mando del SanchoPodemismoSeparatismo (SPS) demostrando estabilidad y, por supuesto, potencial de futuro. Para ello no importaba mucho el contenido de los PGE, pero sí el poder sacarlos adelante. Y como ha recalcado Pedro Sánchez, son unos PGE que respaldan 12 Partidos a los que han votado unos 12 millones de españoles. Nunca ha sido más fuerte la posibilidad de que el SPS siga mandando tras las próximas elecciones generales. Sánchez sabe que el PSOE, probablemente, no las ganará, pero sabe que la mayoría absoluta PP/VOX es cada día más difícil o improbable. Y es un maestro en la gestión de los tiempos.
Pero lo más trascendente proviene de la manera con la que el Presidente de Gobierno ha conseguido ese apoyo político. Sólo encontramos un punto común entre los 12 Partidos que sostienen estos PGE: ninguno de ellos tiene la menor preocupación por el bien común de los españoles o de su mayoría ni por su igualdad cívica y ontológica, antes al contrario. Se dice que Pero Sánchez lo ha conseguido a base de concesiones a los otros11 Partidos, concesiones absolutamente lesivas para el bien común y algunas consideradas felonías por algunos. La opinión mayoritaria es que Sánchez cede lo necesario para mantenerse en el poder (y no sólo un año más). Proponemos como posible (nunca hay seguridad plena en política) una visión más elaborada y que hace mayor justicia a la capacidad estratégica de Pedro Sánchez. Bien podría ser que éste último, que tiene un plan elaborado, ahora evidente, desde hace al menos tres años, hubiese aprovechado y usado la gestación de los PGE para introducir medidas de calado irreversibles en el camino hacia la “España plurinacional” o la “Confederación asimétrica de taifas españolas” o como quiera que se le llame. Hablamos de sedición, malversación, retirada de la Guardia Civil, ocupación plena del poder judicial y del TC, incumplimiento de sentencias del Supremo, etc… Y todo ello en el momento oportuno. No hay que despreciar nunca al que te quiere hacer daño, y Pedro Sánchez ha demostrado una grandísima habilidad para avanzar en la deconstrucción de España.Es más destructivo que un almajaneque, pero no es ningún simple. Por lo que la balcanización de España ya parece inevitable. Queda luchar por que sea “violencia política” es decir totalmente incruenta.
Coda a modo estrambótico: ”los seres más mediocres pueden ser grandes sólo por lo que destruyen” (André Maurois)
Por Enrique Calvet Chambon, ex europarlamentario y Presidente de ULIS.