Primeros apuntes

El discurso de investidura pronunciado ayer por Mariano Rajoy conformó un conjunto de primeros apuntes para las reformas y los sacrificios que serán necesarios en la economía española en los próximos meses y años. De un discurso cabe esperar que tenga mensajes y que éstos sean creíbles. Algunos mensajes del futuro presidente permanecieron aún en un plano algo general y con poca concreción, pero también es cierto que la enjundia de algunos de los temas tratados requerirá una explicación detallada en otra ocasión. Los detalles fueron sustituidos por contundentes declaraciones de intenciones en estos grandes temas. Y aunque a estas alturas ya se ha comprobado en múltiples ocasiones que el camino se hace andando y que los mercados sólo juzgan el caminar, las direcciones apuntadas ayer son, cuanto menos, interesantes. Que se transformen en el necesario crecimiento económico en el medio plazo solamente el tiempo lo dirá.

Un primer aspecto destacable es el del reconocimiento de problemas. Decir que en España hay un elevado desempleo no es novedad alguna, pero un repaso a la hemeroteca serviría para corroborar la escasez de un reconocimiento contundente de debilidades en el pasado respecto a temas clave que ayer, con concreción o sin ella, fueron asumidas finalmente sin tapujos. Entre ellas, por ejemplo, las referentes a la necesidad de una reforma laboral más decidida -con ingredientes como la descentralización de convenios, el control del absentismo o la revisión de la Formación Profesional- son cambios en la dirección adecuada que, como parece haberse discutido estos días, se completarán con seguridad con otras medidas tanto o más importantes.

Del mismo modo, se reconoció, y por más esperada no deja de ser noticia, que la valoración realizada hasta ahora del deterioro de activos en el sector bancario se queda corta, que es preciso dar salida a los inmuebles y que es necesario sanear el suelo y las promociones no terminadas en los balances bancarios.

Se anunció la necesidad de más reestructuración y fusiones -para asumir parte de una pérdida esperada que se antoja significativa- y se dejó en puntos suspensivos cómo se instrumentará ese saneamiento y las nuevas necesidades de capital. Será muy importante dejar este punto bien cerrado, con criterios creíbles. Cualquiera que sea el modo de afrontar el saneamiento en el sector bancario -y puede haber muchos- deberá contar con una adecuada valoración de la pérdida no cubierta por provisiones, de las nuevas necesidades de capital y de quién o qué instrumento puede aportar ese capital, asumiendo si es preciso algún tipo de ayuda financiera externa.

También se anunciaron recortes, aunque no se especificaron, en un decreto de medidas urgentes que, al final del año, será el primero de un conjunto de medidas que, inevitablemente, impondrán sacrificios muy importantes al conjunto de la ciudadanía. El objetivo anunciado de reducir el déficit público en 16.500 millones es un primer paso -cuya cuantía suena más bien a una primera acometida-, hacia ahorros y ajustes que desafortunadamente parece que serán más contundentes en el futuro.

Hay aspectos entre los anunciados que, aunque no tan generales, dejan una marca de la casa en materias tan sensibles como la financiación y el impulso de las pymes y los autónomos. Las cuentas fiscales para compensación de deudas pendientes de la Administración con estas empresas o la posibilidad de no abonar el IVA mientras persistan esas deudas de la propia Administración han sido cuestiones demandadas por las pymes durante mucho tiempo. Habrá que leer la letra pequeña de esta iniciativa para ver sus efectos finales. En todo caso, representando las pymes el 60% del empleo en España, se ha apostado porque se apliquen subvenciones a la contratación de los primeros trabajadores o bonificaciones para sus pagos de Seguridad Social.

Las crisis se manejan con actuaciones macroeconómicas pero también con una intensa guerra de guerrillas en aspectos más microeconómicos, aliviando restricciones financieras.

Otros aspectos fiscales -como la desgravación por vivienda- pueden ser más discutibles de acuerdo con la experiencia histórica reciente de nuestro país, que tantas distorsiones en la asignación de recursos ha supuesto. Pero el reto fiscal que sigue presente más allá de las medidas anunciadas es la generación de ingresos para las arcas públicas, que aún no se ha concretado pero que deberá materializarse de forma necesaria porque es casi imposible corregir el déficit sólo por la vía de contención del gasto.

En suma, se van fijando las prioridades y mucho de la música suena a novedad. Faltan los músicos que conformarán la orquesta, poner las medidas en una partitura completa y, sobre todo, dar conciertos primorosos, que llamen la atención de los socios europeos e inversores, atentos desde la platea.

Por Santiago Carbó Valverde, catedrático de Economía de la Universidad de Granada y asesor de BMN.

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