Problemas comunes, soluciones compartidas

Nadie es hoy ajeno al hecho de que el proceso de globalización al que asistimos tiene sus contrapartidas. Sin duda, algunos de sus efectos son indiscutiblemente positivos. Lamentablemente, los negativos, que también existen, son veloces y devastadores. Lo hemos visto en toda su crudeza, con el surgimiento de nuevas amenazas relacionadas con el terrorismo internacional y con el crimen organizado, que se suman a las amenazas y riesgos ya existentes, haciéndonos más vulnerables. Dicho de otro modo, el mercado del crimen está globalizado, no conoce fronteras y tiene capacidad económica y sofisticación tecnológica más que suficiente para atacar los cimientos de nuestras sociedades.

Ésa es la razón por la que, con insistencia, las instituciones internacionales y regionales advierten a los Estados de que no puede haber lentitud ni desidia en la respuesta a estas amenazas. Ése y no otro es el principio de actuación de los Gobiernos de Francia y de España. Y es también la razón de ser de esta XXI Cumbre Hispanofrancesa, que reúne hoy al presidente del Gobierno de España y al presidente de la República Francesa. No sólo pretendemos renovar nuestro compromiso de cooperación conjunta para luchar contra el terrorismo y la criminalidad organizada, sino que hemos puesto encima de la mesa un paquete de medidas que establecerán nuevos mecanismos de cooperación, inéditos y muy avanzados, en materia de seguridad.

Francia y España son conscientes de que ante problemas comunes, las respuestas deben ser conjuntas. La seguridad es hoy un reto compartido en el que no cabe la acción individual y aislada. Los distintos instrumentos de cooperación internacional, regional y bilateral son realmente eficaces y no lo son sólo en el ámbito político, sino también, y especialmente, en el operativo. Nuestros países han demostrado que la cooperación bilateral funciona; que los resultados positivos en la lucha contra el terrorismo -de ETA y del integrismo islámico- y contra el crimen organizado -especialmente el relativo al fenómeno del narcotráfico- se multiplican exponencialmente cuando existe esta cooperación bilateral. Las miles de toneladas aprehendidas, las redes desarticuladas y los terroristas detenidos son los mejores argumentos que podemos ofrecer, porque hablan por sí mismos.

Ya no es un hecho reseñable o aislado que actuemos de manera conjunta; la cooperación y la coordinación son ahora la norma y no la excepción. Los ciudadanos deben saber que sus Gobiernos han tomado buena nota de sus necesidades, sus temores y sus esperanzas. Y que ello se ha traducido en una magnífica cooperación sobre el terreno;una cooperación que no cesa y que se nutre de la aportación que hacen, a un lado y otro de la frontera, quienes más saben de cómo proteger a los ciudadanos.

La cooperación en el ámbito operativo es excelente. Lo es gracias a las fuerzas de seguridad, francesas y españolas, ambas, y lo decimos con orgullo, son ejemplares, y no sólo por el trabajo bien hecho, sino por el apoyo mutuo, el esfuerzo operativo compartido y la solidaridad y respeto que existe entre ellos.

La mejora constante, en el ámbito político, operativo y de inteligencia, sigue siendo una exigencia de la que, como máximos responsables de la seguridad, no vamos a huir. Hemos puesto en marcha diversas iniciativas conjuntas que han dado muy buenos resultados, como es el caso de los Equipos Permanentes de Información entre nuestros países, en materia de terrorismo, que, inmediatamente, tuvieron como consecuencia la intensificación de la presión sobre ETA. Una presión que ha permitido asestar durísimos golpes a los terroristas, con detenciones tan relevantes como las de las distintas cúpulas de la banda. La última, hace muy pocos días, con la detención de Jurdan Martitegi y de otros miembros de la organización terrorista.

La cooperación de los Gobiernos de España y Francia es concreta, cuenta con instrumentos adecuados, recursos suficientes y, especialmente, incluye el compromiso sin fisuras de los presidentes y sus Gobiernos. La existencia de los Equipos Permanentes, por ejemplo, se decidió en la pasada XX Cumbre Hispanofrancesa. Lo que queremos decir con esto es que llegamos a acuerdos, los cumplimos y son eficientes. Así, por ejemplo, hemos previsto el establecimiento de un Comité de Planificación y de Coordinación Estratégica de Seguridad Interior que permitirá que, una vez por semestre, se reúnan los directores generales de las Fuerzas de Seguridad del Estado de ambos países, lo que, evidentemente, traerá consigo una mejora de la planificación y de la coordinación de las fuerzas de seguridad, en términos estratégicos y operativos. La situación cambia constantemente, los actores también. En consecuencia, las necesidades operativas dependen, fundamentalmente, del nivel de riesgo de cada situación. Y nosotros somos totalmente conscientes de ello. Pero no basta con eso. Hay que actuar y hay que hacerlo en muchos frentes, y de muchos modos distintos.

Hace tan sólo unos años, los modelos de seguridad de casi todos los países desarrollados insistían, casi exclusivamente, en la persecución de los delincuentes. Hoy, cualquier modelo estratégico de seguridad que se precie tiene que sustentarse en una buena capacidad de anticipación y de prevención del delito; como siempre, en la persecución sin tregua de los delincuentes; por supuesto, en la protección sin fisuras de las víctimas, y, por último, en la preparación ante lo que nos depare el futuro. Y todo ello requiere mucho esfuerzo.

Nuestros Gobiernos están haciendo ese esfuerzo. No sólo queremos potenciar e impulsar el Grupo de Enlace Antidroga o el trabajo del Centro de Coordinación de Lucha Antidroga de Tolón, sino que pretendemos crear nuevos instrumentos como el grupo específico sobre estupefacientes, dentro del Comité Estratégico, o el desarrollo de un mecanismo de "alerta temprana" frente al terrorismo para que, en el ámbito de Internet, pueda existir un canal específico de información mutua ante indicios de que la Red está siendo utilizada por terroristas.

La Cumbre tampoco dejará fuera otro tipo de delitos relacionados con el crimen organizado, como por ejemplo la trata de personas para su explotación laboral o sexual. Nos comprometeremos, aún más si cabe, en la lucha contra las mafias que comercian con la vida y la dignidad de miles de seres humanos cada año, extendiendo el alcance del trabajo de los Equipos conjuntos policiales a este fin.

En definitiva, en esta Cumbre se adoptarán una serie de medidas concretas para seguir haciendo frente al terrorismo y a la criminalidad. Y lo haremos en el convencimiento de que son pasos adelante en la mejora del bienestar, la libertad y la seguridad de los ciudadanos de nuestros dos países. Ya somos referentes en materia de cooperación internacional bilateral. Y lo somos porque hemos adoptado, y seguiremos adoptando, decisiones eficaces y multidisciplinares sustentadas en el compromiso y la confianza mutua.

Los ministros de Interior de ambos países sostenemos, pues, que es posible trabajar juntos, hacerlo bien y proteger nuestro futuro. Ese futuro que afianzamos cada vez que sumamos un éxito contra los mercaderes del delito, sean éstos redes de crimen organizado o grupos terroristas.

Michèle Alliot-Marie, ministra del Interior de Francia,  y Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior de España.