¿Puede Europa recuperar su juventud?

Ninguna de nosotras tiene memorias de fronteras al interior de Europa; de niñas, en vez de coleccionar estampillas nacionales, coleccionamos los primeros euros con los distintos símbolos de capitales europeas. Nuestra generación fue moldeada a conciencia por una Europa unida.

Pero muchos jóvenes europeos en la actualidad están desilusionados y frustrados porque la Unión Europea no cumplió sus promesas implícitas. Las preocupantes tasas de desempleo elevadas para los jóvenes —del 25 % al 40 %, en países como Italia, Grecia, España y hasta Suecia— brindan motivos más que suficientes para que muchos cuestionen el valor de la UE. Además, a pesar de vivir en una época de paz y relativa prosperidad, nuestra generación creció en medio de innumerables crisis: financieras, migratorias, climáticas y, ahora, la reciente crisis sanitaria y económica causada por la COVID-19.

Aunque a fines de febrero de 2020 el coronavirus estaba cobrando sus primeras vidas en Bérgamo, Italia, la gente todavía cantaba en las fiestas après-ski del centro turístico austríaco de Ischgl y celebraba el carnaval en Colonia. Pero cuando la pandemia se difundió rápidamente por Europa, pronto quedó claro que los estados nación no podían vencer al virus ni lograr la recuperación económica por sí solos.

Para superar las crisis seriales europeas y la creciente sensación de desesperanza entre los jóvenes, será necesario que los líderes se unan. En primer lugar, deben armarse de coraje para invertir y reformar. Hay que felicitar a los gobiernos europeos por movilizar rápidamente enormes sumas de dinero para amortiguar el impacto social y económico de la pandemia. Y la emisión de EUR 750 000 millones (USD 877 000 millones) de deuda común planificada por la UE para financiar su nuevo fondo para la recuperación constituye un gigantesco paso adelante.

Pero otras reformas deben acompañar esos esfuerzos. Si la EU emite deuda común, deberá también poder generar sus propios ingresos para pagarla, para que la inversión actual no se realice a costas de sus programas futuros. El plan recientemente negociado para obtener nuevos recursos propios es un buen punto de partida y nos ilusiona con la posibilidad de avances reales. Incluye un impuesto a los plásticos descartables, un Sistema de Comercio de Derechos de Emisión para la UE y un impuesto digital para generar ingresos adicionales. El Parlamento Europeo y la Comisión ahora deben asegurarse de que los estados miembros cumplan sus compromisos.

Igual de importante es que los responsables de las políticas vinculen el fondo para la recuperación de la UE con las metas del Pacto Verde Europeo y garanticen que no se descuide la inversión en áreas como la investigación básica en un comprensible apuro por salir de la caída económica inducida por la pandemia. Después de todo, esas inversiones son fundamentales para garantizar empleo y prosperidad para las generaciones futuras.

Actualmente la UE carece de este necesario foco en el largo plazo. Pensemos en la inteligencia artificial, mientras que Estados Unidos invirtió aproximadamente USD 36 000 millones en IA entre 2018 y 2019, y China cerca de USD 25 000 millones, la inversión privada total en la UE fue de solo USD 4000 millones. Si Europa desea prepararse para el futuro, necesita inversiones audaces y dirigidas hacia las energías sostenibles, la digitalización y otras áreas de investigación de avanzada.

Europa también debe demostrar solidaridad en una gama de cuestiones clave adicionales. Ciertamente, la amargura y desilusión de muchos italianos frente a la UE a principios de la pandemia desaparecieron en gran medida, especialmente desde el acuerdo del paquete de recuperación y las afirmaciones de la canciller alemana Angela Merkel: «Como siempre, lo que es bueno para Europa, también lo es para nosotros». Austria tampoco está mejor cuando otras economías europeas sufren; por el contrario, sus empresas y ciudadanos se benefician gracias a la asistencia económica en toda Europa.

Pero la solidaridad europea debe extenderse más allá de la asistencia económica y la deuda común, y guiar también nuestras acciones en temas como las migraciones y el cambio climático. Como es probable que las catástrofes ambientales, guerras y pobreza en el entorno de la UE lleven a que los desafíos del asilo y las migraciones en el bloque se agudicen en las próximas décadas, es poco probable que funcionen las acciones pequeñas o de corto plazo. Es cierto, el nuevo pacto de asilo y migraciones recientemente propuesto por la Unión Europea incluye sugerencias para proteger las fronteras externas de la UE, pero necesitamos un sistema integral que evite la trágica pérdida de vidas entre los inmigrantes desesperados por llegar a las costas europeas, y establezca un marco de trabajo para el largo plazo con competencias y responsabilidades claras.

Finalmente, Europa debe desarrollar una visión clara de su lugar en el mundo. El excanciller alemán Helmut Schmidt dijo una vez que quien tenga visiones debe consultar a un médico, pero si Europa no tiene una firme idea de su papel en el mundo, quedará a la zaga de las potencias que sí la tienen.

Esta no es una mera cuestión académica, Europa corre actualmente el riesgo de ser avasallada, tanto económica como políticamente, por la rivalidad entre las superpotencias EE. UU. y China; pero Europa cuenta con un modelo atractivo claramente diferenciado de la economía de libre mercado a ultranza de EE. UU. y el estado de vigilancia digital de China, y debiera fomentarlo en el resto del mundo.

La crisis de la COVID-19 será para el futuro de Europa al menos tan importante como lo fue la caída del Muro de Berlín para la generación de nuestros padres. En algún punto, tendremos que responder a nuestros propios hijos sobre la forma en que lidiamos con ella; si tomamos ahora las decisiones correctas, podremos afirmar con orgullo que la pandemia fue el momento en que Europa redescubrió su audacia y dinamismo, y brindó a sus jóvenes una renovada esperanza para el futuro.

Elisabeth von Hammerstein is Program Director for Europe at the Körber-Stiftung’s Department for International Affairs in Berlin. Claudia Gamon is an Austrian member of the European Parliament for the NEOS party. Yana Ehm is a member of the Italian Chamber of Deputies for the Five Star Movement.

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