El debate público sobre el futuro de la inteligencia artificial se suele centrar en dos cuestiones: el impacto de esa tecnología sobre la humanidad en términos amplios y su efecto inmediato sobre cada persona. La mayor parte de la gente quiere saber cómo la automatización transformará al trabajo: qué industrias seguirán existiendo mañana y quiénes corren el riesgo de perder hoy su empleo.
Pero el debate ha pasado por alto a un pilar importante de la sociedad: la familia; si vamos a construir sistemas de IA que ayuden a solucionar los problemas sociales y económicos apremiantes en vez de exacerbarlos, debemos recordar que el 89 % de los hogares estadounidenses son familias y considerar las complejas presiones que enfrentan a la hora de decidir cómo aplicar esa tecnología.
Después de todo, las familias estadounidenses necesitan apoyo de manera desesperada. Según el Foro Económico Mundial, la economía de la prestación de cuidados en EE. UU., un sector de seis billones (millones de millones) de dólares, corre el riesgo de colapsar debido a la escasez de mano de obra, problemas administrativos y un modelo de mercado roto que lleva a que la mayoría de la familias sean incapaces de afrontar el costo de los cuidados y a que los trabajadores del sector sean crónicamente mal remunerados. Además, la situación de los padres ha cambiado: son más los progenitores que trabajan, y tienen menos tiempo porque deben dedicarse más a cuidar a los niños y a sus propios padres, ya mayores, a gestionar el exceso de información y a coordinar las tareas del hogar.
Si las familias usaran a la IA como copiloto podrían ahorrarse tiempo y disgustos; los asistentes de IA podrían descifrar los correos electrónicos escolares y la agenda de actividades, o ayudarlas a prepararse para un viaje familiar creando la lista de cosas para llevar y confirmando las actividades. Los robots para el cuidado de personas creados en Japón y otros lugares podrían mejorar con la asistencia de la IA la privacidad y autonomía de quienes reciben cuidados, y permitir a sus cuidadores humanos pasar más tiempo estableciendo conexiones emocionales y brindándoles compañía.
Para diseñar a la IA para que asista en la solución de problemas humanos complejos, como el cuidado de los niños y ancianos, hay que definir su papel. En el mundo de hoy, la prestación de cuidados, especialmente a los niños, requiere demasiadas tareas rutinarias que quitan tiempo a otras más significativas. La IA podría funcionar entonces como una «tecnología antitecnología», un escudo contra la cultura incesante del correo electrónico, los mensajes de texto y las listas interminables de tareas pendientes. El copiloto de IA ideal se ocuparía de la mayor parte de esas tareas que generan poco valor y permitiría a las familias pasar más tiempo en compañía.
Pero las tareas humanas suelen ser como los icebergs: la mayor parte de los problemas está oculta bajo la superficie. Si un copiloto de IA solo se ocupa del trabajo visible no aliviará demasiado la carga de los cuidadores, porque para llevar a cabo esas tareas hay que entender completamente todo lo que hace falta.
Por ejemplo, podemos crear tecnología que programe actividades a partir de un correo electrónico con el cronograma del equipo de fútbol de los hijos (y luego borrar y actualizar esas tareas cuando cambien, inevitablemente, una semana más tarde); pero para liberar a los padres de la carga invisible que implica gestionar la temporada deportiva de los niños la IA tendría que entender las demás tareas diversas ocultas bajo la superficie: buscar los campos de juego, considerar el color de las camisetas, asignar a los encargados de llevar tentempiés y crear los recordatorios adecuados. Si uno de los padres tiene un conflicto de agenda, el asistente de IA tendrá que avisar al otro... y si ambos tienen conflictos, tendrá que reservar tiempo para que conversen al respecto, considerando la importancia que tiene para los niños que sus padres o seres queridos los acompañen durante el partido.
El desafío no es encontrar la respuesta, sino la respuesta correcta en un contexto complejo que en gran parte reside en la mente de los padres. Con una exploración y organización cuidadosa, ese conocimiento se podría convertir algún día en datos para entrenar modelos de IA especializados en familias (los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT-4, Gemini y Claude suelen, por el contrario, estar entrenados con datos de acceso público provenientes de Internet).
El desarrollo de un copiloto de IA para los cuidadores indudablemente pondrá a prueba los límites técnicos de la tecnología y determinará el grado en que puede tener en cuenta a las cuestiones morales y valores sociales. En un trabajo de próxima publicación titulado «Marcos computacionales para la atención y el cuidado» (Computational Frameworks for Care and Caregiving), el psicólogo experimental Brian Christian explora algunos de los mayores desafíos que implica tratar de traducir la prestación de cuidados a las «funciones matemáticas de recompensa» necesarias para el aprendizaje automático (por ejemplo, cuando uno de los cuidadores interviene basándose en lo que cree mejor para el niño aún si este no está de acuerdo). Christian llega a la conclusión de que «el proceso de formalización de los aspectos centrales de la experiencia humana nos está revelando en qué consiste verdaderamente la prestación de cuidados... y tal vez, incluso, todo lo que nos falta todavía para entenderla».
Como el trabajo de oficina, gran parte de la vida familiar implica tareas repetitivas y rutinarias de las que podría ocuparse la IA. Pero a diferencia del trabajo de oficina, para entrenar un modelo de IA de ese tipo habría que recopilar y transmitir cuidadosamente las prácticas especializadas de un mundo íntimo. El esfuerzo, sin embargo, vale la pena: un asistente de IA para los cuidadores liberaría su tiempo y energía para que puedan dedicarlos a la empatía, creatividad y conexión. Y aún más importante es que identificar las partes de las que podría ocuparse la IA probablemente nos enseñe mucho sobre las funciones y actividades familiares que debieran seguir siendo total y únicamente humanas.
Anne-Marie Slaughter, a former director of policy planning in the US State Department, is CEO of the think tank New America, Professor Emerita of Politics and International Affairs at Princeton University, and the author of Renewal: From Crisis to Transformation in Our Lives, Work, and Politics (Princeton University Press, 2021). Avni Patel Thompson is Founder and CEO, most recently, of Milo, an AI-powered partner that helps parents tackle the invisible load of managing a family.