¿Puede la variante Delta disparar los ingresos de niños en España?

Sí, los datos sobre los efectos de la quinta ola de la pandemia de Covid-19 en los niños en España son insuficientes. Pero tenemos que decir que la experiencia en nuestro país no es la misma que en Estados Unidos. Mientras ellos describen un aumento de las hospitalizaciones, en España no hemos observado la misma situación.

Es cierto que la quinta ola ha supuesto también en nuestro país un número importante de infecciones por SARS-CoV-2 en niños, que han acudido a los centros de salud y a las urgencias de los hospitales y han sido diagnosticados de la infección. Sin embargo, no estamos viviendo un incremento significativo, o al menos porcentual, de los ingresos hospitalarios. Siguen ingresando principalmente lactantes pequeños con cuadros febriles, más para observación por su edad que por la gravedad del cuadro.

También algunos adolescentes con neumonía, quizás algo más frecuente que en la ola precedente. Pero en un porcentaje similar al número de casos diagnosticados y posiblemente con menor frecuencia que en la primera ola. Con el decaer de esta quinta ola, incluso estas hospitalizaciones están disminuyendo en los hospitales pediátricos.

Un dato curioso es que hasta la fecha no estamos viendo apenas casos del ya conocido síndrome inflamatorio multisistémico, que es el cuadro que con más frecuencia requiere hospitalización en cuidados intensivos en la edad pediátrica y que vemos habitualmente alrededor de las cuatro semanas de la infección aguda. Si lo veremos en las próximas semanas o no, es todavía una incógnita.

Las diferentes olas, protagonizadas por distintas variantes, han mostrado algunas diferencias clínicas también en los niños, siendo la primera ola la que acumuló casos más graves y mayor porcentaje de hospitalizaciones. Esto podría deberse a variaciones en el propio virus. No todos los años la gripe es igual, por ejemplo. O quizás en la primera ola, cuando apenas disponíamos de test diagnósticos, sólo se diagnosticaron los cuadros más graves y los más leves y asintomáticos pasaron desapercibidos, magnificando el porcentaje de casos graves en niños.

En cuanto al porqué de las diferencias con Estados Unidos, todavía no está claro. Una de las causas podría ser que ellos tienen bajas coberturas vacunales, especialmente en grupos desfavorecidos, con mayor hacinamiento y mayor pobreza. En este contexto, la variante delta, que se ha mostrado claramente más contagiosa, tiene oportunidad de transmitirse ampliamente en las familias, y también a los más pequeños. En España, con elevados porcentajes de vacunación entre los adultos, posiblemente haya una menor transmisión a los niños.

Lejos queda la teoría de que ellos no se infectan. Sabemos que son capaces de contraer la enfermedad y que su carga viral es similar a la de los adultos. Posiblemente, lo que hace que la enfermedad se transmita más o menos son factores sociales, de estilo de vida, de interacción con sus iguales o con otros grupos.

Las condiciones de vida de los niños en todo el mundo aún no se acercan a la normalidad prepandémica. Lo que nos deja una incógnita acerca de cómo evolucionará para ellos la infección. Hasta la fecha, incluso con la vuelta al colegio, todo ha sido diferente. Los niños apenas han interaccionado con los demás, sólo con sus grupos burbuja. Han tenido las ventanas de los colegios abiertas y no han realizado actividades extraescolares. Por todo ello, es difícil determinar qué nos espera este invierno.

En cualquier caso, hasta la fecha, en nuestro país no hemos observado una mayor gravedad de los casos de Covid-19 en niños. Pronto los recuentos oficiales y los registros pediátricos en marcha, como el registro EPICO o el de niños ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos, nos podrán confirmar esta sensación que tenemos los que trabajamos a pie de cama con los pequeños.

 Cristina Calvo es presidenta de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica.

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