Putin puede haber dejado más de una trampa en Jersón

Jersón se ha convertido en la nueva medalla que se ha colgado el presidente Volodímir Zelenski. La toma de la ciudad permitirá que decenas de miles de personas puedan escapar del horror de los más de ocho meses de ocupación rusa.

Sin embargo, la toma de esta ciudad fundada por Catalina la Grande sobre la colonia griega de Quersoneso está envuelta en una cortina de humo y espejos más propia de un espectáculo de escapismo que de una guerra como la de Ucrania.

Esta confusión parece que acompaña ineludiblemente la historia de la ciudad, ya que fue Jersón la ciudad que el general Potemkin convirtió en un escenario de cartón piedra que simulaba el inexistente esplendor que esperaba la emperatriz Catalina la Grande durante su visita a la anexionada Ucrania.

Hoy, la situación no es muy diferente. Rusia trata de mostrar una normalidad que no es tal con el único fin de ocultar un declive que se ha hecho evidente con la invasión de Ucrania.

Sin embargo, en los últimos días hemos visto cómo los rusos parecen haber abandonado la ciudad. Los ucranianos lo consideran un engaño similar al de Potemkin y sus fachadas de madera.

Pero ¿cuáles han sido las motivaciones de los rusos al abandonar la ciudad, las de los ucranianos para tomarla y los peligros que podría conllevar una entrada triunfal en Jersón?

En primer lugar, parece que los rusos han abandonado la ciudad buscando una mejor posición defensiva, para lo que se han replegado en la orilla este del río Dniéper. De esta forma, los rusos podrían refrescar sus tropas y esperar a los 100.000 reservistas que parecen estar "listos" para llegar al frente, usando el río como una defensa natural que frene el avance ucraniano.

De hecho, parece que el nuevo jefe de las fuerzas rusas (el general Surovikin) podría haber puesto esta condición para hacerse cargo de la defensa del sur de Ucrania.

Además, si se cumple la lógica, el invierno empezará a partir de ahora a tener un papel activo en la guerra. Y en ese caso sería un obstáculo más para los ucranianos, que son los que ahora están conquistando territorio.

Si el frío y la nueva línea defensiva logran parar a los hombres de Zelenski, eso daría tiempo para que Rusia incorpore a los 200.000 reservistas que estarán listos en enero, lo que en teoría serviría para frenar el avance ucraniano.

En segundo lugar, debemos hablar de la motivación de los ucranianos por tomar Jersón. Pero debemos diferenciar entre motivación simbólica y táctica.

Desde el punto de vista simbólico, Jersón fue la capital del Kanato de Crimea y una de las principales ciudades de la era ruso-soviética. Además, tras la anexión de los territorios del sur, Putin calificó Jersón como una ciudad "que sería rusa para siempre", lo que convertiría su toma en una nueva humillación.

Junto a estos elementos simbólicos hay que mencionar otros de tipo táctico, ya que Jersón es uno de los principales astilleros donde se reparan los barcos de la maltrecha flota del mar Negro.

Además, la conquista de Jersón permitiría acercar más la artillería ucraniana, poniendo a tiro de los Himars el polvorín y la intendencia rusa. Es decir, Crimea. Además de las líneas férreas que unen Jersón y Sebastopol, existe también una línea férrea entre Jersón y Krasnodar (Rusia). Esta línea es usada por los rusos para traer suministros desde Rusia, ya que la anterior línea usaba el ahora destruido puente de Kerch.

En tercer lugar, hay que hablar de los riesgos que tendrán que controlar los nuevos dueños de Jersón. Los ucranianos temen que puedan quedar tropas rusas en el interior de la ciudad y que su toma pueda convertirse en un infierno que estanque su reconquista.

De hecho, algunos miembros del Grupo Wagner ya han declarado su intención de permanecer en la ciudad para vengarse de los ucranianos, lo que nos hace pensar que la ciudad no está libre del todo de tropas rusas.

Otro de los temores que existen es que los rusos puedan volar la presa de Nova-Jarkova una vez entren las tropas ucranianas, algo poco descabellado habida cuenta de que el presidente Zelenski ya advirtió de que los rusos habían situado explosivos en sus muros.

Esta acción inundaría por completo la ciudad. Aunque también es cierto que el curso de las aguas afectaría a la orilla en la que se encuentran los rusos, la este, que es una marisma sometida a las crecidas del Dnieper.

Por último, no debemos descartar un ataque masivo sobre la ciudad, incluso con armas nucleares, que causara un importante número de bajas entre las tropas ucranianas, afectando por tanto a los planes de reconquista del resto del territorio.

Más de 200 años después de que Potemkin construyera las casas de cartón piedra en Jersón, la ciudad sigue siendo objeto de duda. Los rusos siguen siendo incapaces de controlar la desembocadura del Dnieper.

Y, lejos de asumir su incapacidad, juegan a la confusión.

Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.

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