Que 45 años no es nada: las ‘victorias’ de la última dictadura argentina que resuenan hasta hoy

Argentina es un ejemplo histórico por el juzgamiento y castigo a los jerarcas de la última dictadura militar, por la búsqueda de los bebés y niños (hoy adultos de más de 40 años) secuestrados y apropiados por ellos, y por la búsqueda de los cuerpos de quienes torturaron y desaparecieron. Dos grupos de mujeres claves en la historia argentina, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, reunidas en plena dictadura para buscar a sus hijos detenidos desaparecidos y a las niñas y niños secuestrados junto a ellos —algunos nacidos durante su cautiverio— marcaron a la sociedad argentina y al mundo el camino de la justicia. Sin embargo, a 45 años del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, hay otros caminos que Argentina aún no ha podido desandar: el de las reparaciones a aquellos cambios estructurales que instaló la dictadura y que empeoraron la vida de millones ciudadanos y ciudadanas en las últimas cuatro décadas.

La dictadura significó una bisagra clarísima en una Argentina que pasó de un período de pleno empleo antes del golpe a la actual desocupación estructural (11% según la última medición oficial), del desarrollo industrial progresivo a la desindustrialización veloz y la reprimarización de la economía, que duplicó su cantidad de pobres, empeorando además las condiciones de vida de ese sector de la sociedad. En el primer año de la dictadura, el salario real cayó 50%. Un arrebatamiento tan violento a los trabajadores y las trabajadoras no hubiera sido posible sin las armas y el terror.

La semana pasada, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo el ejercicio de indagar entre las consecuencias de la dictadura al analizar uno de los problemas actuales más graves de la Argentina: la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el papel que jugó, entonces y ahora, Estados Unidos. La última dictadura militar inició el primero de los dos grandes ciclos de endeudamiento del último medio siglo, no solo con el dinero que recibió del FMI, sino también con la estatización de la deuda de los grandes grupos empresarios privados por 14,500 millones de dólares (entre los que Fernández de Kirchner se ocupó de destacar el de la familia del expresidente Mauricio Macri). La mayoría de los préstamos contraídos por las empresas privadas, encima, era fraudulenta. Simples movimientos contables entre las casas matrices y las sucursales radicadas en Argentina; es decir, auto-préstamos.

Al finalizar la dictadura, la deuda externa de Argentina había aumentado 449%. De 8,200 millones de dólares en 1976, a 45,000 millones en 1982.

También a aquel período le debemos otro de los nudos gordianos argentinos. El primer aviso clasificado publicado en dólares fue hallado por los investigadores Pablo Nemiña y Alejandro Gaggero y es del 16 de julio de 1977. Ese día, la inmobiliaria Beccar Varela ofrecía en el diario La Nación dos propiedades en San Isidro valuadas en divisa. Tres años después, 90% de las publicaciones aparecían en dólares. Y hoy, aunque el acceso al mercado cambiario está estrictamente regulado, ya no solo la compraventa de inmuebles se maneja en dólares, sino también el precio de algunos alquileres.

Y si hablamos de vivienda y suelo, es insoslayable el dato de que fue con la dictadura que comenzó a expandirse el conurbano de la Ciudad de Buenos Aires. Todo gracias a una política de erradicación de villas de emergencia que, básicamente, consistía en devolver por la fuerza a las familias que allí vivían a sus provincias o países de origen y que terminó provocando que esas personas se desplazaran hacia asentamientos precarios en el conurbano bonaerense.

Aquella política de la crueldad incluyó dos movimientos complementarios que repercuten hasta nuestros días: el proceso de elitización de la Ciudad de Buenos Aires, con una gentrificación cada vez más extendida y voraz, y la campaña de deslegitimación de los habitantes de las villas y barrios precarios, para desensibilizar al resto de los ciudadanos sobre sus condiciones de vida, sobre los maltratos que reciben de parte del Estado y sobre sus pocas perspectivas de mejorar en un futuro próximo. La “depuración” de la Ciudad dio sus frutos: se calcula que entre 1975 y 1985 casi 120,000 personas pobres debieron relocalizarse fuera de sus límites.

El apartamiento del otro. La marginación de lo indeseado. La fragmentación social. En momentos en que los discursos negacionistas y de odio van encontrando cada vez más espacios por donde filtrarse, es importante saber que las consecuencias de la última dictadura militar argentina permanecen presentes entre nosotros, nos marcan a diario y todavía necesitamos repararlas para reconstruir el país que arrasaron. Con memoria, verdad y justicia.

Noelia Barral Grigera es periodista especializada en política. Conduce el noticiero central del canal de noticias IP y es columnista política en Radio Con Vos. Ha publicado el libro ‘El otro yo’, sobre Nicolás Caputo, alter ego del expresidente argentino Mauricio Macri.

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