¿Qué ciudad quieres ser, Buenos Aires?

La avenida 9 de Julio, en Buenos Aires, después de un apagón que afectó a Argentina en junio de 2019. Credit Tomás F. Cuesta/Associated Press
La avenida 9 de Julio, en Buenos Aires, después de un apagón que afectó a Argentina en junio de 2019. Credit Tomás F. Cuesta/Associated Press

Es sabido que Buenos Aires toma como modelos ciudades europeas por encima de urbes más próximas. Que se compare a la capital argentina con París es una tradición ya centenaria que ha arraigado en sus residentes, así se emplee sobre todo para marcar las distancias entre una y otra.

Más allá de sus verdades y mentiras, este mito fundacional sirve para entender la dicotomía que enfrentan los votantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que en octubre eligen nuevas autoridades. Los porteños deben decidir entre el actual modelo de gestión corporativa, representado por el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta —miembro de la alianza de derecha Juntos por el Cambio, que lidera el presidente Mauricio Macri— y Matías Lammens —una figura nueva en la política y su principal opositor—, quien promete políticas sociales de inclusión.

Pero la elección entre el espejismo de ser un París para algunos pocos o una alternativa que busca reducir la desigualdad que caracteriza la ciudad más rica del país, es una falsa dicotomía. La pregunta no es a cuál ciudad debe parecerse —Buenos Aires tiene aspectos de Nueva York y también muchos de Tegucigalpa—, sino qué ciudad queremos ser. Eso pasa por determinar a quienes buscamos incluir. La actual urbe segregada es insostenible.

Rodríguez Larreta ganó cómodamente las elecciones primarias del 11 de agosto, con el apoyo del 46 por ciento de los votantes. Un observador superficial no se sorprenderá. La alianza de Macri, que ha gobernado la ciudad desde 2007, ha gestionado de manera eficiente la inversión en infraestructura pública. El tránsito en la ciudad fluye más rápido, el diseño de las estaciones de tren más recientes es futurístico, los juegos en las plazas infantiles son coloridos y hay un nuevo sistema de bicis públicas que se alquilan digitalmente. Muchas esquinas de los barrios más pudientes están vigiladas por policías y los representantes municipales en las calles tienen mejor entrenamiento de relaciones públicas. Se parece a París, dicen algunos.

Pero para los críticos, debajo de la superficie pulida, se ocultan grandes necesidades sociales: escuelas que se caen a pedazos, hospitales públicos desbordados y una política habitacional deficiente, que ha dejado una cantidad récord de personas viviendo en las calles. Nada simboliza mejor la desigualdad que han provocado las políticas públicas porteñas que la imagen de indigentes durmiendo sobre las veredas recién pavimentadas —una postal emblemática de este frígido invierno austral—. El problema aquí son las prioridades en el distrito más rico del país, plantea Lammens.

Un relativo desconocido sin trayectoria política, Lammens es candidato de la coalición Frente de Todos, liderada por el candidato presidencial Alberto Fernández y la expresidenta y candidata a vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner —favoritos para ganar las elecciones presidenciales en octubre—. Lammens es dirigente de un club de fútbol, trayectoria que se asemeja a la de Macri. Es importante la condición de relativo externo (outsider) político y también que haya encontrado espacio en la coalición de Fernández. Aunque la ciudad nunca ha apoyado al kirchnerismo y, de hecho, es una de las dos únicos distritos que apoyaron a Macri en las PASO, Lammens obtuvo casi 32 por ciento. Perdió por mucho, pero superó ampliamente los votos que lograron obtener los kirchneristas en la capital en los últimos ciclos electorales. Por lo mismo, ha sido una inyección de esperanza para la oposición y ha dado pasos importantes para sumar al fragmentado progresismo de la ciudad.

Ante la descomunal derrota del oficialismo a nivel nacional, Lammens tiene una leve, pero cierta, posibilidad de revertir la tendencia electoral en Buenos Aires.

La crisis económica nacional y el rechazo de votantes hacia el partido de Macri también golpea a Rodríguez Larreta. El deterioro de las condiciones de vida es el flanco más débil del gobernante. “Ya no llego a pagar el alquiler, no sé que hacer”, reza la letra de una campaña callejera que convocó a cientos de personas en un flash mob en la avenida Corrientes, recientemente refaccionada por Rodríguez Larreta con un costo millonario. “También es responsable de esta miseria Larreta,” dice la canción que se hizo un éxito de las redes.

Para lograr la victoria, Lammens tendrá que convencer a los porteños de que apuesten por “una ciudad de oportunidades para todos y todas”, como proclama el candidato. Una triste coyuntura apoya su argumento: son cada vez más los porteños que necesitan de políticas de inclusión.

El sector habitacional es ilustrativo. Las organizaciones sociales estiman que viven 7251 personas en la calle. Un aumento del 23 por ciento en los últimos dos años. Son personas literalmente inexistentes para el gobierno de la ciudad, que contabiliza una mínima fracción de quienes no tienen techo, pero cualquier peatón detecta el nefasto aumento de personas acampando en las veredas. Este invierno dos personas que vivían en la calle murieron de frío; una cerca de la Casa Rosada, sede del ejecutivo nacional, y otra en la entrada de un hospital público.

La crisis de los indigentes es la parte más visible de años de déficit habitacional que afecta a las clases medias además de a los más pobres. Lammens ha desarrollado su campaña subrayando que muy pocos pueden hoy comprar o alquilar una vivienda en la ciudad.

Lo que más diferencia a Lammens de Rodríguez Larreta es cómo se deberían usar los (relativamente abundantes) recursos de Buenos Aires. Con el actual gobierno se ha llevado a cabo una política de vender importantes terrenos públicos como método de financiación. Lammens critica que se haya acentuado la exclusión inmobiliaria por encima de la inclusión y que estas propiedades se destinen a proyectos de alta gama, cuando podrían ser dedicadas a intervenciones para facilitar acceso a la vivienda para los sectores medios y pobres.

El candidato opositor no es inmune a las referencias internacionales. Habla de la política de alquiler público de Berlín, el Plan por el Derecho a la Vivienda de Barcelona o de cómo Nueva York fomenta que los constructores incluyan viviendas accesibles en sus proyectos. La pregunta no es hacia dónde miramos, sino cuáles problemas son los que se consideran prioritarios solucionar. La verdadera disputa este año en la ciudad es entre mantener la exclusión o fomentar la inclusión.

Jordana Timerman es periodista argentina y editora del Latin American Daily Briefing.

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