Que el pueblo decida sobre el Brexit

Que el pueblo decida sobre el Brexit

Por un rato, pareció que la primera ministra británica Theresa May y los parlamentarios que apoyan su gobierno podían decidir el Brexit solos. Por medio de una larga serie de votaciones tácticas y toda clase de trivialidades, y con la alternativa de un Brexit duro “sin acuerdo” pendiendo sobre las cabezas de los parlamentarios como la espada de Damocles, el gobierno de May trató de manipular el resultado final del Brexit. Y por mucho tiempo, la estrategia de la primera ministra engañó al pueblo británico y a Europa.

Pero ahora todo cambió. El presidente de la Cámara de los Comunes (John Bercow) y los otros 27 estados miembros de la Unión Europea pusieron fin a los indignos manejos, lo que obliga al gobierno y al Parlamento a tomar una decisión.

Según el dictamen de Bercow del 18 de marzo, el gobierno no puede volver a someter a votación del Parlamento el acuerdo actual de salida del Reino Unido de la UE con la alternativa de un Brexit duro. Y aunque la UE extendió el plazo original para el Brexit, que era el 29 de marzo, no está dispuesta a modificar el acuerdo.

De modo que el Parlamento tiene hasta el 12 de abril para elegir entre tres opciones. Puede aceptar el acuerdo como está, en cuyo caso el RU saldrá de la UE el 22 de mayo, un día antes del comienzo de las elecciones para el Parlamento Europeo. Alternativamente, el RU puede optar por participar en las elecciones europeas y proponer un nuevo plan de acción, por ejemplo un segundo referendo sobre la pertenencia a la UE. En tal caso, la UE daría una nueva extensión del plazo para el Brexit, suficientemente larga para que haya tiempo de hacer preparativos para lo que vendrá. Si el Parlamento no elige ninguna de esas opciones, se activará la tercera: un Brexit duro sin acuerdo el 12 de abril.

Como May no consiguió ningún cambio al acuerdo de salida, el Parlamento no puede volver a votar entre ese acuerdo y un Brexit duro si Bercow se mantiene firme. Y si la UE insiste en el acuerdo de salida actual, una nueva votación parlamentaria sólo podrá ser entre un Brexit ordenado, según las condiciones del acuerdo, y un segundo referendo. Y si hubiera otro referendo, es probable que los votantes británicos deban decidir entre un Brexit ordenado y quedarse en la UE, porque nadie se atreverá a proponer como alternativa un Brexit duro.

Hasta hace poco, que se revirtiera la decisión tomada en 2016 por los votantes británicos parecía improbable. Pero las intervenciones de Bercow y de la UE cambiaron por completo el panorama, con lo que aumenta enormemente la posibilidad de que el Brexit no se concrete. Eso sería un revés para los especuladores que apostaron a la salida del RU en los mercados financieros, y es buena noticia para el RU y para la UE.

Hace casi tres años, los votantes británicos no sabían realmente lo que hacían cuando por estrecha mayoría decidieron dejar la UE. Pocos tenían ideas claras sobre las verdaderas consecuencias del Brexit, dejando a un lado nociones románticas de revivir la Mancomunidad. Pero la situación actual tras dos años de negociaciones es muy diferente.

Por ejemplo, el acuerdo de salida implica una frontera aduanera en el Mar de Irlanda (y por tanto, dentro del RU) para el movimiento de personas, servicios y capital (sólo quedaría exceptuado el movimiento de bienes). Pero en Irlanda del Norte seguirían aplicándose (con pocas excepciones) las cuatro libertades fundamentales de la UE: libre movimiento de capital, servicios, personas y bienes, sin controles, aranceles ni aduanas.

Esto pone en riesgo no sólo la integridad del RU, sino también la de Gran Bretaña. No puede descartarse que Escocia celebre otro referendo independentista en el mediano plazo, en cuanto se dé cuenta de que Irlanda del Norte, que seguiría estrechamente vinculada con la UE, salió mejor parada.

El pueblo británico hoy está mucho mejor informado sobre el Brexit y sus posibles consecuencias que al momento del referendo en 2016. En vista de la estrecha diferencia de votos entonces y del atasco en que se encuentran las instituciones del RU, celebrar otro referendo es a la vez apropiado y necesario.

El gobierno británico se pasó varios meses haciendo maniobras parlamentarias, con la amenaza de un Brexit duro, en un asunto de inmensa importancia para el país y para Europa. Esto no puede continuar. En una democracia auténtica, la dirigencia política debe reconocer los límites de su autoridad y capacidad. Por eso el Parlamento debe someter al pueblo la decisión entre permanecer en la UE o aceptar el acuerdo de salida.

Hans-Werner Sinn, Professor of Economics and Public Finance at the University of Munich, was President of the ifo Institute and serves on the German economy ministry’s Advisory Council. He is the author, most recently, of The Euro Trap: On Bursting Bubbles, Budgets, and Beliefs. Traducción: Esteban Flamini.

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