Que elija Israel

John V. Whitbeck, experto en Derecho Internacional. Fue asesor jurídico en las negociaciones del conflicto palestino-israelí Traducción: José María Puig de la Bellacasa (LA VANGUARDIA, 01/04/06):

Pese a lo que suele pensarse habitualmente, la entrada en funciones de un nuevo Gobierno palestino en unión de las recientes elecciones a la Knesset en Israel resulta una oportunidad sin parangón para, jugando a la pídola, saltar por encima del dilatado y comatoso proceso de paz para tratar de alcanzar la paz en Tierra Santa.

Es menester, ante todo, que las nuevas autoridades palestinas muestren hallarse en posesión de ideas claras, contructivas y originales. Hamas, por más demonizado que haya sido en Occidente, ha ganado las recientes elecciones palestinas no sólo por hallarse exento de corrupción, sino también por su competencia y por su coherencia. Es, por lo tanto, legítimo considerar que puede generar e impulsar tales ideas.

El nuevo Gobierno palestino debería anunciar públicamente - entre una de sus principales prioridades- su apoyo a la declaración de la Liga Árabe en Beirut en el 2002, por la que todos los países árabes (incluida también Palestina) dirigieron a Israel un ofrecimiento de paz así como relaciones diplomáticas y económicas normales a cambio de la conformidad israelí con el derecho internacional mediante su retorno a las internacionalmente reconocidas fronteras anteriores a 1967.

Israel ha podido pasar por alto tal generoso ofrecimiento - cuya permanente validez ha reafirmado periódicamente la Liga Árabe (recientemente en su cumbre en Jartum)- porque siempre se ha ofrecido como zanahoria no acompañada de una opción consecuente que una significativa porción de israelíes podría considerar como el palo correspondiente.

En tal contexto, el nuevo Gobierno palestino debería declarar de forma simultánea que si los israelíes no afirman pública y oficialmente estar dispuestos a avanzar hacia una solución basada en la existencia de dos estados de acuerdo con la declaración de Beirut para una fecha razonable (por ejemplo, en un plazo de tres meses desde ahora), el pueblo palestino considerará que Israel ha rechazado una solución basada en la existencia de dos estados en favor de otra basada en la existencia de un Estado y, en consecuencia, se esforzará a partir de ese momento por alcanzar su liberación y autodeterminación a través del reconocimiento de su ciudadanía en un solo Estado democrático en todo el territorio o territorios de la Palestina anterior al año 1948, libre de toda forma de discriminación y con iguales derechos para todos sus residentes.

El nuevo Gobierno palestino debería dejar claro que, tras 39 años de ocupación militar extranjera, el pueblo palestino ya no puede soportar ni tolerar por más tiempo la cínica serie de inacabables planes de paz (incluida la actual hoja de ruta) que otras manos trazan simplemente al objeto de postergar la puesta en práctica de las necesarias e incontestables opciones pendientes y escalonar eternamente un perpetuo proceso de paz mientras consolidan la ocupación mediante hechos consumados.

El nuevo Gobierno palestino debería dejar claro que el pueblo palestino exige, sin mayor demora, una solución que permita que tanto palestinos e israelíes vivan una vida digna y segura; que está dispuesto a aceptar o una solución basada en la existencia de dos estados de acuerdo con el derecho internacional o una solución basada en la existencia de un solo Estado regido y gobernado en todo momento de acuerdo con los principios democráticos esenciales. Dispuesto, asimismo, a dejar que el pueblo israelí elija cualquiera de estas dos opciones de acuerdo con las preferencias de los israelíes, y a aceptar la decisión de Israel sobre la cuestión.

Debería apelar a la comunidad internacional - y, en especial, a los amigos tradicionales de Israel- a alentar a Israel a elegir la senda de la paz sobre la base de cualquiera de estas dos opciones mencionadas que prefieran los israelíes (las únicas opciones para la paz que existen y existirán).

Por último, debería apelar - dirigiéndose a todas las facciones palestinas, con la plena fuerza de la legitimidad ganada- a la suspensión de todo acto de resistencia violenta frente a la ocupación durante el período destinado a la toma de decisión israelí, de tal modo que esta suspensión de toda violencia se convierta en permanente si Israel elige de manera positiva.

Si la nueva coalición de gobierno israelí que emerge en último término rechazara tanto una digna y viable solución basada en la existencia de dos estados como una democrática y no discriminatoria solución basada en la existencia de un solo Estado, el mundo podría extraer las conclusiones adecuadas y pertinentes y la opinión pública occidental podría cambiar de forma tal que, a largo plazo, demostraría ser una fuerza impulsora de la paz acompañada de un talante justo.

Los antiguos líderes palestinos actuaban pasivamente, a remolque. Se limitaban a responder a iniciativas que instancias ajenas - que en raras ocasiones suscribían de corazón los intereses del pueblo palestino- propugnaban o promovían aseverando que era la única posibilidad. Nunca trataron de tomar las riendas ni de establecer un calendario y programa tales que Israel y el mundo debieran reaccionar ante una idea palestina positiva y razonable.

El pueblo palestino ha votado en favor del cambio. Una rara oportunidad surge al alcance de la mano. Puede y debe ser aprovechada sin vacilar.