Qué hacer

¿Y ahora qué? Esta es la pregunta que hoy se hace mucha gente en Catalunya y en el resto de España. ¿Y ahora qué? La primera respuesta creo que ya está dada: el Govern de la Generalitat ha dejado en suspenso la campaña de la consulta, obedeciendo al Tribunal Constitucional, y miles de personas se han concentrado frente a los ayuntamientos de casi toda Catalunya en señal de protesta por la suspensión de la misma.

Habrá gestos políticos, como el de ayer en el Parlament, pero no se tomará ninguna decisión que coloque a los funcionarios de la Generalitat y de la administración local en riesgo de inhabilitación. Los funcionarios, no está de más recordarlo, son el eslabón débil de la actual cadena de tensiones. Esa es una de las claves del momento. Es más fácil expedientar e inhabilitar a un funcionario, que actuar penalmente contra los diputados del Parlament o los miembros del Consell Executiu de la Generalitat.

En términos materiales la consulta se halla en estos momentos paralizada. Sabemos cuál ha sido la primera y fundamental respuesta de la Generalitat –no sin una viva discusión interna en el Consell Executiu, de la cual La Vanguardia ha informado con mucha concreción-, pero muchas preguntas siguen en pie. ¿Qué va a pasar en los próximos días y semanas?

Todo indica que se va acrecentar la soterrada pugna entre los partidos catalanistas, principalmente entre CiU y ERC, las dos fuerzas que en estos momentos se disputan el liderazgo electoral en las encuestas. En los próximos días y semanas veremos cómo el combate de judo que vienen protagonizando CDC y ERC se hace más intenso. Si el grito de la gente congregada ante los ayuntamientos es “volem votar” (“queremos votar”) y el Govern de la Generalitat no quiere cruzar las líneas que podrían conducir a la inhabilitación de muchos funcionarios, la convocatoria de unas elecciones anticipadas de carácter excepcional cobra fuerza. Las urnas son siempre mucho mejores que los callejones sin salida.

El ‘Partit del President’

Artur Mas tiene la llave de esas posibles elecciones anticipadas. El presidente aún no se ha pronunciado públicamente al respecto –insiste, eso sí, en que los catalanes acabarán votando-, pero algunos de sus batidores ya lo están haciendo. Carles Viver i Pi Sunyer, ex vicepresidente del Tribunal Constitucional entre 1998 y 2001 y actual presidente del órgano asesor titulado Consell Assessor per a la Transició Nacional, lleva varios días pronunciándose abiertamente en ese sentido. “Las elecciones plebiscitarias son mejor opción que una consulta problemática”, ha dicho. El jurista Viver i Pi Sunyer, uno de los principales ingenieros de la reforma del Estatut, no es en estos momentos un personaje de segundo orden en el entorno de Mas.

El ‘Partit del President’, del que llevo hablando hace varios días, va tomando cuerpo. El mensaje comienza a ser nítido: Mas ha cumplido su compromiso, pero no quiere llevar Catalunya contra las rocas de una crisis institucional sin precedentes. La única alternativa razonable es convocar a la gente a votar en el único marco permitido por la ley. Elecciones anticipadas entre enero y febrero. Candidatura unitaria del soberanismo, cuanto más unitaria mejor. Esta es la estrategia principal del grupo dirigente catalán.

El ‘Partit del President’ no tardará en proponer una lista unitaria, con ERC e independientes, abierta a otras formaciones. Una lista unitaria que en caso de triunfar situaría la política catalana a las puertas de la nueva legislatura española, en la que probablemente ningún partido obtendrá la mayoría absoluta en las Cortes. Una candidatura unitaria que podría tener cierto reflejo en las municipales de mayo del 2015 y que podría volver a formularse para las elecciones generales españolas. Estaríamos ante una cierta reedición de la Solidaritat Catalana del 1906. El acto del pasado sábado en el Palau de la Generalitat –firma del decreto de convocatoria-, perfectamente milimetrado en sus formas, obedecía a ese objetivo. El Partit del President. El Partit de la Sobirania. La gran coalición unitaria. La nueva Solidaritat Catalana, llámenlo como quieran. El día anterior había muerto, de manera áspera y terrible, la CDC de Jordi Pujol. Al día siguiente, el grupo dirigente de CDC intentaba renacer, proyectando en el horizonte una nueva formulación: la gran coalición soberanista.

(La Solidaritat Catalana fue una inédita coalición catalanista, formada por nacionalistas, carlistas y republicanos, liderada por Enric Prat de la Riba, que arrasó en las elecciones generales y provinciales del 1907. Conquistó 41 de los 44 escaños que se elegían, hirió de muerte a los viejos partidos dinásticos y abrió el camino hacia la Mancomunitat de 1914, primera experiencia de gobierno regional en España).

A Esquerra Republicana no le interesa la gran coalición. ERC lidera hoy las encuestas. Oriol Junqueras, actual líder del viejo partido del triángulo, ha disfrutado hasta ahora de una excelente ventaja táctica: ha aparecido ante sus electores como un insobornable soberanista, sin ningún tipo de desgaste. Ni gobierna, ni ejerce de oposición. Es el ‘vigilante’. ERC espera a que se consume el desgaste de CiU, agravado por el fulminante desplome de la figura de Jordi Pujol, y pretende heredar parte de su electorado sin pagar impuesto de sucesiones. CiU -mejor dicho, CDC- le responde con una maniobra envolvente: candidatura unitaria para unas elecciones excepcionales.

ERC, parsimoniosa, espera con un capazo enorme a que lleguen las elecciones municipales. No quiere la candidatura unitaria, pero tampoco desea presentarse por su cuenta en unas elecciones anticipadas al Parlament. Podría ser el partido más votado –eso dicen las encuestas-, pero le asusta esa perspectiva. Ahora no quiere ganar. Ahora, no. Ahora quiere incrementar su poder local -en estos momentos escaso- y si es posible, conquistar la alcaldía de Barcelona. Si ganase ahora, se invertirían las tornas. En el potro de tortura de la comunidad autónoma de Catalunya estaría Oriol Junqueras. Suya sería la responsabilidad de negociar cada mes con Cristóbal Montoro el pago de las nóminas de la Generalitat, puesto que la autonomía catalana se halla fácticamente intervenida por el Estado español. Un escenario de pesadilla para ERC. Cuando un partido está en posición de ganar y no desea hacerlo, comienza a tener un problema.

ERC tiene, además, otro motivo, para no querer convertirse en anexo del ‘Partit del President’. Esquerra comienza a tener una fuerte competición a su izquierda: la CUP y el magma que gira alrededor de Podemos, que puede cristalizar en la candidatura municipal Guanyem Barcelona. Como vemos, la pugnacidad interna catalana es enorme. Todo el sistema político catalán está en el aire en estos momentos. Tomen nota los lectores del resto de España, algo similar, aunque con menos intensidad, según los casos, puede ocurrir en muchos lugares del país en las municipales y autonómicas del 2015. El 15 será un año complicado. Las elecciones locales del 15 vienen envenenadas.

La posición de ERC es hoy tácticamente complicada. ¿Cómo eludir la maniobra envolvente de la presidencia de la Generalitat, sin defraudar a la gente que quiere expresar en las urnas, ahora, su deseo de cambio? ¿Cómo diferir ese momento hasta las municipales? ERC ha conseguido una notable influencia en la política catalana, pero no tiene la llave de la legislatura. Si retirase su apoyo a Mas, este podría continuar gobernando hasta el 2016, bien prorrogando el presupuesto, bien con el apoyo del PSC, que ya ha manifestado su disposición a ello. Si la opción de la candidatura unitaria no avanza, Mas explorará la posibilidad de una candidatura amplia, con independientes -sin ERC-, o agotará la legislatura. La mutación de Convergència i Unió ha comenzado. Vayan olvidándose de esa marca electoral.

Influyente Ernest Maragall

Queda otra opción, que estos días ha comenzado a circular. Queda la idea de Ernest Maragall, el fiel hermano de Pasqual Maragall, su alter ego político: ofrecer a Mas la constitución de un gobierno de ‘notables’ que gestione la Generalitat hasta el final de la legislatura de acuerdo con un programa previamente pactado por los partidos, mientras el ciclo electoral ordinario –municipales en mayo del 2015, generales en noviembre del 2015 y catalanas en octubre del 2016-, redibuja el mapa político catalán y define las nuevas relaciones de fuerza. Un gobierno de unidad, presidido por Mas, con personalidades independientes. Puesto que la idea ya ha sido mencionada estos días en la prensa, concretamente en El Periódico de Catalunya, creo que es de justicia reconocer al autor de la propuesta. Hay que dar a Ernest lo que es de Ernest.

Esta fórmula fue ideada por Ernest Maragall hace dos años, inmediatamente después de las elecciones de noviembre del 2012, en las que el soberanismo ganó, con un liderazgo debilitado. CiU perdió doce diputados y Mas quedó medio noqueado. “La única solución que veo es un gobierno técnico, un gobierno de independientes, de personalidades de prestigio, que ejecute un programa pactado, mientras la política se redefine”, me comentó Ernest Maragall, en Barcelona, unas semanas después de las elecciones del 25 de noviembre del 2012. Suyo es el copyright desde hace dos años.

Una fórmula a la italiana, de muy difícil ejecución. Muy entrenados en el arte de hacer y deshacer gobiernos, los italianos han dado nombre a varias fórmulas para transitar las crisis políticas. La propuesta Ernest Maragall se situaría entre el ‘gobierno técnico’ y lo que ellos llaman un ‘gobierno de decantación’: un ejecutivo con personalidades no vinculadas directamente a los aparatos de los partidos, con un programa pactado por estos, con la misión de gobernar, mientras las relaciones de fuerza se ‘decantan’. En pocas palabras, un paréntesis respetable.

Ernest Maragall ha sido y es un hombre importante en la política catalana. Sostengo desde hace tiempo que los hermanos Maragall deben ser contemplados como una unidad política. El código 11-9-11 tampoco se entiende sin los hermanos Maragall. Un artículo de esta serie estará dedicado a la fuerte impronta de los hermanos Maragall. Prometo escribirlo pronto.

Ernest, al frente de Nova Esquerra Catalana, un pequeño partido de socialistas disidentes del PSC, favorables a la soberanía, trabaja ahora por la consolidación de una ERC ampliada, como nuevo eje rotor de la política catalana y como fuerza motriz de un centro izquierda catalán de grandes dimensiones, sin vínculos orgánicos con la política española. Una ERC ampliada que reemplace a CiU como fuerza hegemónica, por un largo periodo de tiempo. ERC, más los socialistas disidentes, reproponiendo en las próximas elecciones municipales la alianza Esquerra Republicana-Unió Socialista de Catalunya que en 1931 arrasó en los principales municipios del país y dejó a la Lliga de Francesc Cambó –demasiado comprometida con la Monarquía decadente- fuera de combate. La coalición ERC-USC fue imparable en 1931. Ese es hoy el patrón de trabajo de Oriol Junqueras y Ernest Maragall. Las europeas fueron un primer ensayo y les salió bastante bien. Es fascinante ver cómo la historia tiende siempre a repetirse, sin que nunca se acabe de repetir. ERC, de nuevo en alianza con los socialistas desvinculados de Madrid.

Antes de adentrarse en la niebla de su actual enfermedad, Pasqual Maragall entrevió esa posibilidad y le dio un nombre: Partit Català d’Europa. Ernest dibujaba los planos, Pasqual escribía el relato. El Partit Català d’Europa, versión catalana del Partito Democratico italiano, un centro izquierda amplio, muy amplio, sin dependencia orgánica del PSOE. Esa era la idea de los hermanos Maragall.

Una idea potente que hoy no parece una fantasía. El grupo dirigente de CDC, aturdido por el derrumbe fulminante de Jordi Pujol, responde con el ‘Partit del President’, al que también podríamos llamar el ‘Partit de la Sobirania’, que podría acabar siendo lo mismo, sin ser exactamente lo mismo: una gran coalición soberanista ligeramente orientada al centroizquierda, con un papel preponderante para los cuadros de CDC, una vez hundida la vieja nave pujolista.

Todo bastante italiano. Ya dijo Josep Pla que Catalunya es la región más occidental de Italia. Maniobras italianizantes, pero de tanto mirar hacia Levante, ha quien también ha visto las costas de Grecia: la izquierda de la izquierda quisiera reproducir en Catalunya el éxito de la Syriza griega, el dinámico partido anti-austeridad que hoy encabeza las encuestas en aquel país. La candidatura Guanyem Barcelona va en esa dirección.

Modelo italiano, modelo griego… estamos sin duda ante una victoria póstuma e irónica, muy irónica, del Noucentisme, aquel movimiento cultural burgués, cuyo nacimiento coincide, en 1906, con la Solidaritat Catalana, que llamaba a Catalunya a un programa modernizador inspirado en las grandes corrientes clásicas del Mediterráneo.

En Catalunya se están redibujando muchas cosas, sin que se vislumbre aún una perspectiva clara. Quizá la Catalunya política esté generando complejidad por encima de sus posibilidades reales de gestionarla.

Enric Juliana

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