¿Qué hay detrás de la recuperación sin empleo de América Latina?

Luego de una fuerte y continua desaceleración que se inició a mediados del año 2013 y terminó en el último trimestre del 2015, el crecimiento económico en la mayoría de los países latinoamericanos ahora está oficialmente de regreso. Sin embargo, la correspondiente disminución en el desempleo no se vislumbra a futuro, en lo absoluto. De hecho, el desempleo en gran parte de la región ha seguido subiendo durante los últimos siete trimestres. ¿Por qué ocurre esto?

La recuperación sin empleo de América Latina es de gran preocupación para muchos, y existen buenas razones para ello. Durante los primeros siete trimestres de la recuperación anterior, que se inició en el año 2004, el desempleo promedio disminuyó en 0,2 puntos porcentuales por cada punto porcentual del crecimiento del PIB. Esta vez, el desempleo en los últimos siete trimestres ha aumentado en 0,3 puntos porcentuales por cada punto porcentual de crecimiento, lo que resulta en una subida total del desempleo de casi un punto porcentual desde finales del año 2015.

Una explicación común para la aparente escisión del crecimiento y el empleo es que los avances tecnológicos, como la automatización y la robótica, han llevado a la sustitución del capital por mano de obra en las economías de la región. A medida que las innovaciones en la producción han reducido el número de trabajadores necesarios para generar una unidad de producción, se produjo una ruptura en la correlación tradicional entre producción y empleo.

Aparentemente, esta es una teoría convincente. Sin embargo, en el caso de América Latina, probablemente sea la teoría equivocada. No necesitamos del aumento en la cantidad de robots para dar cuenta de la paradoja entre el crecimiento y el desempleo.

Si la hipótesis de la tecnología fuera cierta, esperaríamos ver un aumento en los gastos de capital para aumentar la productividad durante el período actual en relación con las recuperaciones anteriores. Pero, los datos muestran lo contrario. Durante los primeros siete trimestres de este período de auge, la inversión promedio de la región disminuyó en 2,2% por cada punto porcentual de crecimiento; en el pasado, la inversión promedio aumentó en casi un 2,3%.

No obstante, si la tecnología de sustitución laboral no explica el actual ciclo de crecimiento sin empleo en América Latina, ¿qué es lo que lo explica? Se destacan dos posibles respuestas.

En primer lugar, la recuperación actual es mucho más lenta y menos profunda que las anteriores, lo que significa que los puestos de trabajos no se crean tan rápido y en cantidades suficientemente altas como para mantenerse a la par con la cantidad de personas que ingresan en el mercado laboral. De hecho, el crecimiento promedio anual en América Latina fue un magro 1,4% durante los primeros siete trimestres de la recuperación actual, en comparación con el 5,4% tras la anterior recuperación. El problema con esta explicación es que no toma en cuenta la falta de inversión.

Una segunda respuesta posible es la que yo llamo la hipótesis de la “sobreabundancia de capacidad”. En la década anterior a mediados del año 2013, América Latina creció a un ritmo vertiginoso – casi al doble de su promedio histórico. Hasta el final del boom, había un consenso en las predicciones, mismas que coincidieron en pronosticar que la bonanza continuaría. En ese momento, esa parecía ser una suposición razonable. El apetito voraz de China por las materias primas alteró dramáticamente las percepciones sobre la trayectoria de la economía mundial. Pero, parafraseando a Mafalda, la emblemática protagonista de la serie de dibujos animados de autoría del artista argentino Quino, el futuro ya no es lo que era.

En el año 2013, en medio de la menguante demanda china, los precios de las materias primas cayeron. Desde aquel entonces, el crecimiento económico promedio en América Latina se ha desacelerado a aproximadamente una cuarta parte de las tasas proyectadas anteriormente. Las empresas que predijeron un auge continuo – y, por lo tanto, invirtieron en la expansión de la producción y aumentaron su fuerza de trabajo – se quedaron con exceso de capacidad en relación con la demanda real. A medida que las condiciones de la demanda agregada mejoraron, las empresas respondieron utilizando este exceso de capacidad, reduciendo los gastos de capital y desacelerando su ritmo de contratación.

Para ilustrar esta dinámica, considere cómo los exportadores de soja de la región han gestionado la producción en los últimos años. Durante el período de expansión, los productores prosperaron, en parte debido a los precios récord. También lo hicieron las empresas que ofrecen servicios complementarios – cosecha, transporte y almacenamiento, por ejemplo – mismas que tomaron decisiones de inversión con la expectativa de que los precios altos persistieran.

Sin embargo, una vez que los precios de la soja comenzaron a caer, toda la industria se encontró con una sobreabundancia de capacidad, así como con altas cargas de deuda, lo que reflejaba las inversiones previas en mano de obra y capital. Cuando con el trascurso del tiempo los precios se recuperaron y la producción de soja volvió a aumentar una vez más, las empresas pudieron acomodar el aumento de la demanda aprovechando el exceso de capacidad existente. No fue necesario contratar o invertir en maquinaria de manera adicional.

Si la hipótesis de la “sobreabundancia de capacidad” se confirma para el caso de América Latina en su conjunto, la región puede soltar un suspiro de alivio, debido a que el mayor desempleo y los menores niveles de inversión que acompañan a la recuperación actual serían tendencias finitas. A medida que la actividad económica en la región repunte y la holgura en la utilización de la capacidad comience a reducirse, la relación entre crecimiento, desempleo e inversión debería volver a la normalidad.

Por supuesto, si la hipótesis no es válida, entonces deberíamos reconsiderar la posibilidad de que el cambio estructural inducido por la tecnología lleve a América Latina, y posiblemente a todo el mundo, hacia un territorio inexplorado, y quizás incluso a una “nueva normalidad” de crecimiento sin empleo. O, tal vez tengamos que buscar una explicación completamente distinta. Sin embargo, es demasiado pronto para descartar una hipótesis más simple y más plausible.

Ernesto Talvi is a non-resident senior fellow in the Global Economy and Development program at the Brookings Institution and Director of the Brookings Global-CERES Economic and Social Policy in the Latin America Initiative. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

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