¿Qué pasa con el Reino Unido ahora?

El psicodrama del Brexit del Reino Unido continúa. Si bien el gobierno del Reino Unido y la Unión Europea llegaron a un acuerdo de retiro revisado a mediados de octubre, el primer ministro Boris Johnson no logró que el Parlamento aprobara el acuerdo como para que el Reino Unido pudiera retirarse del bloque en la fecha que él tanto anhelaba del 31 de octubre. Los líderes de la UE han otorgado, por lo tanto, una extensión adicional de tres meses para la fecha límite del Brexit hasta el 31 de enero, y el Reino Unido ahora llevará a cabo una elección parlamentaria el 12 de diciembre, que puede ayudar a resolver el callejón sin salida actual.

Johnson garantizó el acuerdo de retiro en parte revirtiendo su postura previa y aceptando una frontera aduanera entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, y en parte acordando peores términos de los que había negociado su antecesora, Theresa May. Si bien el acuerdo todavía debe eliminar algunos obstáculos parlamentarios –y, aquí, la inminente elección podría ser el mayor obstáculo de todos-, en poco tiempo tal vez podamos ver por nosotros mismos cuán bueno o cuán malo resultará el Brexit.

Pero quizá debería revisar la frase “en poco tiempo”. Suponiendo que el Brexit suceda, si los primeros años posteriores son económicamente difíciles para el Reino Unido, los defensores de la salida nos dirán que deberíamos darle tiempo. En verdad, uno de los altos ministros de Johnson ha dicho que tal vez no sepamos el impacto económico total del Brexit hasta dentro de 50 años. Entre hoy y entonces, los resultados tendrán que ser buenos para compensar lo que vamos a perder abandonando la UE.

Fue Harold Macmillan, primer ministro del Reino Unido a comienzos de los años 1960, quien concluyó que el país debería ser parte de lo que entonces era el Mercado Común Europeo para revertir una caída económica sistémica y de largo plazo. Entre 1951 y 1973, Gran Bretaña ocupaba el último puesto entre las economías de la OCDE, con un crecimiento promedio de apenas el 2,7% anual. Japón creció más rápido que nadie, expandiéndose a un ritmo anual promedio del 9,5%, mientras que Alemania, Francia e Italia registraron un 5% o más.

Los responsables de las políticas del Reino Unido estaban obsesionados con la pregunta “¿Qué salió mal?” Intentamos nuestra propia versión de la planificación central francesa. Invertimos en nuevos hospitales y carreteras y cerramos las líneas férreas que arrojaban pérdidas. Pero siempre, llegado el caso, regresábamos a la necesidad de sumarnos al nuevo agrupamiento europeo que originariamente habíamos tratado con desdén.

Otro primer ministro conservador, Edward Heath, finalmente nos hizo cruzar la puerta europea luego de la muerte de Charles de Gaulle, que como presidente de Francia se había opuesto de manera empedernida a una integración del Reino Unido.

A partir de 1973, cuando el Reino Unido pasó a formar parte del grupo, hasta 2016 (el año del referendo sobre el Brexit), nuestra economía creció más rápido que las de Alemania, Francia e Italia. Y después del verdadero lanzamiento del mercado único en 1992 –uno de los mayores logros de Margaret Thatcher-, al Reino Unido le fue considerablemente mejor que a sus competidores tradicionales, al menos hasta 2016.

Por supuesto, otros factores –como las reformas sindicales de Thatcher- contribuyeron al éxito de Gran Bretaña. Pero la historia fundamental fue una historia de caída económica antes del ingreso a la UE y de un salto hacia adelante después de que nos sumamos. Es más, el Reino Unido aseguró este éxito esencialmente validando sus propios términos: no adoptamos el euro, promovimos el libre comercio e impulsamos la ampliación de la UE en Europa central y del este.

¿Pero cómo será la vida una vez implementado el acuerdo de Johnson? Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra, ha dicho que el acuerdo de retiro será mejor para la economía del Reino Unido que un Brexit desordenado, aunque claramente, sugirió que podría ser menos positivo de lo que habría sido el acuerdo de May. (Por supuesto, el de ella también habría dejado al país más débil que si directamente nos hubiéramos quedado en la UE). Y lo que es más revelador, el ministro de Hacienda de Johnson, Sajid Javid, se ha negado a realizar una evaluación de impacto del nuevo acuerdo propuesto, alimentando las sospechas de que el gobierno está lejos de confiar en el resultado de este tipo de evaluación.

Después de todo, ¿cómo puede el Reino Unido estar mucho mejor fuera de su mercado más cercano y más grande que dentro de él? ¿Por qué deberíamos negociar acuerdos comerciales más grandes y mejores con otros países por nuestra cuenta que como parte de un mercado casi diez veces más grande que el nuestro? Algunos optimistas creen que el Reino Unido puede tomar al mundo por asalto como un operador de libre comercio desregulado (“Singapur sobre el Támesis”). Pero ignoran el hecho de que eliminar las regulaciones ambientales, los controles de la salud y la seguridad y los derechos de los trabajadores sería políticamente calamitoso para el Partido Conservador.

Suponiendo que el Reino Unido se retira según los términos del acuerdo de Johnson, tendremos hasta fines del 2020 para negociar un acuerdo de libre comercio con la UE, teniendo en cuenta que el gobierno aparentemente considera que el acuerdo existente entre Canadá y el bloque es su modelo preferido. Pero las proyecciones del futuro desempeño económico del Reino Unido en diferentes escenarios de Brexit califican esta opción como la segunda peor, apenas por encima de una ruptura sin acuerdo.

Una de las muchas desventajas de un acuerdo al estilo Canadá es que no abarca los servicios, en los que el Reino Unido tenía un excedente comercial de 29.000 millones de libras (37.300 millones de dólares) con la UE en 2018. Ésa es una razón por la cual un acuerdo como éste le vendría mucho mejor a la UE que al Reino Unido. Además, un acuerdo al estilo Canadá implicaría controles en la frontera para muchos si no para la mayoría de los productos manufacturados.

Todo esto es un recordatorio de que, inclusive después de que el Reino Unido abandone la UE, enfrenta años de conversaciones difíciles en las que estará negociando desde una posición de debilidad. Es verdad, el sol seguirá saliendo cada mañana y todavía tendremos muchas instituciones, empresas y activos de nivel mundial. Pero la cohesión del Reino Unido (incluidos Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) se verá tensionada por políticas impulsadas por un nacionalismo inglés malicioso.

Es más, seremos más pobres. De hecho, según estimaciones de grupos de expertos económicos utilizadas normalmente por el gobierno, tal vez ya estemos un 2,5% peor de lo que habríamos estado sin el proceso del Brexit. Es curioso que un país elija ser menos próspero y menos influyente en el mundo.

Algunos dicen que esto no importa. Pero veamos qué sucede cuando tengamos menos dinero para todas las cosas que queremos hacer como país y como individuos. Las promesas y las predicciones con respecto al Brexit pronto serán testeadas frente a la realidad. Cuando esto suceda, no querría ser uno de los defensores del Brexit de Johnson.

Chris Patten, the last British governor of Hong Kong and a former EU commissioner for external affairs, is Chancellor of the University of Oxford.

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