¿Qué podría echar a perder el 2020?

El juego tradicional de los pronósticos económicos de enero para el año por delante parece no valer la pena, sobre todo cuando las predicciones han sido las mismas durante una década. En 2020, comparado con todos los años transcurridos desde la crisis financiera, es aún más factible que la economía global siga creciendo, que las tasas de interés se mantengan en niveles muy bajos y que los mercados bursátiles continúen subiendo.

De modo que, en lugar de predecir el escenario más probable, que es bastante obvio, resulta más útil considerar acontecimientos poco probables que podrían alterar el escenario benigno factible. Creo que diez riesgos podrían causar el mayor problema económico y financiero en 2020. No son predicciones: una continua expansión global es más probable que cualquier combinación de estos reveses. Y no son “sorpresas” que, por definición, son imposibles de prever. Más bien, son “desconocidos conocidos”, ordenados del riesgo más bajo al riesgo más alto, según mi punto de vista.

El menor riesgo es el que muchos economistas predicen cada año: una recesión global, causada por Estados Unidos o China. Una recesión es inevitable, pero menos probable en 2020 que en cualquiera de los diez años anteriores. Mientras que la inversión y la industria a nivel mundial han sufrido como consecuencia de la guerra comercial de Estados Unidos y China, las políticas macroeconómicas en ambos países han impulsado la vivienda, los servicios y el gasto público. La economía mundial seguirá beneficiándose este año de un viento de cola generado por los recortes de las tasas de interés de Estados Unidos del año pasado y los esfuerzos de China por fomentar un crecimiento de aproximadamente el 6%. A falta de una nueva sacudida de envergadura, la recesión en 2020, por lo tanto, es extremadamente improbable.

De la misma manera, existe un riesgo insignificante de tasas de interés más altas. A muchos inversores y empresas les preocupa que el contexto de tasas de interés bajas de hoy pronto pueda terminar, al menos en Estados Unidos. La inflación y las tasas de interés de largo plazo probablemente aumenten este año, pero es casi impensable que los bancos centrales ajusten la política monetaria. La Fed lideraría este proceso y no va a aumentar las tasas en un año electoral.

En Europa, en lugar de desatar una epidemia de euroescepticismo, el Brexit ha actuado como una vacuna. Hasta los líderes populistas en Italia, Francia y Alemania parecen desanimados por la experiencia del Brexit, y las negociaciones de este año sobre un acuerdo comercial post-Brexit reforzarán las percepciones negativas del proceso que tienen los europeos. Pero la política siempre es volátil, especialmente en Italia, por lo que una crisis del euro motivada políticamente sigue siendo un riesgo bajo, pero no menor.

Si bien la guerra comercial de Estados Unidos y China atrapó la mayor atención en 2019, Europa en verdad fue el eslabón más débil en la economía mundial. Últimamente, el desempeño económico de Europa se ha estabilizado y la política ha mejorado drásticamente –el Banco Central Europeo volvió a lanzar el alivio cuantitativo y el sentimiento político se está volviendo en contra de la austeridad fiscal-. Pero la economía de Alemania todavía enfrenta una crisis existencial, y los políticos europeos tienen un récord casi imbatible de esfuerzos disparatados por recortar los déficits presupuestarios cuando sus economías necesitan apoyo fiscal. Una recesión europea, por lo tanto, sigue siendo el mayor riesgo macroeconómico en 2020, tal como lo era el año pasado.

Luego está la amenaza de una importante disrupción energética. Desde el asesinato por parte de Estados Unidos de Qassem Suleimani, comandante de la Fuerza Quds iraní, los mercados financieros han estado preocupados por una espiral de guerra y una disparada de los precios del petróleo. Cada recesión global en los últimos 50 años ha estado precedida por una duplicación del precio del petróleo (aunque no toda duplicación del precio del petróleo ha estado seguida de una recesión). Para duplicarse de un año al otro, los precios del petróleo tendrían que dispararse por encima de 110 dólares. Esto es improbable, pero posible si una guerra entre Estados Unidos e Irán interrumpiera los embarques en el Golfo Pérsico. Una recesión inducida por el petróleo es, por ende, un riesgo moderado.

También existe un riesgo moderado de un mayor proteccionismo. La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha sido una obsesión para los mercados durante tanto tiempo que las malas noticias ya han sido digeridas, y el acuerdo de “fase uno” sugiere que no habrá una mayor escalada este año. Eso todavía deja varios riesgos comerciales en el horizonte, especialmente para Europa, que es vulnerable a una ruptura de las conversaciones del Brexit o a una desviación de los instintos proteccionistas de Trump de la electrónica china a los autos alemanes. Pero Trump probablemente estará demasiado ocupado este año con la confrontación iraní y la elección en noviembre como para iniciar una guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea. Mientras tanto, las relaciones comerciales entre el Reino Unido y la UE seguirán sin cambios hasta el 31 de diciembre. Como resultado de ello, un mayor proteccionismo global es un riesgo menor este año que en 2018 y 2019.

Existen otros dos riesgos moderados para el crecimiento este año. Uno es que los ratios de deuda en las corporaciones estadounidenses han aumentado a niveles sin precedentes, superando con creces los niveles previos a la crisis financiera. Pero esto no sorprende, dado que las tasas de interés nunca han estado tan bajas durante tanto tiempo. Si bien una burbuja de apalancamiento probablemente sea un riesgo en algún momento en el futuro, no existe ninguna razón por la que deba estallar, o inclusive desinflarse, hasta que las tasas de interés suban significativamente. Es por eso que un apalancamiento corporativo parece sólo una amenaza modesta en 2020.

El último riesgo moderado es el de un colapso de la industria automotriz. Las ventas se desmoronaron a nivel mundial el año pasado, devastando la economía alemana, que es por lejos el mayor exportador de autos y de maquinaria para fabricarlos. La producción en Alemania hoy está por debajo de su punto mínimo durante la recesión de 2009, y la caída de la industria no es sólo un problema cíclico. Una tormenta perfecta de temores ambientales, cambios sociales y transiciones energéticas y tecnológicas implica que la industria automotriz y de ingeniería –no sólo en Alemania, sino también en Estados Unidos, Japón y Europa occidental- probablemente estén en una caída secular que podría resultar tan profunda como la desindustrialización de los años 1980. Pero el colapso de la demanda el año pasado fue tan extremo que una recuperación temporaria es probable, razón por la cual la industria automotriz y de ingeniería no deberían causar tanto problema este año.

El riesgo para el sector tecnológico, en cambio, es político –y elevado-. Las grandes empresas tecnológicas ya no pueden contar con la deferencia de los responsables de las políticas. Alguna vez consideradas innovadoras y agentes de progreso, Facebook, Apple, Amazon y Google hoy son vistas como monopolios despiadados que manipulan a los políticos y explotan a los consumidores. Estas empresas han sido la fuerza motriz de la economía y del mercado bursátil de Estados Unidos, y los serios retos políticos a sus modelos de negocios –manifestados en regulación, tributación especial o disolución- podrían provocar una repetición del estallido de la burbuja puntocom de 2000-02. Este año podría producirse un ajuste de cuentas.

El mayor de los diez riesgos surge de la elección presidencial en Estados Unidos. El consenso de los mercados globales de que el presidente Donald Trump ganará los expone a dos potenciales shocks. Un Trump victorioso podría volverse aún más proteccionista, beligerante e impredecible en un segundo mandato. Y si su opositor es Bernie Sanders o Elizabeth Warren, los cuatro sectores más importantes de la economía estadounidense –atención médica, finanzas, tecnología y energía- enfrentarán amenazas de disrupción sin precedentes. Dado que Trump de seguro hará declaraciones que alarmen a los inversores, y que algunas encuestas de opinión sugerirán una posible victoria demócrata en algún punto en la campaña, la política estadounidense casi con certeza provocará ocasionales ataques de pánico antes del 3 de noviembre.

Anatole Kaletsky is Chief Economist and Co-Chairman of Gavekal Dragonomics. A former columnist at the Times of London, the International New York Times and the Financial Times, he is the author of Capitalism 4.0: The Birth of a New Economy in the Aftermath of Crisis, which anticipated many of the post-crisis transformations of the global economy. His 1985 book, Costs of Default, became an influential primer for Latin American and Asian governments negotiating debt defaults and restructurings with banks and the IMF.

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