¡Queremos inventar nosotros, por favor!

A lo largo de estos años se ha denunciado repetidamente el deterioro del sistema científico español, un proceso que se inició con la crisis de la pasada década y que ha provocado que la financiación en I+D+i haya retrocedido a los niveles de hace quince años en nuestro país. En paralelo, se viene produciendo desde esas fechas un “maquillaje” de los presupuestos públicos a través del aumento progresivo de los fondos destinados a créditos a los que no pueden optar los científicos. Esta medida, que ha sido criticada no solo por los científicos españoles sino también por el Fondo Monetario Internacional y la propia Unión Europea, ha inflado artificialmente el dinero público que se propone destinar a investigación y que, además, no se acostumbra a ejecutar por lo que se tiene que devolver en un alto porcentaje al Ministerio de Hacienda año tras año. Debido a ello, actualmente solo se usa un 30% de todo el presupuesto dedicado a investigación y desarrollo. En términos cuantitativos, el presupuesto español actual para I+D+i está muy alejado del de los países de nuestro entorno y de los objetivos que la Unión Europea ha fijado en su Estrategia de Lisboa para 2020.

Aunque se puede argumentar que esta caída en el presupuesto es una consecuencia insoslayable de la crisis económica que asoló a España, conviene resaltar que los fondos dedicados a I+D+i en toda la Unión Europea han aumentado durante el mismo periodo una media del 25%, con incrementos cercanos al 40% en el caso de Alemania y el Reino Unido. Países seriamente afectados por la crisis económica reciente, como es el caso de Portugal, han también incrementado sus presupuestos de I+D a lo largo de este periodo.

Junto con la pérdida de inversión, los vaivenes políticos y retrasos presupuestarios han provocado también que las convocatorias de los distintos ministerios dirigidas a la financiación de proyectos de investigación se hayan convertido en caóticas durante estos últimos años, no sabiéndose cuándo se van a convocar, cuándo van a comenzar los periodos de ejecución y qué fondos van a aportar a los grupos de investigación. Como ejemplo, la última convocatoria de proyectos del Plan Nacional de I+D+i correspondiente al año 2018 ha salido con más de 7 meses de retraso y, pese a que los proyectos deberían haberse iniciado el 1 de enero de este año, no lo harán hasta los últimos meses de este año según los cálculos más optimistas. Como resultado de estos retrasos, muchos grupos de investigación, sobre todo los liderados por los científicos más jóvenes, están actualmente sin financiación desde el 1 de enero. Esto conlleva a su vez el despido temporal de investigadores altamente cualificados debido a la falta de continuidad entre proyectos sucesivos. Lamentablemente, el panorama no invita al optimismo pues la convocatoria de 2019, que debería haberse anunciado el pasado mes de enero, no ha sido publicada todavía ni se espera que lo haga a corto plazo. Finalmente, la burocracia asociada a la gestión de proyectos científicos, la contratación estable de investigadores y la compra de suministros de laboratorio se ha convertido en una autentica pesadilla para los centros de investigación.

El periodo prolongado de reducción y congelación subsiguiente de fondos públicos ha llegado ya a un punto de casi no retorno que, de no solventarse a corto plazo, amenaza con colapsar completamente el sistema científico español. Como síntoma de este problema, los datos procedentes de las convocatorias del Plan Nacional de I+D+i durante los últimos cinco años revelan una reducción cercana al 25% en la financiación media concedida a los proyectos de investigación independientemente de la calidad de la propuesta científica y la productividad previa de los equipos investigadores solicitantes. En el caso de los grupos de investigación más punteros, este descenso puede alcanzar en algunos casos una reducción del 50% respecto a lo recibido en convocatorias anteriores.

Finalmente, grupos de investigación más pequeños están perdiendo su financiación por problemas de falta de fondos. Esto afecta fundamentalmente a los investigadores de las universidades, cuyos campus se están convirtiendo en auténticos eriales científicos por dicho motivo. Dada la congelación de los presupuestos y el aumento de nuevos grupos de investigación, es previsible que este problema se acentúe aún más en los proyectos que están siendo evaluados en la presente convocatoria del Plan Nacional.

Es importante recalcar que, dado que los proyectos en España se financian por períodos de tres años, cualquier limitación presupuestaria hipoteca seriamente la actividad científica de un tercio de los grupos de investigación del país durante un trienio entero. La pérdida de competitividad de los grupos se agrava aún más como consecuencia de la eliminación de otras iniciativas paralelas destinados a financiar áreas científicas de alto interés estratégico. Esta agregación de problemas está afectando seriamente la viabilidad de los grupos de investigación españoles, lo que está provocando que muchos científicos punteros se estén planteando seriamente su traslado a otros países. Los efectos negativos que esta desinversión tendrá sobre la capacidad del país para desarrollar una economía competitiva en el contexto internacional a medio plazo son también obvios.

En nuestra opinión, esta situación requiere una combinación de medidas a largo y corto plazo. A largo plazo, se necesita hacer un esfuerzo de financiación considerable para recuperar el terreno perdido y alcanzar los objetivos comprometidos de la Estrategia de Lisboa 2020. La consolidación de la Agencia Estatal de Investigación con presupuestos autónomos e independientes de los Presupuestos anuales del Estado es otro de los elementos clave para superar esta situación. La próxima campaña electoral sería un buen momento para que todos los partidos políticos presentasen y debatiesen sus planes en esta área.

A corto plazo, se necesita la implementación de medidas que solventen, o al menos palíen parcialmente, los problemas de financiación de los grupos de investigación de este país tanto este año como, previsiblemente, en el que viene. Se necesita también solucionar los problemas de orden administrativo y procedimental (contrataciones, concursos públicos, etc.) que tanto dificultan la actividad investigadora. Sin estas medidas de urgencia a corto plazo, el sistema difícilmente podrá sostenerse hasta la adopción de políticas científicas a largo plazo antedichas.

Xosé R. Bustelo, presidente Asociación Española Investigación sobre el Cáncer; Luis Serrano, presidente de la Alianza SOMMa; María Blasco, vicepresidenta de la Alianza SOMMa y directora del CNIO, Madrid.


Directores de centros e institutos sanitarios de investigación:

Andrés Aguilera, director del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa, Jordi Alberch, director, Instituto de Neurociencias, Universitat de Barcelona, Joaquín Arenas, director Científico, Instituto de Investigación Hospital 12 de Octubre (Madrid), Joaquín Bellmunt Molins, director de l'Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques, Elías Campo, director del Institut d’Investigació Biomèdica August Pi i Sunyer, Gabriel Capell, director de l'Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge , Barcelona, Ángel Carracedo, director Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica, Santiago de Compostela, James Castelli-Gair Hombría, director del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, Sevilla, José Castillo Sánchez, director, Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela, Piero Crespo, director del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria , Javier Cudeiro, director del Centro de Estimulación Cerebral de Galicia, A Coruña, Gustavo Deco, director, Center for Brain and Cognitition, Universitat Pompeu Fabra, Carlos Diéguez, director, Centro de Investigación en Medicina Molecular e Enfermidades Crónicas, Santiago de Compostela, Manel Esteller, director Electo del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, África González Fernández, directora del Centro de Investigacións Biomédicas, Universidade de Vigo, Tomás González Hernández, director en funciones, Instituto de Tecnologías Biomédicas de Tenerife, Jesús Jiménez-Barbero, Investigador IkerBaske, director Científico del CIC-Biogune, José López-Barneo, director, Instituto de Biomedicina de Sevilla, Eduardo López-Collazo, director científico, Hospital Universitario La Paz, María Jesús Martínez, directora del Centro de Investigaciones Biológicas, José L. Mascareñas, director del centro de Investigación en Química Biolóxica e Materiais Moleculares, Carlos Matute, director del Achucarro Basque Center for Neuroscience. Catedrático de la Universidad del País Vasco, Francesc Posas, director del Instituto de Recerca Biomèdica, Francisco Sánchez-Madrid, director del Instituto de Investigación Sanitaria-Hospital La Princesa, Manuel Sánchez Malmierca, director del Instituto de Neurociencias de Castilla y León, Eugenio Santos, director del CIC, Josep Samitier, director del Instituto de Bioingeniería de Catalunya.

Sociedades científicas:

Félix M. Goñi, presidente de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, Agnès Gruart, presidenta de la Sociedad Española de Neurociencias, África González Fernández, presidenta, Sociedad Española de Inmunología, Ruth Vera, presidenta, Sociedad Española de Oncología Médica

Científicos del ámbito de la oncología y áreas relacionadas:

Balbino Alarcón, Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, María J. Alonso, Universidad de Santiago de Compostela, Joaquín Arribas, Instituto de Oncología d’Hebron, Carmen C. Ayuso, Servicio de Genética de la Fundación Jiménez Díaz, Miguel Beato, Centro de Regulación Genómica, Eduard Batlle, IRB, Salvador A. Benitah, IRB, Anna Bigas, IMIM, Amparo Cano, Universidad Autónoma de Madrid (UAM) e Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, José F. de Celis, Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, Dolors Colomer, IDIBAPs, Barcelona, Luciano di Croce, CRG, José María Delgado, Universidad Pablo de Olavide, Oskar Fernández-Capetillo, director del Programa de Oncología Molecular del CNIO, Fátima Gebauer, CRG, Eva González Suárez, IDIBELL, Thomas Graft, CRG, Maite Huarte, Centro de Investigación Médica de Aplicada, Pamplona, Manuel Irimia, CRG, Barcelona, Óscar Llorca, CNIO, Miguel A. López, CiMUS, Santiago de Compostela, Rafael López, jefe de Servicio de Oncología del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, Marcos Malumbres, CNIO, Iñaki Martín Subero, IDIBAPS, Raúl Méndez, IRB, Pura Muñoz, Universitat Pompeu-Fabra, Ángel Nebreda, IRB, Rubén Nogueiras, CiMUS, Luis Paz-Ares, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre, Madrid, David Posadas, Centro de Investigacións Biomédicas, Universidad de Vigo, Miguel A. del Pozo, Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Madrid, Francisco X. Real, CNIO, Lluís Ribas de Pouplana, IRB, Joan Seoane, secretario General European Association for Cancer Research, VHIO, Manuel Serrano, IRB, Marisol Soengas, CNIO, Laura Soucek, VHIO, Barcelona, Josep Tabernero, VHIO, Xavier Trepat, Institut de Bioenginyeria de Catalunya, Juan Valcárcel, CRG.

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