Querid@ pensionista

Me gustaría que al recibir estas líneas te encontrases muy bien, en todos los sentidos. Por supuesto, en plena salud y pletórico de actividad. Sé que no va a ser así en el caso de todos los pensionistas, pues en ese colectivo las condiciones de salud suelen ser peores que entre los más jóvenes.

También me gustaría que te encontrases muy bien en el plano económico. Sé también que no va a ser así, pues millones de pensionistas reciben pensiones públicas de importe muy reducido y carecen de otros ingresos que pudieran complementarles dichas bajas pensiones.

Es más, puede que, además de carecer de ingresos suficientes para cubrir las necesidades durante tu jubilación, haya una elevada probabilidad de que te encuentres solo y, por tanto, carente de afectos cercanos y reparadores de familiares o amigos.

Pero también hay una probabilidad elevada de que seas un pensionista que, afortunadamente, disfrute de buena salud, una pensión suficiente y que no estés solo. Quizá sepas, analizando la experiencia de tu círculo personal, o puede que informándote más sistemáticamente, que estas son también las circunstancias de millones de pensionistas.

Estarás de acuerdo conmigo, en cualquier caso, en que la sociedad, a través de las instituciones y sus programas de bienestar o fiscales, debe hacer algo para mitigar en lo posible las circunstancias desfavorables de salud, económicas y de otra índole que impidan llevar una existencia de calidad, a la que todos y todas (pensionistas o no) tienen derecho.

Voy al grano. Seguramente, has participado en las manifestaciones de pensionistas que se han sucedido en tantas ciudades españolas en las últimas semanas. Bien porque te ves inmerso en las situaciones contra las que se manifestaban los pensionistas, bien porque que deseabas apoyarles.

En dichas manifestaciones, habrás visto pancartas y carteles con expresiones tales como “la Seguridad Social nos roba”, o “que me devuelvan lo que he cotizado”. Puede que, incluso, hayas gritado estas consignas, en total acuerdo con las mismas, supongo, y convencido de que responden a la realidad.

Esta carta abierta a los casi nueve millones de pensionistas que hay en España también quiere revelarte algunos datos sobre lo que reflejan esas consignas. Mira, la Seguridad Social, al cabo de unos doce años de haberte jubilado (supondré que con 64 años, si eres el pensionista medio), ya te ha devuelto todas las cotizaciones que hicisteis tú y tu empleador. Y te quedan todavía otros diez años de vida por delante.

Puede que desconozcas también que la Seguridad Social española es una de las más generosas del mundo, pues la pensión púbica de jubilación reemplaza al último salario recibido por encima del 80% de este, lo que sucede en muy pocos países.

Siendo esto así, ¿cómo se compadece ello tan mal con el hecho innegable e inaceptable de que millones de pensiones son obscenamente reducidas en España? La respuesta es muy sencilla y, quizá, tú ya la has elaborado con anterioridad. Hay pensiones muy bajas porque las bases de cotización (o las carreras de cotización) sobre las que se han calculado han sido también muy bajas (o breves).

Con todo mi respeto por los trabajadores y trabajadoras que no han podido reunir largas e intensas carreras de cotización para haber podido aspirar a una mejor pensión, quiero decirte que la Seguridad Social española, ni tiene la culpa de esto ni deja de tratar comparativamente mejor a las pensiones más bajas. Hasta donde sus reglas se lo permiten y más allá.

No, querido pensionista, la Seguridad Social española ni te roba ni te maltrata en las cuentas que te hace. Te paga, seas el pensionista que seas, bastante más de lo que tú has aportado en toda tu vida laboral a sus arcas. Puede que haya excepciones a esta regla, pero te aseguro que son muy pocas.

Las pensiones bajas (y los salarios bajos) deben afrontarse, con criterios estrictos, con complementos de renta procedentes del sistema de impuestos y transferencias, hasta donde se pueda. Pero no mediante la Seguridad Social, que está exhausta. El sistema público de pensiones, para poder seguir cumpliendo su extraordinaria misión, debe ser sostenible y no lo es en la actualidad por la sencilla razón de que cada vez vivimos más años en jubilación en relación a los años que pasamos trabajando y cotizando.

José A. Herce es economista y director asociado de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

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